En el libro ¿Y dónde quedó la bolita?, el autor Leonardo Nuñez González te comparte una serie de herramientas necesarias para que conozcas la situación real del gasto.
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¿Sabes qué hace realmente el gobierno con nuestro dinero? ¿Por qué nos dice que gasta de una manera y lo hace de otra? ¿Por qué el gasolinazo es una pésima decisión? El uso de nuestros recursos es como ese juego popular: en dónde quedó la bolita.
Para la mayoría de los ciudadanos, el destino de los recursos públicos es un misterio. Cuando alguien quiere conocer cómo se gasta, de manera lógica acude a las cifras del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), eso que cada año aprueban los diputados y deberían indicar cuánto y cómo se gastará.
Sin embargo ahí solo hay verdades a medias. El 30 de abril de cada año aparece otro documento que revela historias muy diferentes y recibe muy poca atención: la Cuenta Pública.
Al revisarla encontraremos, por ejemplo, que en 16 años de vida “democrática” nuestro gobierno ha gastado 4.1 billones de pesos más de lo que nos había dicho (casi 20% del PIB o 100 veces el presupuesto de la UNAM); que en 2016 ¡se usaron 613 mil millones de pesos más de los presupuestados!, que una cuarta parte de todo lo que se gasta termina en lugares diferentes a los que creeríamos, o que debimos saber de los desfalcos de Javier Duarte en Veracruz, al menos, desde 2013.
¿En qué se gasta realmente el dinero de los mexicanos?
¿Y dónde quedó la bolita? Es un libro que pretende dar respuestas a estas y otras preguntas, pero además ofrece a los ciudadanos las herramientas necesarias para conocer la situación real del gasto en cualquier tema.
El libro fue escrito por Leonardo Nuñez González, politólogo, internacionalista, maestro en administración y políticas públicas y profesor en el Tecnológico de Monterrey.
En la fuente (link/dirección virtual), Ud. puede leer un capitulo del libro. Costo de un ejemplar 159 pesos (aprox.).
FUENTE: http://www.animalpolitico.com/2017/07/donde-quedo-la-bolita-libro/
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A continuación, presentamos un fragmento de ¿Y dónde quedó la bolita? Presupuesto de Egresos Ficticio (Aguilar, 2017) donde se analiza los procedimientos, instituciones y momentos relevantes antes y después de la existencia del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Cuando se acerca el final de cada año, una buena parte de la cobertura de los medios y la atención se concentra en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), documento que, de acuerdo con la Constitución, cada 15 de noviembre debe ser aprobado por la Cámara de Diputados después de una serie maratónica de negociaciones (cuando es el primer año del sexenio, el límite es al final de diciembre). En teoría, es el punto en que logran concretarse las propuestas iniciales de gasto del presidente de la República después de la discusión, modificación y aprobación de la Cámara de Diputados. Llegadas estas fechas, es común escuchar noticias o declaraciones sobre cuánto dinero se destinará finalmente a salud, educación, cultura, etcétera. Estas cifras son tomadas como verdades y pareciera que después de este momento, en automático se gastarán estas cantidades. Pero, como veremos, la historia del gasto público está lejos de terminar en este punto. El PEF es sólo una de las partes más visibles del proceso de gasto, pero para comprender a cabalidad cómo se llega a las cifras ahí plasmadas y cómo pueden transformarse de manera dramática en la realidad, es necesario tener muy claros los procedimientos, instituciones y momentos relevantes antes y después de la existencia del presupuesto.
El libro de texto nos dice que los cuatro momentos presupuestales fundamentales son: planeación, negociación y aprobación, ejecución y fiscalización. De manera general e ideal, primero es necesario planear cuánto dinero habrá y cómo se gastará con base en las necesidades y prioridades del gobierno; luego, este plan debe someterse a la consideración de quienes representan a todos los que financiaremos ese gasto para que no haya más dinero en áreas que no son importantes y que, por el contrario, se le asigne a las políticas que realmente son necesarias; después, estos planes deben implementrse; por ello lo acordado se transformará en gasto a lo largo de todo el año; finalmente, es necesario revisar si realmente se gastó en lo que se había dicho y sin irregularidades.
Explicaré cómo, para un año en particular, tienen que darse estas cuatro etapas, pero es importante tener siempre en mente que en un mismo momento puede estarse planeando y negociando cuánto se gastará el siguiente año, revisando cómo se gastó en el ejercicio anterior y ejerciendo los recursos de ese año, ya que la maquinaria del gobierno nunca se detiene. Por lo tanto, la descripción siguiente, aunque esquemática, sucede prácticamente de manera simultánea, por lo que el modo más práctico de seguir la pista de todos los procesos en la realidad es tener bien identificados a los actores y fechas en que sus acciones tienen mayor visibilidad.
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