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A Propósito de un reciente viaje a Bolivia y percibir su opinión publica que en general da por ciertos todos los contenidos de CNN (EEUU) en relación a Bolivia, México y Latinoamérica, y que suponen que el auditorio mexicano vive pendiente de ello. En un artículo anterior aclaré que dicha cadena no tiene peso en la actual comunicación masiva, ni sus contenidos. Además contextualicé cómo hace varios años los gigantes y privilegiados de la comunicación (Televisa y TV Azteca) ya se enfrentaron a contrapesos reales en el mundo virtual preferido por las nuevas generaciones de ciudadanos.
Las televisoras paulatinamente se vieron en circunstancias económicamente críticas y empezaron a activar recortes y despidos. ¿El culpable a vencer? Adolescentes y jóvenes que usando sus propios recursos audiovisuales y comunicativos (creatividad, originalidad, autenticidad, incluido errores) en canales de YouTube y redes sociales empezaron a crecer.
Como muchos lo advertí hace años, aprovechando mí condición de profesor en Ciencias Sociales realicé –recurrentemente- encuestas a jóvenes millennials y nativos digitales midiendo gustos y preferencias mediáticas. Así, de primera mano me informé de tendencias y formas de comunicación que acaparaban la atención de usuarios que generaban millones de “like” y visualizaciones.
Parecía una lucha entre Goliat y David. El poderoso duopolio reflejaba una galopante disminución en ganancias (ventas en publicidad cada vez menores).
La revolución virtual (de la información) que había iniciado dos décadas atrás tomó real fuerza y generó consecuencias los últimos años, más durante las últimas elecciones (AMLO y sus benditas redes sociales). Tales contextos ya no le pertenecían a las grandes empresas (televisión, impresos y radio), la falta de ingresos al sistema mediático y a sus periodistas fueron devastadores, además de agregarse al escenario, el diario discurso presidencial (conferencias mañaneras).
Finalmente una observación, el problema –desde mi perspectiva- de la televisión tradicional radicó en sus añejos contenidos, acartonados, manipulados y sesgados (de sus líderes de opinión). Contenidos sin creatividad, predecibles, sexistas y vacíos que se fueron alejando poco a poco de la emotividad y gusto de una pléyade de jóvenes. A la par fue creciendo la predilección por “youtubers” irreverentes y espontáneos. Sin lugar a dudas, nuevos tiempos de la 4T (Cuarta transformación).
(*) periodista (EPCSG) economista (UAM-A)
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