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El último viaje llega sin avisarnos, sin prepararnos, sin decidirlo.
A veces, no nos permite ni despedirnos y nos vamos sin un adiós, sin un abrazo, sin un te amo, sin un perdóname.
Mientras vivimos, realizamos tantos viajes y hacemos tantos planes, pero nunca pensamos en ése… que llega cuando menos lo esperamos y como un ladrón nos transporta a otro plano.
Es como un rapto que deja una estela de dolor y llanto, es inexplicable y lleno de asombro, cuesta creerlo porque parece una mentira y es una lucha para los nuestros poder aceptarlo porque duele tanto, que hasta respirar se hace difícil.
Nunca pensamos que en cualquier instante podemos perder la vida y la desperdiciamos corriendo tras muchas cosas, acumulando bienes y apegándonos a todo, cuando sabemos que nada nos llevaremos.
A veces, salimos de casa dando un portazo sin pensar que quizás, ese sea nuestro último adiós y será el último recuerdo que dejaremos. Pero así, es como vivimos… “Inconscientes”.
Ver morir a tanta gente a mi alrededor, me ha hecho reflexionar sobre este tema y al observar mi vida, puedo ver que mi vida es sólo un eco lejano, que se ha ido gastando y sólo es un cuarto lo que me queda, pero cómo puedo saberlo?
Si el tren de regreso, sólo te recoge sin avisarte.
No le importa si estás dormido, si estás despierto, si estás desnudo o si estás vestido, si estás o no estás listo, sólo llega… Y con él, te lleva.
Y me doy cuenta.
Cuánto tiempo he perdido postergando cosas que quiero hacer, esperando el mejor momento.
Pero ¿cuál es el mejor momento? Me pregunto.
Y descubro que éste, es el mejor momento, el único que existe y el único en que puedo ser y actuar.
Y decido que, a partir de hoy, quiero vivir mi presente y dejar de postergar las cosas, porque este momento es el único seguro y lo viviré día a día, como si fuera el último.
Para comenzar, hoy quiero agradecer por tantas cosas y quiero darles las gracias ya, a todas las personas que forman parte de mi historia; han sido como especies alimenticias que le han dado sabor a mi vida, sin la presencia de ustedes, sería insípida y vacía y quiero que se den cuenta de la importancia y el valor que tienen…
Todos los días quiero agradecer al gran espíritu por todo lo vivido, por todo lo aprendido, por todas mis fallas y, sobretodo, porque he amado, porque amar, es lo único que me ha llenado, ya que para amar, fuimos creados.
Quiero saldar cuentas con la vida, quiero perdonar y pedir perdón por todos mis errores, soltar y dejar ir todas mis amarras y así, como Amado Nervo, poder decir: “Vida, nada te debo, vida estamos en paz”.
Entonces estaré listo para tomar ese último viaje, sin miedo ni culpa.
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