-El libro más leído después de La Biblia
-Reflejo del colonialismo europeo
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Han pasado poco más de 300 años en que se publicó por primera vez una de las novelas que tuvo un éxito inmediato, y que puede ser considerada como el primer Best-seller de la literatura moderna, además de ser la obra literaria que inició la narrativa moderna de la literatura inglesa y según coinciden diversos críticos e historiadores de las letras universales, en su época fue el libro más leído después de La Biblia.
“Robinson Crusoe”, de Daniel Defoe (1660-1731), fue publicada en 1719, y desde su aparición acaparó la atención de los lectores ávidos de novelas de aventuras, de marinos, batallas y naufragios, y aunque no fue considerada como una obra para el público juvenil, sí impactó en campos tan distantes como la economía o la religión, De Foe narró las aventuras y las reflexiones de un joven marino, que desoyó los consejos de su padre y se fue a buscar la aventura en las embarcaciones, en los viajes de la poderosa marina mercante de Inglaterra y el interés que tenían los lectores de aventuras en lugares exóticos y desconocidos para los europeos.
La novela trata de las inquietudes, indecisiones y falta de visión de un joven que hoy podríamos clasificar como “de clase media”, que vivía con sus padres y hermanos en York, Inglaterra, y a quien su padre animaba a llevar una vida con un trabajo seguro, que no le absorbiera la vida y le diera lo suficiente para tener una existencia cómoda y sin sobresaltos, ya que “el mediocre -le aconsejaba su padre-, está condenado a las carencias y a la pobreza, pero el aventurero se arriesga y como puede ganar, puede perder”.
Pero Robinson no estaba conforme con atarse a un trabajo, soñaba con aventuras, por lo que decide abandonar la casa paterna y enrolase en un mercante que estaba a punto de salir del puerto, y as ahí donde comienzan las reflexiones que estarán presentes en toda la obra, pues él se arrepiente de la forma en la que abandonó a la familia.
En una expedición por África, el barco es capturado por piratas y la tripulación es convertida en esclavos, siendo su suerte estar al servicio de un árabe que siente cierta consideración y no le da una vida tan dura como a un esclavo; por ser blanco y con habilidades para navegar, le permite estar al cuidado de sus barcos.
En esta parte, De Foe muestra la superioridad de raza en la que se educaron los ingleses, pues Robinson es blanco, y de ninguna manera puede ser esclavo de un moro. Nuevamente abusa de la confianza que le brindan y con ayuda de un navegante portugués, puede escapar y se traslada al Brasil, donde se establece por un tiempo con mucho éxito en lo económico.
En Brasil se hace de tierras, las cuales trabaja y se vuelve un próspero terrateniente, lo cual es un reflejo del ideal del colono inglés, que con el trabajo, la dedicación y la disciplina lleva la civilización a tierras salvajes, vírgenes y mal trabajadas y administradas por sus habitantes originales, quienes necesitan de un europeo para prosperar.
Sin embargo, es convencido por sus colegas para realizar una nueva expedición a África en busca de negros para llevarlos en calidad de esclavos a las plantaciones en Sudamérica, que representaba una gran oportunidad de negocios, lo cual lo haría aún más rico y respetado en la región.
Sin embargo, una inesperada tormenta los hace naufragar frente a las costas de la desembocadura del Orinoco, siendo arrastrado a la playa de una isla desierta, donde permanecerá 28 años solo físicamente, pero acompañado de una enorme religiosidad y de muchos elementos de la civilización.
Ya en la isla, Robinson se da cuenta de que el barco se encuentra encallado y puede ir a ver si alguien se había salvado pero no fue así, toda la tripulación había sucumbido, pero pudo rescatar gran parte del cargamento, lo cual lo ayuda a sobrevivir.
Robinson rescata pólvora, armas, herramientas para labrar la tierra, ropa, papel, tinta -con la que escribe su diario-, tabaco, pipas y hasta cofres con oro, plata y joyas que lo convertían en un hombre muy rico, pero alejado de la civilización y en la más profunda de las soledades, ¿de qué le sirve la riqueza?, de ahí una de sus más profundas reflexiones.
Pero además puede rescatar unas Biblias, las cuales las lee, las analiza y se convence de la voluntad de Dios, por lo cual habla con Él y entiende que su destino no es fortuito, sino que es la voluntad de Dios; y como complemento, rescató a un perro que fue su compañía hasta que éste murió.
Después de muchos años, Robinson se dio cuenta que la isla no estaba completamente abandonada, ya que descubrió que un pueblo de indios caníbales, visitaban la playa para sus festines con carne humana, por lo cual los ataca y logra rescatar a un joven, al cual nombra como “Viernes”, ya que en este día lo rescató, y además de ser una compañía humana, lo ubica en dónde está la isla, hasta que puede escapar y regresar a la civilización.
Una experiencia espiritual.
La obra está escrita en primera persona y el protagonista transitó por diversas etapas que muchos seres humanos pasamos; joven, con ansias de aventuras y el desapego a Dios, la prosperidad donde nunca se acuerda de la divinidad hasta el naufragio, al cual considera una desgracia y una maldición, conforme lee y entiende La Biblia, cae en cuenta que es una prueba que Dios le pone. Platica con Dios y acepta su destino.
En ese tiempo, trabaja sin descanso, atrapa unas cabras salvajes y las domestica, cultiva la tierra, no tiene “malos pensamientos”, no necesita sexo, ni una mujer como pareja, solo, trabaja, prospera y vive lo mejor que puede, hasta que llega la compañía de Viernes.
Finalmente, ve su existencia en la isla como una especie de libro de Job, pues él también tuvo una dura prueba y cuando pasó, fue recompensado con una esposa, hijos, reconocimiento pues la gente lo admira y finalmente riqueza y una vida larga, próspera y llena de bendiciones.
Una lección de economía
Robinson Crusoe es una alegoría del sistema colonial europeo y una critica velada a los virreinatos españoles, que gozaban de abundantes riquezas minerales, pues el oro y la plata que abundan en los actuales México y Perú mantenían a la Corona española, que fue ociosa y basó su economía en la acumulación de metales preciosos, pero descuidó el comercio.
Por el contrario, muchas de las colonias inglesas carecían de metales preciosos, pero con el trabajo, la disciplina y el comercio, se creaba la riqueza y la gente promedio, tenía trabajo y era más próspera que los habitantes de los territorios conquistados por España.
Basada en hechos reales
Aunque De Foe no lo mencionó, se cree que el autor fue inspirado por dos hechos reales que fueron sumamente populares en Europa, y ambas historias se publicaron en diarios con mucho éxito. El caso del marinero escocés Alexander Selkirk, quien naufragó y pasó cuatro años en una isla desierta hasta que fue rescatado en 1709. La isla de esta aventura lleva el nombre de Robinson Crusoe y se encuentra en las costas chilenas.
Otro caso fue el del marinero español Pedro Serrano, quien tras un naufragio pasó ocho años atrapado en un pequeño atolón ubicado en el Caribe, hasta que fue rescatado, pero su fama fue el haber sobrevivido en un banco de arena.
En la cultura popular
Robinson Crusoe ha sido traducida a 119 idiomas y se han realizado diversas publicaciones en todos los formatos, así mismo se han realizado historietas, radionovelas y diversas adaptaciones cinematográficas.
Desde el inicio de la industria, el cineasta francés Georges Meliès hizo un versión en 1902; en 1997, el cine de Hollywood lanza una versión dirigida por Rod Hardy y con la actuación de Pierce Brosnan como Robinson Crusoe.
En el cine mexicano, el aclamado director español Luis Buñuel, en 1952 realizó su propia versión en coproducción con Estados Unidos, llevando en el protagónico al irlandés Dan O’Herlihy, y el papel de “Viernes” al actor mexicano Jaime Fernández; lo interesante es que fue filmada en Chile, en la propia isla Robinson Crusoe.
Para 1965, se realizó una versión cómica con Germán Valdés “Tin Tan”, “Tintansón Crusoe”, quien se acompañó de Lorena Velázquez y sus dos hermanos, Ramón y Manuel “Loco” Valdés.
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(*) Académico e investigador
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