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La rebelión de los empresarios.
Germán Larrea pertenece al grupo denominado Consejo mexicano de negocios. Nada menos que la agrupación de las 400 empresas y/o familias que poseen el 80% del Producto Interno Bruto de México. Dicen que tiene cincuenta mil empleados en toda la República.
Es propietario de la empresa minera que ha contaminado el río Sonora. Pertenece a este grupo privilegiado de los súper multimillonarios mexicanos a quienes les han condonado impuestos, mientras que el Gobierno se los cobran al resto de los mexicanos, es también propietario de la cadena Cinemex, que ha destruido al cine mexicano.
El empresario Larrea la paga a sus empleados salarios de alrededor de $3,754 al mes. Los mejores pagados, menos del 10% profesionales titulados, alcanzan salarios de 7,000 pesos al mes. Es para este grupo para quienes los últimos presidentes, desde Salinas de Gortari hasta Peña Nieto han gobernado; y han gobernado muy bien, porque los han vuelto súper multimillonarios, empobreciendo al resto de los mexicanos.
Para que Larrea pague los salarios que paga, se ha modificado la ley federal del trabajo. A los trabajadores se les ha despojado de todos los beneficios laborales, de toda seguridad social, médica, se les ha vuelto esclavos del siglo XXI; y se les está quitando la escuela pública con la famosa reforma educativa, para que sean esclavos por generaciones.
Lo que está haciendo Larrea es mandarles una carta a sus empleados para que no voten por Andrés Manuel López Obrador, para que sus empresas, además de Grupo Herdez, Lala, Coca Cola, etc, etc conserven su derecho a seguirles explotando; para que se termine de legislar lo que se tiene que legislar en el paquete de las reformas estructurales. De manera que el resto de los mexicanos, sean la mano de obra barata, que ellos (empresarios mexicanos) necesitan para poder competir con China.
Los que creen que tienen educación superior y que son parte de esta élite, porque tienen coche último modelo, que lo sigan creyendo. Por lo pronto los pequeños y medianos empresarios ya se dieron cuenta de que en este festín ellos son las presas y no los comensales.
(*) Cineasta
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