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NIP 24/12/21 (CDMX). ¡Ya lo vi! es un alebrije de fin de año, de nostálgica mirada que se arrima -aún más- a lidiar con mi espejo interior (con ese yo que es otro). Ambos se observan, se acicalan y después, encaminan sus almas hacia inquisidores textos y relatos. Unas veces atinados, otras ingratos, difíciles o frustrantes.
En tal senda, es imposible detenerse o invocar “falta de tiempo o condiciones adversas”. Creo que la palabra se va con quien mejor la sirve o la siente.
En ese mundo de espejos y reflejos, escribir es vivir. Quizás para no darnos cuenta que somos los Pedro Paramos del eterno Rulfo, Don Juan se divierte regateándonos tiempo, silencio y soledad.
Con los años me acostumbré a registrar ideas, conceptos e historias (grabarlas o escribirlas) donde sea, y como sea. Tal proceso se convierte en algo obsesivo, transparente, consecuente. No son otra cosa más que mi visión del mundo -incluido-, dudas, alegrías, temores.
Ellos vienen, me acechan desde adentro y se revelan en momentos clave junto a cronopios que a hurtadillas, esperan sigilosos. En fin, cuando escribo me comunico conmigo mismo. O no?
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(*) Periodista (EPCSG) y economista (UAM-A)