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“Cuando todo parece posible, \luego todo parece imposible.”
Con esos versos cargados de pesimismo, que empero, reflejan una realidad circunstancial, que suele darse repetidas veces, en la existencia de diferentes mortales, Gabriel Salinas empieza su poemario “Sátira menipea y algunas escenas de fantasmas lacanianos”.
Gabriel Salinas es periodista cultural, ensayista y poeta boliviano autodidacta. Ha trabajado como columnista del área durante varios años y publicado varios ensayos sobre letras, música y artes visuales bolivianas, desempeñándose también como curador de diversas muestras artísticas e histórico sociales.
Gabriel a través de su poesía, que contiene una fuerte carga antropológica, filosófica y psicoanalítica de orientación lacaniana, escribe pensando filosóficamente, sin que desaparezca la poesía, comprobando que la literatura es el resultado de la razón humana y, como tal, es construcción que brota de la razón y en su caso, brota en versos:
“(…) \Y a pesar de eso… \Vivir… ¿por qué no? \Tan sólo hace falta un poco de ingenua esperanza \Risueña voz de amor que se alimenta de la tragedia”.
El género sátiro menipea, por lo general está escrito en prosa, que posee una longitud y estructura similar a una novela y posee una naturaleza de epopeya, una narrativa fragmentada, la combinación de numerosos blancos distintos, y de un movimiento rápido entre estilos y puntos de vista. Debe su nombre al filósofo y escritor griego Menipo de Gadara. Empero, Gabriel Salinas es un poeta transgresor y escribe también en versos, poemas que reflejan actitudes mentales e íntimas, haciendo una auto crítica, al tiempo en que hace una crítica a la existencia humana:
“He roto los versos que te escribo \Porque nacen heridos de muerte \en la esterilidad donde germina nuestro destino (…)”
Siempre con la mirada crítica, Gabriel cuenta en versos de tono intimo la historia de vida de muchos, que no, necesariamente, corresponde a la existencia del poeta, mismo cuando se sabe que todo poema es una mímesis o representación de la realidad porque siempre parte de ésta y nunca totalmente de la imaginación pura; por eso, advertimos que Gabriel Salinas tiende a la universalidad:
“(…) Nada nos protege ya, del sabio viento otoñal.\Dispersadas nuestras esencias como semillas, \brotaremos al resguardo de los elementos, \encontraremos otros mundos para sentir \ energía e ilusión, alimento vital agotado acá. \… \ Nuestro lar tornó infértil, cual ciénaga baldía, \suelo imposible de sostener cualquier sueño. \Volemos lejos, evitemos el caprichoso apego, \nada podremos construir acá, sólo frustración.”
La riqueza del fondo es propia de Salinas. Es un poeta joven, bastante ambicioso en lo que se refiere al significado de la poesía. Su léxico sencillo y sus construcciones a veces, nos ayudan a entender el amor a través de la metafísica y ésta, a través del amor:
“La anarquía de tu silencio \Inquieta mi alma en vilo \Ante la escena demencial \De tu muerte en vida \Iluminada por el sol victorioso\Que al alzarse sobre el mundo \Niega toda voluntad negada \La anarquía de tu silencio \Agita el velo que nos separa \A la distancia de un aliento \Esa intuición irreal de la realidad \Que se torna insoportable \Cuando te pienso con fatalidad \… \Entonces, la anarquía de tu silencio \Me dice demasiado o muy poco \Y no alcanzo a responder \Con un guiño atinado \Que ponga tu nombre de nuevo en mis labios.”
Gabriel Salinas logra crear imágenes sobre la realidad. De esta manera, como decía Octavio Paz: “la literatura expresa a la sociedad, la retrata, revela y recrea, aun cuando no sea literatura de denuncia social”. Todo porque la poesía de Salinas, mismo poseyendo un carácter filosófico, no es totalmente racional ni es totalmente irracional, mismo sin partir totalmente de la imaginación.
” (…) -Entonces, descubres que no eres especial. \Entonces, navegas en un espacio infinito, \pero yermo, como un verso maestro, \arrastrado por la tragedia, \que se revela cual epifanía estética, \trascendida por el ruido histérico \de la belleza industrial, \entre tanto de todo, \tornándose efímeramente excitante, \paradoja del asecho mortuorio-. \Y entonces, sin más. \A tan sólo un segundo de distancia, \ante una indiscernible exhalación involuntaria. \Ese fuego poderoso \en el que todos los elementos se enamoran, \el ardiente apetito por devorarlo todo entre todos, \irradia deseo, energía y luz, \y así sean imperceptiblemente metafísicos, \son visibles gracias a un laberinto de espejos, \que forman y deforman, sin reparo moral, \la apuesta del ser, por volver a la vida.”
El poeta argentino, Jorge Ángel Livraga, dice que el filósofo, bebe agua de la misma fuente que el poeta. Así, el poeta Gabriel Salinas se alimenta de la filosofía y a cambio regala al mundo su poesía:
“Hasta que sumido en el dolor humillante de existir con una máscara rota, el espectro nefasto se descubre en su miserable condición, y se rompen los cristales del espejo enmudecido, ahora sin nada que decir, por fuera de su mecánico aburrimiento, sobrellevado con una solemne hipocresía.”
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(*) Licenciada en Filosofía. Gestora cultural, escritora, poeta y crítica literaria. Columnista en la Revista Inmediaciones (La Paz, Bolivia) y en periodismo binacional Exilio, México.