(Cd. de México, año 15 del siglo veintiuno)
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¡Hartazgo, dispersión, desazón
corrupción y violencia!.
Inexorablemente devoran
la sociedad chilanga.
Población que mastica
vidrios y desangra heridas
entre bisbiseos ocultos.
Furia letal que se expande
coagulando sonrisas.
Metrópoli que respira
toxicas intenciones.
Contagiándose y lacerando
a incrédulos, taciturnos,
e íntimos argaviesos.
Entonces, sus caminantes
y peregrinos, arden y arden
sin consumirse: Deconstruidos,
suplantados, domesticados.
Con voces y quimeras desarmadas,
calcinados a fuego lento,
en hogueras de propias vanidades.
Su delectación monetaria
los arrojó a cavar cuevas profundas,
donde oligofrénicos y desmemoriados,
nutren sombras y orcos. Obsesivos.
Lejos de apegos y amores incluyentes,
el precipicio prepara su estocada final.
Aprendamos a renacer cuanto antes,
desterrando egocentrismos y a reinventarnos unidos.
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Chilango (s). La Real Academia Española (RAE) señala que el adjetivo Chilango hace referencia a quien ha nacido en la Ciudad de México. También se extiende a todo aquello perteneciente o relativo a dicha región y sus zonas aledañas.
Orco (s). Significa “Infierno”, lugar al que van las almas de las personas que mueren en pecado. En la Roma clásica, era el lugar donde se creía que iban las almas después de la muerte.