• Capitalismo igual a machismo
• La exclusión como forma de educación
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Entre los movimientos de reivindicación que tienen origen en América Latina, que se entiende como una serie de países que tienen una serie de similitudes históricas, que han llevado a un subdesarrollo económico, cultural y rezagos que a pesar de que todos estos pueblos se independizaron del Imperio Español en el siglo XIX – aquí se incluye a Brasil, que fue colonia portuguesa-, hoy en día y a punto de cumplirse 500 años de conquista y rumbo a los 200 años de independencia, aún prevalece una ideología excluyente en gran parte de la población mestiza contra los pueblos originarios en una primera etapa, y actualmente contra minorías que no caben en el tipo de desarrollo, que en la mayoría de nuestros pueblos prevalece.
Así, el concepto de “marginación”, “exclusión”, “racismo”, va más allá del origen étnico, color de piel o religión, sino que, según el punto de vista de diversos colectivos que luchan por la igualdad en un sentido amplio de la palabra, incluye ahora el papel de la mujer, los homosexuales, los trabajadores, los campesinos -entre otros, que forman el gran mosaico cultural que es América Latina-, dentro de la sociedad, pues éstos movimientos buscan la reivindicación histórica como el inicio para lograr una verdadera igualdad social.
Para poder entender estos movimientos feministas, que para muchos sectores de la sociedad resultan violentos, intransigentes, fanatizados, es necesario volver la página de la historia para conocer el proceso colonial que vivieron los pueblos derrotados de los que hoy es Latinoamérica.
Desde su origen, el imperialismo español -al igual que el inglés en el norte del continente-, el discurso que manejaron las élites gobernantes, fue “convencer” a los derrotados de que ellos eran superiores, que eran de piel blanca, que eran más inteligentes, que su religión era la correcta y así, con el control de la educación, del gobierno, de la economía, de la religión y la cultura, para que de esta forma, poder justificar la ocupación de la tierra que no les pertenecía, se fue creando una sociedad dividida.
Finalmente, la historia la escriben los vencedores y los vencidos quedan a merced de esas élites, a quienes no les conviene educar ni desarrollar, pues el dar conciencia social altera el status quo que permaneció vigente durante los virreinatos españoles.
Entonces, el colonialismo español se basó en la exclusión, en el racismo y en la discriminación, por lo cual, los pueblos originarios fueron relegados a la ignorancia, a la servidumbre, a la pobreza, entre otros males; sin embargo, la independencia de nuestros pueblos, no fue capaz de lograr la unificación de las diferentes naciones, y mantuvo vivo el racismo, la exclusión, la discriminación en una sociedad dividida que, hasta la fecha, en gran parte de la población sigue vigente.
Pudiera parecer increíble que en la segunda década del siglo XXI, siga vigente una mentalidad colonial, por lo cual los movimientos feministas que han surgido en América Latina, buscan una “descolonización”, es decir, llevar a cabo programas para erradicar ese pasado de exclusión, pero como se menciona párrafos arriba, no sólo es el rol de género, sino que abarca a sectores que tradicionalmente han sufrido desigualdad económica, falta de oportunidades, rezagos en los servicios de salud, en una esfera mucho más amplia, ha sido excluidos del bienestar y de la igualdad.
Pero bajo este punto de vista, la desigualdad y la exclusión se da por el mismo sistema económico que ha prevalecido en el subcontinente: el capitalismo. Entonces la educación capitalista y la cultura del individualismo, la cosificación de las mujeres, el rechazo a los pueblos indígenas, a la gente de piel oscura, a los homosexuales, muestra que el propio sistema es machista y por lo tanto excluyente.
Por lo tanto, la educación que muchos hemos tenido en lo formal como las escuelas e institutos, o la que se da en la familia, en la religión y en la sociedad en general es una cultura machista, por lo tanto, a mayor o menor medida, muchos tenemos ideas preconcebidas en relación al matrimonio entre hombre y mujer, al prototipo de belleza que se centra en mujeres de piel blanca y ojos claros, al éxito medido en bienes materiales, nos lleva a concluir que sí, hemos sido educados en un sistema machista y excluyente.
¿Dónde lo podemos ver? La respuesta es simple, en la vida diaria; en empleos donde se contrata a mujeres jóvenes y delgadas; en empresas que prefieren a los egresados de universidades particulares sobre los egresados de la educación pública, en el trato de policías hacia vendedores callejeros, entro otros tantos hechos a los cuales nos acostumbramos por ser tan cotidianos, pero no por eso dejan de ser alarmantes.
Afortunadamente, diversos colectivos que gracias a las redes sociales tienen comunicación entre integrantes de diferentes países, y que se pueden organizar y agrupar para exigir a las autoridades de diferentes niveles a legislar en favor de los respetos e igualdad de sectores que por años fueron excluidos, como son los derechos de homosexuales y pueblos originarios.
Entonces, como miembros de una sociedad que ha sido educada bajo un sistema excluyente, machista y racista como lo es el capitalismo salvaje o “neoliberalismo”, ¿cómo podemos combatir este comportamiento social? Primero que nada, con valores como la empatía y la tolerancia, dejando atrás la idea de una supuesta superioridad de raza o posición social. Pues si se espera por parte del Estado que la situación cambie, este cambio -en el mejor de los casos-, llegará de manera selectiva y a cuenta gotas. El nuevo pensamiento latinoamericano necesita que sea el individuo el que proponga y haga los cambios, y en casos extremos -como suele suceder con los movimientos radicales-, presionar con movimientos masivos a los sectores que se niegan a ver la realidad.
Otra de las opciones para que cada vez más gente se acerque a una forma de pensamiento incluyente, tanto en la educación formal como en la comunitaria, donde se resalta el respeto a la diversidad en todos sus sentidos.
(*) Periodista y Maestro/Investigador (UAM-Azcapotzalco)
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