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La ética periodística ha llegado tarde a los medios en el mundo (y así continúa), México no ha sido la excepción. Desde que consigue su independencia de España (27 de septiembre de 1821) ya aparece el embute: pagar para callarse o decir lo que quiere el que paga.
En esa época hay un episodio que protagonizan dos iconos del periodismo independiente: José Joaquín Fernández de Lizardi y Carlos María de Bustamante; el primero fundó El Pensador Mexicano en 1812, por cuyas críticas el virrey Venegas lo encarcelaría medio año —desde prisión El Pensador se siguió publicando, pero ahora con alabanzas al siguiente virrey, Calleja, quien lo libertó en 1814 (Periodismo en México: 500 Años de Historia de Luis Reed Torres y María del Carmen Ruiz Castañeda)—; el segundo, acérrimo seguidor de José María Morelos, fundó El Correo Americano del Sur (1812-1813), un medio fundamental para la Independencia. Después de caer el primer emperador de México, Agustín de Iturbide, llega a la presidencia de la república (1824-1829) uno de los líderes insurgentes, Guadalupe Victoria, quien le asigna un sueldo como capitán de caballería a Fernández de Lizardi para que no publicara asuntos comprometedores; enterado Carlos María de Bustamante, nuevamente diputado (Iturbide lo había destituido y encarcelado por sus críticas en su semanario La Avispa de Chilpancingo) hizo pública esa situación y, ya que era un opositor ostensible al gobierno de Victoria, quedó excluido del Congreso de 1825 a 1828.
Más tarde Porfirio Díaz censuró, compró a periodistas, creó sus propios medios y favoreció a otros. En 1888, el gobierno tenía treinta periódicos subvencionados en la capital; 27 periódicos oficiales en los estados y casi toda la prensa del interior. Según un cálculo aproximado de El Hijo del Ahuizote, al estado le costaba más de un millón de pesos al año (El periodismo en México. 500 años de historia). En 1896, nació El Imparcial; don Porfirio lo subvencionó con 50 mil pesos al año y permitió vender el diario en un centavo el ejemplar, lo que arruinó a medios críticos.
En el nuevo siglo, las condiciones no cambiaron mucho. La prensa se acostumbró a ser subsidiada por el gobierno y los periodistas a recibir prebendas. Por supuesto, siempre han existido medios relativamente independientes y periodistas éticos; asimismo hay personajes que también destacaron por vender su pluma, como Regino Hernández Llergo, famoso por la entrevista con Pancho Villa para El Universal en 1922, que se considera como preludio al asesinato del Centauro del norte. Regino fundó las revistas que incluyó a los intelectuales más importantes de su tiempo: Hoy (1937), Mañana (1944) e Impacto (1955). El periodista y escritor Edmundo Valadés, quien trabajara con Regino, le dice a Miguel Ángel Sánchez de Armas que en la época de Lázaro Cárdenas, Hernández Llergo publicó “unos artículos en contra de la expropiación petrolera que le habían pagado las compañías”. Valadés agrega que las mujeres y los caballos eran su pasión. “Y el periodismo”, señala el reportero: “Sí, claro —responde Valadés—, pero como medio para tener mujeres y los caballos […]. Se mantuvo Hoy dos años en una línea insobornable. Y ya que tomó fuerza se dedicó a vender todo: editoriales, reportajes, entrevistas, todo, todo. Entraba dinero por Hoy como un río de oro.” (En Estado de Gracia. 1997).
El arquetipo de periodista corrupto es Carlos Denegri, el más famoso columnista de mediados del siglo XX, que desde el diario Excélsior encumbraba o liquidaba vidas y honras. Sus contemporáneos señalan que cobraba muy bien lo que publicaba, pero era más caro pagar por lo que callaba. De él dijo Julio Scherer, quien fuera su último director: “Denegri, fue el mejor periodista del siglo XX, pero también el más vil”.
FUENTE: https://www.etcetera.com.mx/nacional/los-medios-y-la-etica-en-mexico/
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