———- O ———-
Después de varios años volví a entrevistar al periodista Fidel Carlos Flores, en el centenario café La Blanca del centro histórico de Ciudad de México coincidimos en una tarde lluviosa de julio, a propósito de un espectáculo de luces y sonido (pirámide de Kukulcán y Felipe Carrillo Puerto) en el Zócalo.
Flores, conserva su ímpetu, sensibilidad y congruencia se acostumbró a caminar entre la muchedumbre capitalina con botas gastadas, enchalecado y al hombro una vieja bolsa de tela (que según cuenta costuró su madre, antes de fallecer) allí carga recuerdos, nostalgias, golpes de vida, disecciones de realidad, un libro (Mexicanidad y esquizofrenia de Agustín Basave) y una pequeña cámara Canon donde registra sus entrevistas en las distintas coberturas de prensa que realiza.
La primera ocasión que escribí sobre él, narré cómo lo conocí en los años noventa del siglo pasado, Fidel era una rara reunión de razonamiento, imaginación y rebeldía, nuestras platicas solían converger, en temas de lo que vivíamos en ese momento (la intensa coyuntura política, social y económica), sus antecedentes históricos, presente y prospectiva, -claro- aderezado de incipientes vuelos literarios.
Sin darnos cuenta, estábamos construyendo nuestras utopías, convicciones y entendiendo aún más el entorno social, o como decía Jacques Derrida, también deconstruyendo la realidad («Hay que olvidar la lógica maniquea de verdad y mentira, y centrarlos en la intencionalidad de quienes mienten». Una de las tantas frases del filósofo).
Pasaron mas de 3 décadas y aquí estamos, frente a frente en una tertulia-entrevista conociendo un poco más del origen, esencia y huellas de Fidelgando (seudónimo literario que utiliza Fidel en sus textos)
-¿Qué recuerdas de tu niñez?
–Creo, fui precoz, un niño con alma vieja -dirían- solía tener amigos mayores, que a su vez eran amigos generacionales de mi padre, los escuchaba, observaba y platicaba con ellos, la mayoría era condescendiente conmigo, les resultaba curiosa mi actitud. Me recuerdo feliz, a pesar de limitaciones disfruté la enseñanza y protección de mis padres. Entre 8 hermanos, fui el del medio y eso de alguna manera me favoreció. Fui observador, preguntón y hasta fisgón, leía periódicos, revistas e historietas argentinas que alimentaban mi imaginación. A los 10 años conocí Salta y después otras regiones del norte argentino. Emigré a los 17 años de Yacuiba (Gran Chaco), población fronteriza ubicada entre Bolivia, Argentina y Paraguay y poco después al norte continental.
-¿Qué opinas de 2024?
–En este primer cuarto del siglo XXI, donde predomina la inmediatez, la fugacidad, la vacuidad y la estulticia viralizada. Considero que el periodismo narrativo frente a la Inteligencia Artificial y sus adláteres, tiene un aliado clave en la crónica. Allí un periodista con rigor y talento narrativo puede contar buenas historias.
El género crónica (que algunos llaman periodismo de autor) es el único, distinto y fuerte ante la abrumadora virtualidad de la tecnología que -en general- banalizaron contenidos y medios.
Y ya que estamos hablando de periodismo, sociedad y dinámicas políticas, le suelto a bote pronto:
-El continente -en general- vive tiempos de polarización, discursos extremos y aparición de políticos radicales y violentos. ¿Con qué ideología te identificas?
–Todos los periodistas, como cualquier ciudadano tenemos una posición ideológica o deberíamos tenerla (incluido la preferencia electoral) y eso es bueno y normal en democracia. En lo personal desde adolescente y por circunstancias fortuitas, viví de cerca una huelga de hambre, marchas, injusticias, represión y luego un golpe militar que -literalmente- cambió mi vida. Creo que esos contextos influyeron en mi acercamiento y simpatía hacia una izquierda rebelde y solidaria. Posteriormente en la universidad y con lecturas académicas se reafirmó mi identificación con tal ideología, aunque debo aclarar que nunca participé de ningún grupo, ni partido político.
Creo que nuestro oficio, además de informar, debe generar transformación, reflexión, pensamiento crítico, etc. Nunca se debe ocultar el apego y simpatía por los más desprotegidos del sistema, se debe exhibir la corrupción, la connivencia y los abusos del poder (poderes fácticos). Es más, el periodismo debe visibilizar todas las anomias sociales alejándose del doble discurso, complicidad y cercanía con el poder.
-En las últimas 3 décadas el periodismo se fue transformando ¿Qué opinas de eso?
–Como todas las personas y cosas en el país, todo cambia, dice la canción -sonríe, achinando aún más sus ojos, y continúa- Los años no pasan en vano y estamos atravesando momentos atípicos. En nuestra actividad uno nunca deja de aprender, hay premisas básicas (rigor, contexto y contraste de fuentes) pero en estos años de desenfreno virtual y hedonismo procaz hay que tener más respeto por la audiencia y por el oficio, ser auténticos, pues.
-Nuestra cotidianidad, con la popularización del internet, la inteligencia artificial y la manipulación virtual sin límites, se reconfiguró. ¿Qué lectura haces de eso?
–Hace unas semanas escribí un artículo titulado “En sentido estricto la objetividad, no existe” donde abordo el tema y recordé la frase del maestro Miguel Ángel Granados Chapa “En conclusión debemos apegarnos a los hechos, cuando su veracidad y relevancia es sólida, ésta naturalmente se impone, y además nuestra credibilidad depende de ello”.
Y los últimos años, no solo vivimos la pandemia del COVID, sino otra mucho más fuerte la epidemia de la posverdad, la cual tiene como constante el menosprecio de la evidencia, los hechos y los elementos objetivos del contexto. Conclusión: Todo el mundo se cree dueño de la verdad, verdadera y absoluta (sic).
En nuestro oficio, no escribimos para quedar bien con todo el mundo, es natural en democracia que nuestro trabajo y artículos de opinión gusten a unos y a otros no. Es más, en una sociedad diversa y plural, es vital. En periodismo si te consideras de derecha, izquierda u otro, debes decirlo y asumirlo -dicha acción, es honesta y válida- Por otro lado, todos los sectores tienen intereses, y estos a veces chocan. De hecho, los medios tienen una línea editorial definida. En el caso nuestro lo fundamental es decir la verdad periodística, argumentada y respaldada con solidez, sin manipular, ocultar, ni camuflar información, cuando uno se dedica a esto sin lugar a dudas, se afectan intereses y estos reaccionaran -de alguna manera-
Sin darnos cuenta, pasaron 3 horas y calmó la lluvia, “Gracias a Dios es viernes” diría la canción y la dinámica chilanga es febril en el centro histórico. Al despedirnos veo alejarse a Fidel Carlos como siempre a ras de tierra, a pasos cansinos con su bolsa verde al hombro, entre la multitud va rumbo al metro Allende, y en ese instante escucho de fondo “Primera, llamada primera…” pronto el espectáculo de Kukulcán.
———- O ———-
(*) Periodista y abogado
Categorías
- Artículos de Opinión (673)
- Artículos Literarios (123)
- Canal Interés Público (Videos) (62)
- CDMX (México) (375)
- ESTADOS (México) (73)
- Internacional (91)
- Latinoamérica (70)
- Libros (PDF), Reseñas y Documentales. (98)
- Prensa en General (1,430)
- Uncategorized (1)
Agradable narrativa que describe la esencia de un gran hombre que dedica su vida al periodismo. Soy colega y admirador del trabajo de Fidel.