–Violencia y acción, pero del lado de la justicia.
–Mario Almada, más de 400 cintas filmadas.
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Ya fuera con pistola en mano, a puño limpio o incluso, a latigazos, su figura es inconfundible, y a pesar de que sus cintas no fueron calificadas como cine de calidad, de esas películas mexicanas que recorrieron festivales internacionales, obteniendo diversos galardones -pero que muchas de ellas no son muy conocidas-, sus cintas llenaron enormes salas de cine en todo México y en el sur de los Estados Unidos, vendieron boletos y aún hoy, se siguen pasando por televisión y siguen siendo las producciones preferidas por mucha gente.
Son los conocidos “Hermanos Almada”, Mario y Fernando, hombres rudos pero humanos, una especie de antihéroes mexicanos, que fuera de los protocolos, saltándose la ley y aplicando la justicia a su modo, siempre estuvieron del lado del bien, de los buenos, castigando lo mismo a proxenetas que abusaban de mujeres inocentes, que a malos policías, narcotraficantes o bandas de violentos motociclistas.
Las temáticas de sus cintas se basaban en corridos norteños como “La banda del carro rojo”, “Contrabando y traición”, la crítica señalaba que eran cintas violentas, llenas de balazos pero aceptaban que los grupos musicales que participaron en estas producciones -Los Tigres del Norte, en muchas de ellas-, tenían el éxito asegurado por la gran cantidad de gente que las veía, y que gustaba de la música norteña.
Fernando Almada, nacido en 1929 y hoy con 93 años de edad comenzó primero como actor, tanto de cine como de teatro, pero no fue muy conocido hasta que compartió marquesinas con Mario, su hermano (fallecido en 2016), quien desde sus inicios tuvo ese ángel con el espectador, que lo siguió en más de 400 películas.
De hecho, Mario Almada tiene el récord de ser el actor a nivel mundial con más cintas filmadas, (más de 400) donde se hizo famoso por usar sombrero y botas texanas, lentes oscuros y ser rápido con la pistola; siempre recio, recto, el espectador lo identificaba con el fiscal incorruptible, el sheriff que impartía justicia a su modo, sin importar las formas, o como el policía comprometido con la justicia.
Su época dorada fueron las décadas de los 70 y 80, mismas que actores estadounidenses como Clint Eastwood y Charles Bronson se encumbraron a nivel mundial, siguiendo la misma figura del justiciero solitario, que no cree en las instituciones, Eastwood en el viejo y salvaje oeste, y Charles Bronson, “El vengador anónimo”, en las calles violentas de Nueva York, impartiendo justicia callejera.
En México, la industria cinematográfica era duramente criticada por otro género popular, que producía filmes al por mayor pero sin calidad -decían ácidamente los especialistas-, como lo fue el cine de ficheras; actrices guapas, desnudos, albures, siendo la época dorada para cómicos metidos de galanes como Alfonso Zayas, César Bono, Alberto Rojas “El Caballo”, Luis de Alba,, Sasha Montenegro, Angélica Chain, quienes con las hoy llamadas “sexicomedias”, llenaban las enormes salas cinematográficas de todo el país.
En salas que hoy son sólo recuerdo del pasado de la Ciudad de México y plática de viejos como El cine Sonora, el Mariscala, el Francisco Villa, pasaban funciones dobles, alternando alguna cinta pícara como “Los gatos de las azoteas”, con una de acción, como “El gatillo de la muerte”, con los Hermanos Almada.
Lo que no dicen los críticos y detractores del cine nacional, y no aceptan es que esas cintas de bajo presupuesto y de poca calidad, mantuvieron viva la industria, llevaron alegría y distracción a las grandes masas que sorteaban como podían las recurrentes crisis económicas y políticas de la época.
Aunque claro, eran otros tiempos, otros estándares de belleza y violencia que hoy es ampliamente superada en los videojuegos y producciones de streaming.
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(*) Docente e investigador (UAM-Azcapotzalco)
