PENSÁNDOLO BIEN…
Cien mil muertos después / El nuevo planteamiento de Peña Nieto contra las drogas marca un cambio de paradigma
JORGE ZEPEDA P. 21 ABR 2016 – 00:20
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Han muerto más mexicanos en la guerra de las drogas que argentinos, chilenos o brasileños (sumados) en las luchas contra las dictaduras militares de fines del siglo pasado. Parecería una comparación ociosa y de mal gusto, toda vez que los carteles de la droga remiten a un entorno criminal y la represión de la disidencia en el cono sur a un tema político. Pero bien mirado, los 100.000 muertos que han caído en México en los últimos 10 años son también el resultado de una decisión política.
No sólo porque el Gobierno mexicano optó por una política prohibicionista y una estrategia de confrontación policiaca y militar ante un fenómeno social (consumo de drogas) y económico (producción y trasiego de enervantes). El Estado decidió enfrentar el problema a sangre y fuego. Al introducir masivamente al Ejército en este combate privilegió la erradicación violenta incluso por encima de una vía estrictamente legalista. La solución militar convirtió a los soldados en un ejército de ocupación en un entorno en el que el enemigo se mimetiza con la población. Y no se trata de un eufemismo; la guerra contra las drogas es en buena medida una guerra contra la población civil: más de la mitad de las averiguaciones y gran parte de las encarcelaciones son por el delito de posesión de droga (no por tráfico), por no hablar de las miles de víctimas inocentes producto de “daños colaterales”.
Pero también es una tragedia que tiene orígenes políticos porque responde a un designio de los Gobiernos estadounidenses, sean republicanos o demócratas. Para nadie es un secreto que la mayor parte del trasiego transcurre por territorio norteamericano (la distancia de Nueva York o Baltimore a la frontera es inmensa y supone que la droga pasa por carreteras plagadas de patrullas, sheriffs y elementos del FBI o la DEA sin que sea molestada). Y desde luego, el grueso de la compraventa se realiza en dólares y en territorio estadounidense.
No obstante, Washington ha preferido que la sangrienta guerra de trincheras tenga lugar al sur de su frontera y que el costo en vidas sea asumido esencialmente por su vecino. Aplaudidos por su “valor y firmeza”, los dos últimos presidentes mexicanos, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, cumplieron encantados el papel asignado e hicieron de México el frente de batalla de esta guerra interminable.
El planteamiento que Peña Nieto hizo este martes en la sede de la ONU constituye un giro radical y el primer paso de un cambio de paradigma. No sólo reconoció el fracaso de la estrategia seguida (a la que puso nombre: “Iniciada con Richard Nixon”); sino también propuso un nuevo marco político, no prohibicionista. En el decálogo esbozado aborda el tema del consumo como un problema de salud, aprueba la legalización de la marihuana medicinal y pide abandonar los instrumentos penales.
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Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/20/mexico/1461179724_872174.html
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