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NIP 15/03/20 (CDMX). Años atrás conocí a un colega, quien solía jactarse de saberlo todo, no quería leer más porque –según él- lo había leído de su amplia biblioteca. Sin darse cuenta proyectaba un tufillo de soberbia y desdén, casi al final del encuentro le pregunté cómo enriquecía o incorporaba a su vida cotidiana (positivamente o negativamente) los mensajes de sus últimos libros leídos. No supo contestarme.
En realidad la construcción del ser humano, su sensibilidad, su empatía, su solidaridad, etc., tienen distintas vertientes. El ser social es la expresión concreta resultante de la interacción como individuo, su entorno natural, la cultura en la que nace y las instituciones que le vienen dadas (con vicios y virtudes), medio en las que se desarrolla a lo largo de un ciclo temporal. Es decir el ser no es, se construye y tal circunstancia no ocurre de la noche a la mañana, sino tarda –aplicada una norma o dirección- varios años, incluso generaciones.
En sociedades polarizadas y de posverdad -en general- es frecuente “la enfermedad del sabelotodo” que significa mostrar exagerada confianza en razones cercanas más a actos de fe que a reflexionar con argumentos, sentido común y método científico. Los sabidillos caen en la soberbia, primero se vuelven arrogantes, luego se consideran indispensables, insustituibles, y finalmente no aceptan un “No” como respuesta, es decir no saben perder.
Por otro lado, cuando la ignorancia humana, se la asume positiva y creativamente puede ser un detonante de controversia sana y superación tanto individual como colectiva. Saber realmente algo implica o debería implicar que otro algo se ignora. Sólo los petulantes (Ej. declaraciones de políticos) usan el cinismo cuando afirman “ya saber todo lo que tenían que aprender” es decir ignoran que ignoran, lo cual los conduce a ser imprudentes y no medir consecuencias ante la sociedad.
Otros virus del Siglo XXI
En un artículo anterior señalé que el odio y el miedo son virus letales desde siempre, para observar su actualidad globalizada solo hay que ver reacciones y conductas actuales por el Covid 19 (histeria colectiva, decadencia moral, manipulación, especulación económica, etc). Es más, cada vez se intensifican imágenes apocalípticas en Europa y Estados Unidos, ciudades del primer mundo con brigadas de personal sanitario que recuerdan a Chernobyl, suspensión de clases, reuniones cívicas, culturales o religiosas, empleos perdidos, cancelación de vuelos entre otros. El terror a la pandemia –literal- cambió de la noche a la mañana a buena parte de la población europea y el mundo.
Nosotros -en general- seguimos en la normalidad cotidiana, aunque la SEP ya anunció que a partir del 20 se suspenden clases en todo el país, por otro lado la información sobre escenarios próximos y activación de protocolos una vez anunciados, se siguen puntual y disciplinadamente. De todas formas la crisis ya se viene encima y hay que afrontarla (por encima de sectores que desean ver muertos para externar odios y resentimientos).
Por otro lado, considero que el actual gobierno no debe caer en presunción de inferir un control total del virus –sobre todo- en provincia, ya que pueden existir brotes locales o comunitarios no detectados, debido a la ausencia de vigilancia epidemiológica en ciudades como Tijuana, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, entre otras fronterizas con Estados Unidos. Sin lugar a dudas se vienen tiempos de cataclismo.
Finalmente, sobre la Hiperrealidad.
En el texto Cultura y Simulacro, Jean Baudrillard (filósofo y sociólogo francés, 1929-2007) habla sobre el simulacro y como este fenómeno se ha presentado en la sociedad contemporánea manifestando la hiperrealidad, creando así una construcción de imagen falsa, una construcción artificial, que conlleva a un intento de perfección cuya utilización genera un olvido de la realidad.
Así pues, la comunicación se ha transformado con la sociedad, y adoptó nuevos significados (siglo 21), un cambio paulatino con las relaciones sociales, por ejemplo en la actualidad podemos comunicarnos a través de messenger, facebook , twitter , whatsapp, instagram, etc. Todos son medios en los cuales la sociedad interactúa de manera “hiperreal”, permitiéndonos estar conectados con todo el mundo en el lugar en el que nos encontremos.
Baudrillard en el texto el éxtasis de la comunicación habla de cómo estos nuevos espacios de interacción han logrado que se regule todo desde lejos, específicamente se refiere a las relaciones sociales y el ocio.
La hiperrealidad se junta íntimamente con la comunicación, y la transforma a tal punto de crear una realidad virtual.
Otra reflexión del filósofo francés señala que: Vivimos en un universo extrañamente parecido al original -las cosas aparecen replicadas por su propia escenificación. Como Disney World que es un modelo perfecto de todos los órdenes de simulacros. En principio es un juego de ilusiones, de fantasmas y fantasías (los Piratas, la Frontera, el Mundo Futuro, etcétera). Se cree a menudo que este “mundo imaginario” es la causa del éxito de Disney, pero lo que atrae a las multitudes es, sin duda y sobre todo, el microcosmos social, el goce religioso, en miniatura, de la América real, la perfecta escenificación de los propios placeres y contrariedades.
Sin lugar a dudas, los conceptos anteriores serán estudiados con nuevos matices, impactos y consecuencias frente a la pandemia actual.
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(*) Periodista (EP Carlos Septién) y Economista (UAM Azcapotzaco)
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