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Se tiene la creencia de que el Dios Xolotl creó al Xoloitzcuintle de una astilla del Hueso de la Vida, del cual se creó la vida existente, para dárselo como obsequio al hombre y le explicó que en vida debía cuidar muy bien de su perro porque el día en que el hombre muriera, el Xoloitzcuintle se encargaría de guiar su alma a través del Mictlán, el lugar de los muertos.
En vida, se creía que el Xolo tenía la capacidad de ahuyentar y proteger la casa de los espíritus malignos.
Después de la conquista española los ejemplares del Xolo corrieron riesgo de extinguirse debido a su consumo indiscriminado, al ser considerados como una buena fuente de proteína.
Si alguien trataba mal a uno de esos perros jamás podría entrar al reino de los muertos y vagaría eternamente. De esta manera ningún xoloitzcuintle lo guiaría en su viaje y el dios Xolot no lo recibiría en el inframundo. Así que ya sabes, si quieres trascender después de muerto y no quedarte como alma en pena en este mundo, no trates mal a los perros aztecas. De hecho no trates mal a ningún animal.
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