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Jueves 19 de julio de 2018 (CDMX). Luego del último terremoto que vivió la ciudad de México hace 10 meses, al buscar una dirección cercana al metro Eugenia y Etiopia recordé la zona, en la cual viví décadas atrás. Casas Grandes, justo al frente de la Escuela de actuación Andrés Soler, como anécdota recuerdo haber encontrado varias veces al vecino Víctor Trujillo (Hoy Brozo), en pequeño local de alquiler de videos de la esquina o empujando su modesto automóvil que apenas marchaba, lo reconocía porque esos años cumplía mi servicio social en Imevisión (canal 7 y 13) y después del trabajo (generación de caracteres), visitaba los foros y programas en directo. Aquellos días iniciaba en “Tienda y trastienda” con Trujillo y Ausencio Cruz.
Al transportarme hoy al mediodía -por cierto- con pronóstico nublado y lluvias intermitentes, viajaba ensimismado, en realidad en julio llueve casi todos los días. Llegué a zona sur en la línea 3 del metro, colonia Narvarte buscando una editorial religiosa en calle Uxmal, para adquirir un encargo de mi madre, a metros de Yácatas y Beistegui. Antes allí existía un edificio de viviendas y en la planta baja una tienda de abarrotes, había colapsado, a diez meses el inmueble está sin escombros, pero con carpas donde algunos afectados continúan viviendo a la intemperie.
Somos una sociedad que se desdobla, se transfigura, se conduele en medio de su rutina dantesca, aun más al observar damnificados afectados por el terremoto. Un movimiento de tales proporciones, nos laceró –de facto- frente a fauces de una catástrofe que devoró vidas humanas y dejó escombros ensangrentados.
¡Carajo! Eso de aparentar frialdad a veces, con alerta sísmica y polvo persiguiéndote, luego en exterior encontrando desconocidos aterrados, pasmados, en shock –sollozando- intentado llamar a sus familiares. Lo vuelvo a revivir en videos del 19-S o al caminar ahora por Narvarte.
Me viene a la memoria también 1985, que dejó estupefactos y exhibió desorganización y ausencia de Estado los primeros días, incluida minimización de víctimas, en un gobierno que –quizá- pensaba no se les cayera el negocio del mundial de fútbol (1986).
En este terremoto de 2017, medio centenar de edificios colapsaron principalmente en delegaciones Cuauhtémoc, Benito Juárez, Coyoacan, etc.
Cuando salimos luego de tropezarnos en las escaleras por la intensidad telúrica, a los pocos instantes ya se tenía registro de lo ocurrido y la imagen de histeria colectiva en la escuela Rebsamen. No se puede dejar de pensar en las personas que quedaron ahí atrapadas y la solicitud de personas para remover estructuras dañadas.
Al estar construida sobre una base lacustre los edificios de la ciudad de México son frágiles y susceptibles de sufrir daños a veces fatales, vaya si lo sabremos los capitalinos.
Al hacer el segundo despacho de prensa en Antonio Caso e Insurgentes (cerca al monumento a la Revolución), en el carril del metrobús, ví jóvenes al descubierto en plataformas de camiones y ambulancias trasladando heridos. Otros, pidiendo aventón sobre el eje central y solidaridad instantánea, en un tráfico atípico, lento y dolido.
En un derrumbe cerca de avenida Lázaro Cárdenas, observé con plenitud el auxilio de la tribu urbana, personas de toda condición social, trayendo botellas de agua, tablas, palas, mazos y cualquier herramienta que tuvieran a mano. Sobrevolaban helicópteros de protección civil, mientras crecía el ulular de bomberos y ambulancias.
Me di cuenta que tenía que estar ahí, aun zarandeado como en 85, pero ahora más consciente del sismo reciente. Así que me incorporé como miles de ciudadanos, por otro lado con la tecnología actual, en descansos -me dije- registraré lo que alcance y pueda.
Estuve en los escombros del edificio de Bolívar y Chimalpopoca, Colonia Obrera, donde meses después quedan todavía dudas del colapso de la fábrica de ropa y locales, además de preguntas sin responder ¿quiénes son los responsables de sus fallas estructurales?, ¿Quiénes son los verdaderos dueños?, ¿Cuántas personas trabajaban ahí?
En el céntrico lugar convivían costureras mexicanas e indocumentadas, empresarios coreanos asiáticos y de otras nacionalidades de Centroamérica, los más frágiles los indocumentados. Más dudas sin respuestas.
Diez meses después, de aquel martes (hrs13:14:40) los primeros instantes me veo en el estacionamiento del apartamento que habito, allí siguió temblando un minuto más, espantado y agarrado de autos parados aún en vaivén, impresionante.
Aquí nos tocó, donde cada temblor nos fragmenta y a la vez une, donde todos los días tiembla (distintas intensidades), y como nos recordaba Gabriel García Márquez en sus relatos autobiográficos “hay que vivir para contarla”.
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FUENTE: https://www.youtube.com/watch?v=Ivu7-tFWeP0
FUENTE (Pamms Márquez) COLONIA CONDESA: https://www.youtube.com/watch?v=VNjqrGi8QgQ