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NIP (08/06/20) CDMX. El país en medio de un anunciado cenit pandémico (semáforo rojo) pareciese atravesar por temporada nueva de zopilotes (ave carroñera), donde sectores conservadores apuestan todo a provocar inestabilidad, confusión y desánimo social. En tal confrontación (en general) hacia los extremos suelen existir personajes con agendas e intereses oscuros, hay que identificarlos y exhibirlos.
La numeralia de 14 mil víctimas fatales y 20 mil contagios, (incluidos funcionarios como Zoé Robledo director del IMSS) es fría estadística, que suele utilizarse -descontextualizado- con titulares alarmantes.
La confrontación política es sana en la medida que no se sustituyan argumentos, por descalificación, aunque en toda polarización no hay actores inocentes. Es más, 7 gobernadores de oposición apoyaron al gobernador de Jalisco Enrique Alfaro ante su reciente crisis (marchas y violencia), luego la autoridad trasladó acusaciones directas al Presidente. La pugna se reflejó en espacios virtuales, medios, columnas y artículos de opinión, donde abundan sesgos y “medias verdades”, en tal circunstancia, la verdad termina siempre siendo la más afectada.
Es de sentido común, suponer que una epidemia puede tener coletazos impredecibles porque (entre otras cosas) su expansión y duración depende del comportamiento del virus y de los ciudadanos, y es que hay conductas, usos y costumbres que favorecen o inhiben el contagio.
Los días de furia que vivió Jalisco la semana pasada ( 26 detenidos y dos patrullas incendiadas y fuertes disturbios en Guadalajara), en repudio por la muerte de Giovanni López, detenido supuestamente por no usar tapabocas, es una muestra de ello.
Finalmente, las situaciones límite desnudan -casi siempre- al comportamiento de los seres humanos, y esta no es la excepción. Creo hay que definirse por la unión y la otredad, lejos de mezquindades ya que transitamos tiempos históricos.
(*) periodista (EPCSG) y economista (UAM-A)
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