Fotos: Gleen Close y Yalitza Aparicio (Medios virtuales Internet)
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En un artículo anterior, expuse mi opinión sobre la multipremiada película “Roma” de Alfonso Cuarón, la evocación que me provocó tal inercia de circunstancias de los años setenta y ochenta, recordé gran parte de las colonias de la ciudad y sus contextos precisamente cuando curioso y obsesivo caminaba –en ese entonces- buscando salas de cine y espectáculos vespertinos.
De la película –argumentando mi subjetividad- destaqué su excelente producción, acompañada de la actuación natural e impecable de Yulitza Aparicio y de la historia en general que nos trae a la memoria fragmentos de “El Halconazo” o “Matanza del jueves de Corpus”, de 1971.
A la par, hace unas semanas, en Redes sociales surgió una intensa polémica, por un lado aplausos para Yalitza y por el otro descalificaciones explícitas que muestran un tufo de clasismo y racismo execrable, hasta que el propio Cuarón salió a la palestra pública y afirmó que su cinta había dejado al descubierto que México continua siendo un país racista, donde no se perdona el éxito y remató “Se que estoy diciendo una generalidad, pero la estructura social –lamentablemente- se construyó bajo esas bases”.
Quizás añadiría que dicho fenómeno se extiende y se presenta con más fuerza en toda América Latina, por los orígenes coloniales comunes, entre otros aspectos. Por ejemplo en Bolivia desde hace tiempo se vive un marcado regionalismo, clasismo y racismo, los cuales –a inicios del milenio- cuando estuve ahí constaté en dos contundentes frases “colla, raza maldita” y “perro cunumi (Estudio etnográfico sobre Santa Cruz, El Hábitus Camba de A.Waldmann)”.
En tal sentido, creo que más allá del millonario marketing y los tiempos e intereses políticos que vive Estados Unidos, la nominación de Yalitza Aparicio tiene un gran valor simbólico por lo que representa su papel y ella misma -en sí-.
Este domingo, millones de mexicanos tendremos la mirada fija en las pantallas de televisión a la espera que “Roma” haga historia alzándose con varios Óscares y si no es así, sus 10 nominaciones ya la convierten en estímulo a nuevos directores y producciones mexicanas, además de recordarnos que como sociedad todavía padecemos anomías sociales que debemos superar.
A propósito del racismo, el actor Viggo Mortensen (quien vivió su infancia y adolescencia en Argentina) también nominado a un Oscar por su papel como chofer italoamericano en “Green Book: una amistad sin fronteras” menciona que su interpretación es un pasito hacia el entendimiento racial, su película está ubicado en Estados Unidos entre 1936 y 1966 e insiste “Aportamos un granito de arena en la lucha contra la ignorancia socio-histórica, y hay que ser claros la discriminación es fruto del odio y surge del miedo y la ignorancia, lastimosamente los términos y los gestos discriminatorios y racistas evolucionan en cada generación, una forma de luchar contra la ignorancia es la experiencia compartida, escuchando y observando con la mente abierta”.
Finalmente, suscribo las palabras de Dolia Estevez (periodista independiente) cuando afirma: Si la cinta dirigida y escrita por Cuarón resulta premiada en la categoría de Mejor Película y, en un extraordinario golpe de suerte, Yalitza Aparicio en la categoría de Mejor Actriz, Hollywood habrá hecho historia con un veredicto irrevocable: Roma es una obra maestra y nuestra “pinche india” una gran actriz.
(*) periodista (EPCSG) y economista (UAM-A)
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Muy buena reflexión!
Gracias querido Doctor Otilio. mi admiracion de siempre. Atte. Fidelgando