• La crónica deportiva también crea violencia
• Una semana en la gloria, la otra en el infierno
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Escenas poco vistas en Estados Unidos, el país que a sí mismo se ve como un sitio seguro, donde las inversiones fluyen para hacer grandes negocios, el país que se presume por la gran tecnología que cuenta para brindar seguridad en todos los ámbitos.
Las fuerzas policiacas de los Estados Unidos actúan, en algunos casos, con fuerza excesiva, pero lo que a muchos indigna por el uso desmedido de la misma, a grandes sectores de la sociedad estadounidense, les brinda eso que es el principal reclamo en sociedades como las latinoamericanas: que las fuerzas policiacas actúen y brinden seguridad, pues esa es responsabilidad que le corresponde al Estado.
Y la violencia que vemos en los noticiarios, donde sujetos desequilibrados arman balaceras, toman rehenes o causan verdaderas masacres como las que se vuelven tristemente célebres como las sucedidas en campus universitarios, le dan la vuelta al mundo y cuestionan la salud mental de la sociedad estadounidense, pero ahora, al terrorismo radical y doméstico, a la amenaza siempre presente de un tiroteo o al abuso policiaco contra minorías (latinas y negras, en mucho de los casos), hay que sumar los deplorables hechos que se dieron en el estadio AT&T, tras la eliminación de los Dallas Cowboys, en el juego de la ronda de comodines de la NFL, y nos referimos a la violencia de los aficionados contra el llamado “Equipo de América”.
Y es que Dallas ganó el campeonato de la división Este de la Conferencia Nacional, pero con un calendario que les permitió ganar 12 juegos contra 5 perdidos. Unos cuantos periodistas y líderes de opinión serios, objetivos, dijeron que este récord era engañoso, pues los Cowboys le pegaron a equipos mediocres, de media tabla para abajo, y cuando se enfrentaron a equipos medianamente contendientes, fueron barridos, es decir, Dallas no tenía posibilidades reales de contender por el Super Bowl.
Pero Cowboys es uno de los equipos más populares a nivel mundial, genera ganancias millonarias, sus jugadores son verdaderas estrellas que hacen comerciales, que realizan labor social y que, durante la temporada, son seguidos, asediados, satanizados y divinizados por los medos de comunicación, por lo tanto, Dallas es un ícono, un equipo casi divino y sobrenatural, que no puede perder.
Sin embargo, la realidad es otra y al menos esta temporada, los “Chicos de la estrella solitaria” no tenían equipo para ganar y fueron eliminados en el primer cotejo contra los 49’s de San Francisco. Desgraciadamente, los miles de aficionados creyeron que ganarían y tras otro año de no trascender, las cosas se salieron de control y brotó la violencia en el estadio.
Videos que hoy son virales muestran a aficionados líandose a golpes en las tribunas, otros tantos arrojando botellas de agua y todo lo que tenían a la mano al pasillo que lleva a los vestidores, en tanto, los jugadores esperan que la lluvia de objetos pase para poder ingresar a las entrañas del AT&T Stadium, uno de los más modernos y caros de todo el mundo.
Pero, ¿qué excepcional puede ser que los aficionados muestren su rabia, dolor y frustración porque su equipo pierde? ¿Acaso no sucede lo mismo en el fútbol? En Argentina o Brasil no sólo lanzan botellas de plástico, las barras arman verdaderas batallas campales, y en ocasiones han dejado varios muertos.
En el fútbol es algo que es común (pero no porque sean hechos que se repitan, es “normal”, y mucho menos positivas); en países tan diversos como México o Perú, Alemania o Ghana, los hechos que se provocan por el desborde de pasiones en común, y los protocolos que utilizan los cuerpos policiacos deben ser cada vez más violentos y estrictos, las barras son asediadas, los integrantes violentos identificados y en países de primer mundo, son expulsados de por vida y no pueden ingresar a los estadios de fútbol,, tal es el caso de Inglaterra y su batalla contra los hooligans.
Entonces, ¿por qué una lluvia de botellas de agua causa tanto alboroto? En primer lugar, porque este hecho se da en Estados Unidos, en el país que se ve a sí mismo como el “país más seguro del mundo”, porque sus fuerzas de seguridad cuentan con un enorme arsenal tecnológico, con protocolos que caen en la exageración y con un seguimiento hacia los fanáticos que para muchos son invasivos, como el registro de sus tarjetas de crédito (con las que pagan las entradas al estadio), su plena identificación en bases de datos, entre otros.
En segundo lugar, porque la NFL presume de brindar un espectáculo familiar, seguro, donde familias enteras pueden asistir con niños de brazos, sin temer que una campal se arme en las tribunas. El espectáculo de la NFL, deja cantidades impresionantes de dólares en ganancias, promueven el respeto a las minorías y otros “valores occidentales”.
Vamos a tomar en cuenta, que la misma liga obligó a Daniel Snyder, dueño de los ex Pieles Rojas de Washington, a cambiarles el nombre, pues el adjetivo “piel roja”, es considerado como ofensivo y peyorativo, finalmente los patrocinadores del equipo presionaron, y Snyder se vio obligado a cambiar el nombre, que, por cierto, aún se está buscando-, y en las últimas dos campañas, han jugado como Washington Football Team.
Así, esta liga no acepta entrenadores que hagan comentarios racistas (Jon Gruden), no toleran la violencia doméstica, ni a los acosadores sexuales (Deshaun Watson, el QB que enfrenta acusaciones de 22 masajistas por abuso sexual), pero… ¿exagerar las coberturas a un equipo no es promover la violencia?
Ese es el motivo por el cual la violencia estalló en el AT&T Stadium; muchos periodistas y líderes de opinión deportiva no pararon de elogiar a Dallas; y el alabar tanto a un equipo durante toda la temporada, crea falsas expectativas entre la afición, y la gente termina creyendo que su equipo es invencible, y cuando se enfrenta a la realidad y pierde, la gente se frustra, se mete en una dinámica de masas y cae en la violencia.
Se dice que puede perder cualquier equipo; pueden perder los Santos, los Bills o los Gigantes, y no pasa nada, pero cuando pierde Dallas es una gran tragedia nacional; la derrota se magnifica y los jugadores que hace una semana eran héroes y personajes sumamente populares, ahora son los más malos de todo Malolandia. ¿Y cuando gana? También se magnifica, se glorifica y el discurso y la narrativa en los medios no para de alabar.
Y si este análisis resulta exagerado, simplemente veamos lo que sucede con la Selección Mexicana de Fútbol, nuestro TRI que crea tantas expectativas, que hace que tanta gente se ilusione cuando le pasa por encima a un equipo centroamericano, pero que se frustra y se llena de rabia y rencor cuando pierde contra Brasil o Argentina.
Recordemos que vivimos en la posverdad, donde se escucha lo que se quiere escuchar y donde todos somos hipersensibles.
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(*) Periodista y docente
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