Fotos © Yair Rodríguez
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El poblado Pomuch, ubicado en el municipio de Hecelchakán, Campeche, atrae miles de visitantes de diversas partes del mundo por una tradición ancestral que ha cobrado relevancia internacional; La limpieza de osamentas como parte de los rituales en vísperas del Día de Muertos.
Familias enteras empiezan a visitar el camposanto de la localidad desde la segunda semana del mes de octubre, esto con el propósito de extraer los restos óseos de sus familiares fallecidos y proceder a limpiarlos, así como cambiar las pañoletas en los que estos son envueltos, para posteriormente dejarlos a los rayos del sol.
Este ritual se ha ido heredando de generación en generación, y tiene como propósito dar la bienvenida al difunto en estas fechas ya que, según la tradición, es cuando baja para convivir con sus familiares en la tierra. Por ello, sus restos deben estar limpios y su pañoleta bordada con su nombre.
“Es una forma de decirles que aún los tenemos presentes y que nunca nos vamos a olvidar de ellos”, explica una de las personas que se encontraba limpiando los huesos de su ser querido que se adelantó en el camino hacia el descanso eterno.
Al llegar al cementerio del pueblo, se siente una vibra diferente y quizás un poco escalofriante para quien lo visita por vez primera. Pero la impresión va cambiando cuando se ve que desde el más pequeño hasta el más longevo de la familia participan con toda naturalidad en este ritual tradicional que no se sabe con exactitud qué año inició.
Durante el recorrido por el camposanto, nos encontramos con don Celso Dzul, un hombre de avanzada edad que se dedica a la limpieza de osamentas y confiesa que le va bien para estas fechas, ya que muchas personas contratan sus servicios por cooperación voluntaria que oscila entre los 200 pesos y la comida del día.
Don Celso, afirma que cuando realizó la primera exhumación estaba chamaco y le dio miedo, pero con el paso del tiempo lo vio como una forma de obtener ingresos y ahora les teme más a los vivos que a los muertos, y hasta platica con sus restos.
Este ritual único en el país es un acto de unión familiar, pero también un momento íntimo entre vivos y muertos, es común ver a las personas tratando con delicadeza los restos óseos e incluso emprender una plática que casi siempre termina al borde del llanto, debido a los recuerdos que se gestan en este peculiar encuentro entre vivos y muertos.
Nuestro amigo Celso, quien se encontraba limpiando los restos de la mamá de su nuera, nos cuenta que es importante realizar este ritual después de los tres años de que la persona falleció, de lo contrario se podría encontrar huesos adheridos a la piel.
En el año 2017, la limpieza de restos en Pomuch fue declarada como patrimonio cultural intangible del Estado, y en los últimos años, la agrupación cultural “Maya Kin” ha dado mayor realce a esta tradición con el “Festival de Día de muertos, Pomuch para el mundo”, que en esta ocasión se celebrará el 31 de octubre y es de acceso gratuito.
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(*) Periodista (EPCSG)
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