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Cuando Eduardo Galeano, escritor uruguayo, vino a Bolivia para la primera posesión de Evo Morales, dijo algo contundente y cierto: Que el pueblo de Bolivia le perdió el miedo a las presiones, a las amenazas y a los chantajes del imperio y de la derecha. Fue bien aplaudido. Es uno de mis escritores favoritos. El miedo siempre estuvo presente en la historia de Bolivia y de América Latina, porque fue el instrumento poderoso que usaron los conquistadores españoles, las dictaduras militares, el imperialismo e incluso la religión para someter a un pueblo, y dejarlo sumido en la indiferencia y el propio miedo.
Y cómo se impone el miedo?: con la mala administración de justicia, la comunicación política, los discursos, la policía, los conflictos y la cárcel. Sin duda, la comunicación y la información son dos armas eficaces, y eso lo entendió el gobierno central desde un principio, y por ello volcó su interés y las inversiones en los medios de comunicación social. Instalando radios comunitarias, fortaleciendo el canal estatal, una agencia de noticias, un periódico, además de destinar fuertemente recursos económicos en publicidad y en cooptar medios de televisión. Está en su derecho, es parte del arte de la política, y de gobernar. Así lo hicieron muchos otros gobiernos, de derecha, de izquierda o de otra índole. También el Gobierno Municipal lo viene haciendo.
Pero ahora se presenta otro escenario, porque más que nunca el ser humano está comunicado y tiene todos los mecanismos comunicacionales a su alcance. Somos seres de comunicación. El espectro de la comunicación social se ha ampliado y diversificado de tal manera, que cualquier suceso que pase en la China o en cualquier pueblo olvidado, nos enteramos al segundo de ese hecho. Desde el celular hasta las redes sociales hacemos comunicación y periodismo ciudadano. Pero lo peligroso está en que algunos ministros han puesto el ojo en las redes sociales, y a través de procesos judiciales buscan dos cosas fundamentales: meter miedo a la gente para que no difunda o comparta críticas o mensajes contra alguna medida, y regular las redes sociales, ponerles frenos a las alas de la imaginación o encarcelar a la libre expresión, derecho de toda persona a pronunciarse por cualquier medio o dar a conocer su estado de ánimo.
El caso de dos jóvenes procesados y enviados a Palmasola no es aislado ni nada por el estilo, por el solo hecho de haber compartido memes contra el ministro de Gobierno, debe ser una alerta bien clara y grande para todo ese universo de gente que ha encontrado en el Facebook, linkedin, instagram, whatsApp, twitter y otros un espacio para sus opiniones, sus fotos, su malestar, su alegría, su enojo, porque ese espacio se puede achicar o en su caso no utilizarlo porque le entró el pánico, le inundó el miedo, que quizás eso buscan ahora con estas señales que dan desde la justicia servil y el acción ministerial.
El ideólogo y comunicador por excelencia del nazismo, Goebbles decía “La política es el arte más elevado que existe, ya que el escultor solo da formas la piedra, la piedra muerta, y el poeta solo a la palabra, que en si misma está muerta. Pero el hombre de Estado da forma a las masas, les da ley y estructura, les infunde forma y vida para que surja un pueblo de ellas”. Probablemente ese es el camino que están adoptando: a las masas hay que moldearlas, hay que conducirlas, hay que someterlas, pero en base no solo a las acciones y obras gubernamentales, municipales, o departamentales, sino usando como estrategia poderosa, dos elementos centrales que tiene la política: el miedo y la comunicación, porque eso penetra hasta el alma, hasta la conciencia y al final uno toma la decisión de evitar meterse en problemas, vivir más tranquilo y se impone la autocensura.
En una democracia no se puede ponerle celdas ni cadenas a la libertad de expresión, a esa libre expresión de cada uno y una, no se puede enjaular a la imaginación como fuerza creativa. Recuérdese el mayo del 68, que movilizó a millones de jóvenes descontentos, y cambió estructuras obsoletas, bajo un mensaje claro: “La imaginación al poder”. Son otros tiempos, pero el poder se puede ver afectado por esa imaginación de la gente que tiene en las redes sociales un motivo más para alegrarse, reír, enojar, aprender, compartir, llorar, informarse, expresarse, comunicar y soñar.
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