“Por circunstancias diversas, algunos descubren la vida
a través del impacto de la finitud humana…”
(LA FINITUD TEMIDA por Fidelgando)
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NIP 16/05/20 (CdMx). Mientras países europeos relajan medidas para retornar lentamente a una realidad diezmada por el COVID, en América Latina, el cenit (curva máxima) de letalidad, sube exponencialmente, lo cual hace, que algunas naciones endurezcan medidas y otros sean arrasadas por la pandemia exhibiendo contradicciones, intereses políticos y pésimo manejo.
En México, vivimos un par de semanas de fase amarga, cuyo incremento continúa en pico alto y se refleja en cerca de 5500 decesos y 50 mil infectados, es decir el momento más difícil por el veloz aumento de contagios. Impacto que si bien estaba previsto y anunciado por el Consejo de Salubridad General, pone a prueba la estrategia del Programa Centinela (Mitigación, aplicada desde la primera semana de enero), en un contexto donde industrias clave como la minería, la construcción y la automotriz proponen reanudar actividad –claro- con todas las medidas de protección a los trabajadores (pruebas PCR y sana distancia).
El programa, criticado por sectores y países del continente fue defendido en su aplicación por científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmando que “No se puede pedir que México mida igual que otros los contagios por Covid-19, el modelo Centinela es bien establecido en varias áreas de estudio (multifactorial), y en general es confiable y funcional”.
Aquí, se considera importante saber cómo se va a administrar el contagio cuando sea inevitable el regreso paulatino a la actividad social y económica. Por ello, se incluye en el modelo una diferenciación de grupos de edad y la regionalización de medidas de mitigación. Entonces, el regreso a la nueva realidad (luego del periodo crítico) deberá ser pausado, porque la reactivación de labores -de golpe- podría traer consigo un rebrote viral. Es decir, el país deberá acostumbrarse a tener la guardia alta (mientras no exista una vacuna), pues el COVID podría retornar más agresivo, aunque de todas formas seguirá afectando a la humanidad durante los siguientes años.
En dicho tenor, la investigación de los centros científicos públicos de México (Universidades e Institutos) continúan a contra reloj para apoyar a la Nación, hace unas semanas se anunció que el Instituto Politécnico Nacional desarrolla ventiladores mecánicos propios y va en avanzado progreso las pruebas rápidas (en 15 minutos) para personas asintomáticas, lo cual sería un logro internacional.
También, se continúa con la estrategia de combatir la Infodemia (sobreinformación sobre el virus, falsa o no), además de la difusión y transparencia de mensajes de médicos especialistas en conferencias vespertinas diarias en Palacio Nacional.
En tales circunstancias el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien apostó desde un inicio por la austeridad, el no endeudamiento y el Estado de Bienestar presentó las bases de su “nueva política económica”, un ensayo que sienta bases de políticas públicas que impulsará su Gobierno en tiempos del coronavirus, modelo que propone como eje dejar de ver a la economía sólo en función del crecimiento económico.
Remarcó que su ensayo debe servir de guía para trabajo de todos, funcionarios públicos, Fuerzas Armadas y sectores de mayores ingresos, entre otros. El objetivo buscar dispersar más apoyos a personas con menos recursos para fortalecer la capacidad de consumo, lo que favorecería –en general- al comercio y la industria. Se busca salir de la pandemia inyectando recursos para fortalecer la economía popular, además la entrada en vigor del T-MEC reactivará la generación de empleos y bienestar.
También explicó que dicha propuesta “no son ocurrencias, sino producto de reflexión y experiencia que recoge los sentimientos del pueblo y es que, es importante cambiar el modelo neoliberal vigente en el país para enfrentar los efectos de la contingencia sanitaria y regresar fortalecidos a la nueva normalidad”.
Por otro lado, comparto la visión del filósofo Oscar de la Borbolla, cuando afirma “No podía darse mejor momento para reflexionar sobre la eternidad que la actual circunstancia de encierro. Es tan claro que el tiempo no fluye, que el presente se ha estacionado, que no se mueve, que no se quita, que está ahí. Y, por ello, se me ocurre que la exasperación que muchos experimentamos es el contexto indicado para acometer un concepto que, normalmente, carece de un referente claro. Porque la eternidad es esto: el presente estacionado.
A la luz de esta vivencia se vuelven pueriles las visiones escatológicas del más allá. Es un hecho que no soportamos el presente, es decir, la permanencia de lo mismo, la indistinción del lunes y del martes. En el actual encierro, los días de la semana se han vuelto intercambiables, aunque, en el fondo, todos los días tienen el clima amodorrado del domingo“.
Finalmente, el pánico social, la contingencia, el confinamiento y su fase amarga mostraron con toda crudeza las desigualdades, la injusticia, la doble moral y otras anomias extremas. Y creo precipitará la caída del capitalismo neoliberal -tal como la conocemos- . En consecuencia al reactivarse en varios países la economía, deberán aprenderse las lecciones y sufrimiento que dejó la pandemia, para no reiniciar como estábamos antes. ¿No cree?
(*) periodista (Escuela de Periodismo CSG) y economista (UAM-Azcapotzalco)
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