Foto 1, 2,3 : John Berger en Casa Lamm Cd. de México.
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Cómo hacen falta voces contundentes y precisas como la de Germán Dehesa, José Emilio Pacheco, Carlos Monsivais, Eduardo Galeano, José Saramago y John Berger, entre otros, por su aporte al pensamiento crítico, su mirada analítica a sucesos de México y del mundo, además de la fina disección a entramados sociales para leer y releer sus textos y claro, entender mejor los acontecimientos actuales.
Hace tres meses, se fue John Berger (falleció en Londres). Recuerdo la vez que lo conocí a través de una breve entrevista que le hice en Casa Lamm (Colonia Álvaro Obregón) cuando vino a México en 2007.
Todavía se lo veía, después de una conferencia, escribir sus dedicatorias en los libros de manera pausada, con una pluma fuente gastada, su mirada clara transmitía paz e interés a su interlocutor. Berger era capaz de proyectar buena vibra, sabiduría, experiencia y sensibilidad, sin necesidad de un traductor/traslater.
Fue cronista, crítico de arte, artista y testigo pleno del siglo veinte, incluidos los conflictos bélicos (sus secuelas), la guerra fría y la construcción de paz, entre otros. Narrador de historias de seres humanos en contextos diferentes, en sus textos se encuentran abrigo, originalidad y autenticidad.
En 1958, publicó su novela “Un pintor de nuestro tiempo”; en 1960, “Permanent red”, “El séptimo hombre”, “Modos de ver”. Luego, vinieron muchos más, donde abordó varios temas; pero en sus primeros textos llamaba la atención por escudriñar con rigor los dilemas de la relación entre arte y cultura.
Polémico y versátil, en sus conferencias nos recordaba que “la especificidad provoca la pérdida de la visión de todo lo que se encuentre por fuera del campo inmediato de especialización y el sacrificio de la cultura en general”.
Muchos de sus amigos (en México) lo recuerdan como un intelectual sabio, aunque curiosamente Berger dejó la academia muy joven y se creó en la brega, en el campo, expresando con urgencia vivencial su propia mirada, planteándose el mundo. Sus textos, lo llevaron a ser uno de los escritores/reporteros de una revista, donde el editor fue George Orwell (ni más, ni menos).
El periodista Luis Hernández Navarro en su libro “Sentido Contrario” se refiere a Berger como un escritor de observación sorprendente “Campesino, motociclista y poeta”. Receptor natural de las historias de los otros, su arte consiste en relatarlas con gran profundidad, se sumerge en ellas con pasión e identidad. En otra crónica Hernández Navarro escribe:
“Tuvimos el honor de escuchar y ver a John Berger el pasado 19 de diciembre a propósito de la presentación de su libro Con la esperanza entre los dientes. Berger por primera vez nos visitó y estuvo en Chiapas para participar en un ciclo de mesas redondas. Con su habitual lucidez, sensibilidad y franca humildad nos leyó un conmovedor relato, Las abuelas, y compartió algunos puntos de vista sobre la situación de las comunidades zapatistas, su mirada indignada lo decía todo: están en peligro, estamos en peligro, por ello hablo del sufrimiento que existe hoy en el mundo. La ideología consumista, que se ha vuelto la más poderosa e invasiva del planeta, nos quiere persuadir de que el dolor es un accidente, algo contra lo que nos podemos asegurar. Ésta es la base lógica de la crueldad de tal ideología”.
Al emigrar por segunda vez a México a principios del milenio, me encontré casualmente con libros de Berger, paulatinamente me convertí en su lector. Luego cuando un amigo historiador (Salvador Ávila), que defendía su tesis doctoral (Voces y ladridos), me invitó a su acto de grado, volví a encontrarme con su original mirada (citas de Berger), por ejemplo:
“El perro es el único animal que posee un sentido histórico del tiempo, pero jamás podrá ser un agente histórico. Sufre la historia, pero jamás podrá reproducirla”.
Así que cuando Berger vino a la ciudad no dude en seguir sus actividades y asistir a la primera actividad pública del autor. Al final, dialogué con él varios minutos: “Soy un periodista boliviano, también inmigrante desde hace varias décadas y lector asiduo de su producción literaria” – le solté- Berger siempre miraba de frente, abría los ojos en cada frase, sonreía de manera espontánea, siempre agradecía la atención, se interesaba, acercaba, abrazaba, en cada contacto visual se esforzaba por hablar en español, se percibía su energía vital. Me llamó la atención su interés por Bolivia y el proceso contemporáneo, estaba informado sobre Evo Morales, al final me dijo “mi solidaridad, deseo lo mejor para su país”.
Me quedo con una afirmación que me impactó y acercó a su obra: “Vivimos un sueño, soñado por otros. Te hacen creer que eres libre, pero de algún modo estas controlado por las previsiones del capital, que hace -por ejemplo- que haya migración/migrantes para desplomar salarios y condiciones laborales, fortaleciendo así la reproducción del capital, a partir de la fragilidad y manipulación de sociedades”. También me guardo de Berger la luz de su calidez humana, su abrazo a la otredad tan lejana y extraña en tiempos neoliberales. Descanse en paz “contador de historias” así solía definirse.
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ES HALAGADOR QUE HAYA ESTAS PUBLICACIONES, QUE ILUSTRAN Y ANIMAN. (CEL +59176910877)
ATTE.
RENE AGUILERA FIERRO
PRESIDENTE UNIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS DE TARIJA – BOLIVIA
Slds. y buena vibra desde Cd.Mx. Sr.Rene, buen camino