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CDMX (22 de octubre 2025). Hace tres meses escribí sobre “Bolivia, un pais fragmentado” frente a las elecciones presidenciales de agosto, que luego derivara en un balotaje en octubre.
En dicho artículo (y para los lectores de México), expliqué que si a Bolivia, conocido también como el corazón de Suramérica, se dividiera en 4 partes. Tres cuartas partes, serian trópico, selva y valle y solo una cuarta, andina. Allí su capital y sede del gobierno.
Expuse, la diversa y gigantesca geografía para los 11 millones 300 mil habitantes en sus 9 Departamentos (equivalente a Estados), en un territorio de 1 millón 100 mil kilómetros cuadrados.
Destacando las conexiones del eje central: La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, que une a las ciudades con mayor población y actividad económica, un pais que, según el censo de 2024, casi el 40 % de la población se autoidentifica como indígena originaria o campesina, obviamente ello incluye una forma de ser y cosmovisión propia.
Bolivia un país con desigualdades, contradicciones y anomias, como gran parte de América Latina, cargó sobre sus hombros a presidentes militares, políticos cuestionados y caquistócratas. A la vez, que adoleció de políticas públicas de integración y un proyecto nacional consistente, por lo que el regionalismo, clasismo y racismo se profundizaron. Es decir, los problemas (incluidas las secuelas económicas de la pandemia del COVID-19) y las pugnas internas que definen al país, continuaron y se profundizaron en el actual gobierno.
Abordé el tema de integración, pertenencia e identidad como un mecanismo de supervivencia, una reflexión que pretendía ser un acercamiento a un tema multifactorial. Y para visualizar el contraste de ambas realidades, establecí algunas variables del contexto mexicano.
Evidentemente un pasado colonial nos une, de tal manera que la desigualdad y carencias en todo el continente, profundizaron las clases sociales reflejando a su vez: racismo extremo y corrupción, entre otros males sociales.
En el caso de México, fue la educación pública encabezada por José Vasconcelos, posterior al periodo de la revolución mexicana (1910-1917) que, logró generar un nacionalismo con sentido de pertenencia, una clase media más o menos homogénea y una mexicanidad sólida a pesar de contradicciones propias del periodo. Similares circunstancias de integración no pasaron en Bolivia.
CONTEXTO ELECTORAL BOLIVIANO
Previo a las elecciones de agosto de 2025, y en medio de crisis económica, actos de corrupción, mala gestión pública y confirmada la separación de Evo Morales a contender por la presidencia. Se profundizaron divisiones dentro del Movimiento al Socialismo (MAS). En tal contexto, los partidos políticos alrededor de Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga parecían tener asegurado su regreso al poder.
Sin embargo, la ambición de dichos lideres y la guerra sucia extrema entre ambas fuerzas, generó un hecho inusual ya que, en primera vuelta, ganó el binomio Rodrigo Paz – Edman Lara. Evidenciando: a) sombrías intenciones detrás de una inversión millonaria en campaña y asesores, b) excesivos sesgos y pagos mediáticos (a redes sociales y medios tradicionales), y c) encuestas con resultados favorables a quien los contrata, entre otros.
Por otro lado, el protagonismo y contrapeso del uso del internet, también fue clave en la primera y segunda vuelta electoral, obligando a reacomodos en escenarios atípicos.
Todas las variables del escenario político en candidatos de derecha, y centro derecha (como se autodefinen) fueron confluyendo y favoreciendo a Paz-Lara. Van algunas precisiones:
1.Cansancio de gran parte de los electores por la presencia de actores añejos en procesos electorales, desde un cuarto de siglo, atrás.
2.Irrupción emergente de un candidato que antes fue alcalde de Tarija y parlamentario.
3.Aparición de un factor popular determinante, el capitán Edman Lara, un ciudadano común que se enfrentó a un sistema corrupto policial y judicial.
En retrospectiva, el binomio ganador, en la primera elección hábilmente se colocó al centro, y continuó así en el balotaje, ante un contendiente que representó a una derecha radical y los venció.
No obstante, quienes siguen a Evo Morales siguen conservando poco más del 20 por ciento, allí reside su fuerza y habilidad. Politólogos del continente lo consideran un animal político, precisamente por su destreza e instinto para hacer política.
En relación a la variable 3, expuesta líneas arriba, el bloque popular se desplazó a favor de nuevos símbolos y actores, porque en toda elección tambien se juegan: identidades, origen y empatía social. Aquí el rol de Lara fue fundamental porque una clase media en ascenso lo apoyó, se identificó con sus denuncias sobre la erosión moral del Estado, además hizo suyas preocupaciones cotidianas (precariedad laboral, inseguridad, injusticias, transporte público, mercado, falta de combustible, etcétera).
El clivaje sociológico entre lo camba (oriente) y lo colla (occidente), fue desnudado en mensajes racistas de hace 15 años de Juan Pablo Velasco, exhibiendo su doble moral. Además de la guerra sucia cultivada por consultores de Alianza LIBRE, al frente del ecuatoriano Jaime Duran Barba, tuvo un cenit y límite, afectando la campaña de Tuto Quiroga.
En este análisis tambien subrayo que, perdieron los autonombrados partidos de izquierda cercanos a Luis Arce Catacora y a otros personajes. En tal suceso se debilitaron lealtades y al no haber alternativas viables, hubo migración y -reitero- reconfiguración de tales agrupaciones populares.
El Partido Demócrata Cristiano (PDC) que acompañó a Paz y Lara, acertó al presentarse como una expresión de derecha diferente, con austeridad y trabajo a ras de suelo, no sectaria, ni separatista, Dicha narrativa paulatinamente absorbió a sectores afines al MAS.
Bolivia, despues de conocer a sus gobernantes electos (2025-30) debe construir espacios de diálogo y gobernabilidad: sí deliberar, sí argumentar, sí razonar, pero no insultar, ni engañar, ni exhibir prejuicios racistas, clasistas y regionalistas. Es tiempo de ordenar el desorden en todos los sentidos.
Finalmente, recuerdo la similitud -salvando las distancias- de promesas electorales en el 2018 de Andrés Manuel López Obrador, que cuando fue presidente, en gran parte materializó, como: austeridad republicana en el gobierno (recorte de sueldos en presidencia y secretarias de Estado), recorte de funcionarios con privilegios, desaparición de órganos ineficientes, disminución de lujos, desaparición de pensiones vitalicias a expresidentes, prohibición del nepotismo en la burocracia, combate frontal a la corrupción y la transparencia absoluta en la comunicación gubernamental (conferencias mañaneras), entre otros. En conclusión, se debe gobernar con el ejemplo, autoridad moral y congruencia personal.
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(*) Periodista (EP. CSG) y economista (UAM-Azcapotzalco)

