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NIP 10/11/20 (CDMX). Es fuerte y crucial la pugna que se vive en la Unión Americana para retener o recobrar el poder político en manos de uno de los dos grupos que emprendieron su lucha (de clases entre capitalistas) por el dominio y poder hegemónico dentro de ese país y por el mundo.
Lo que se puede percibir, de acuerdo al desenlace de las elecciones y tras las acusaciones de irregularidades o fraude es que se esperará al pronunciamiento oficial de la Corte Suprema de Justicia de esa nación para saber quién es el ganador. El veredicto llegará en varias semanas.
La contienda pasada no fue una más en la historia reciente de EU; sino una batalla dispuesta a encarar la política iniciada ya desde la administración de la presidencia de Bill Clinton cuya directriz ha consistido en aplicar y expandir la política de globalización económica mundial impulsadas por las élites plutocráticas a través de economías abiertas y desreguladas por todo el mundo; con el relato capitalista de que traerían la prosperidad y el bienestar para todos los habitantes del orbe aplicando la gobernanza para la administración de los Estados.
Parece que esa promesa de prosperidad y bienestar estuvo ausente en muchos hogares estadounidenses en las últimas tres décadas (desvaneciéndose así, el sueño americano para varios sectores de la sociedad).
Antes de Trump ambos partidos conformaban el mismo proyecto político y representaban al mismo grupo de poder que se servía (por medio de ellos) para que jugaran en favor de sus intereses.
Trump un magnate de ligas mayores recogió el descontento e insatisfacción de gran parte de la sociedad, dispuesta a defender su cultura, libertad, familia, religión, patria y valores tradicionales. El republicano hizo oídos sordos a la voz de la agenda globalista de los liberales banqueros (financistas), que lideralizados por la bolsa de valores, plataformas tecnológicas, universidades, medios de comunicación, complejo militar industrial, farmacéuticas, etc. impulsan a Biden como su caballo de Troya para defender y promover sus desmedidos intereses en desmedro de otra gran parte de la sociedad. Resultado, hoy dicha sociedad está polarizada.
Gane quien gane no se descarta la probabilidad de conflictos sociales que pudieran afectar la gobernabilidad.
Esperamos que sea la justicia de la Corte Suprema norteamericana quién dilucide lo sucedido. Por mientras, hacen bien las otras superpotencias como Rusia y China junto a México, Brasil y Turquía en esperar los resultados oficiales de quién es el ganador de la presidencia; para enviar sus felicitaciones.
(*) Analista/economista (UAM-Azcapotzalco)
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