
— Pobladores reclaman falta de apoyo inmediato.
— Sube a 48 la cifra de muertos y reportan 27 desaparecidos.
— Los fallecimientos fueron en Hidalgo, Puebla, Querétaro y Veracruz, donde las fuertes lluvias dejaron damnificados y daños en infraestructura.
———- O ———-
NIP y otros medios MX (Poza Rica, Veracruz 12/10/25). Un día después de las fuertes inundaciones que anegaron gran parte de Poza Rica, este sábado 11 comenzó para miles de habitantes de esta ciudad veracruzana la lenta y ardua tarea de remover los escombros de sus casas, buscar sus objetos más preciados, hacer el recuento de las pérdidas y tratar de recomponer todo lo que la crecida del agua se llevó.
Es una labor, dicen, que ellos han tenido que hacer por su cuenta, con sus propios recursos, ante la intervención nula o tardía de la Guardia Nacional, la Marina y otras instituciones de seguridad, que durante algunas de las horas más complicadas de la emergencia, simplemente no se hicieron presentes.
Durante un recorrido hecho por un diario local en algunas de las colonias más cercanas al río Cazones, cuyo desbordamiento provocó la inundación de Poza Rica, se pudo documentar que los vecinos enfrentan los daños con una mezcla de resignación y tristeza.
Pero hay también mucha rabia ante las declaraciones de la gobernadora, Rocío Nahle, quien afirmó que el río Cazones se había desbordado “ligeramente”.
En muchas calles, pueden verse aquí y allá decenas de autos volteados sobre el toldo, o en las posiciones y sitios más extraños donde la fuerza del agua los arrojó. Hay muebles, colchones y electrodomésticos por doquier, echados a perder por el agua y el lodo. También hay perros, gatos y hasta pequeñas lagartijas empapados de fango y productos de petróleo, cuyo fuerte olor se hace notar.
Urbano Martínez, quien vive en la colonia 27 de septiembre, se afana en escombrar la casa que comparte con cinco de sus familiares, y en donde una ola de agua mezclada con chapopote dañó o se llevó casi todo a su paso, sin darle oportunidad a los vecinos de hacer nada.
Alrededor de las 5 de la mañana del viernes, dijo, el nivel del agua del río y de los arroyos que éste alimenta subieron de manera tan abrupta, que “tuvimos un promedio de 8 a 10 minutos, ya exagerado, para salir corriendo. Si no, no lo hubiéramos logrado. La corriente del agua se oía impresionante y nos tumbó el portón”.
Su hermana Claudia, por su parte, observa con desazón cómo todos los bordados que ella y su madre realizan con figuras de flores, colibríes o jarrones quedaron empapados e inútiles. Aunque trata de darse ánimos a sí misma, diciendo que se pierde el material, pero no el conocimiento para trabajarlo, por momentos rompe a llorar de frustración y tristeza.
Ruth Verónica Cruz López, vecina de la misma colonia, dice que la única señal de alarma que dio alguna autoridad ante lo que estaba a punto de ocurrir lo dio Petróleos Mexicanos, con un silbato de emergencia que hace sonar a manera de advertencia, pero mucha gente no lo escuchó, por haber estado dormida, y perdió la vida al ser sorprendida por la tromba.
Sin embargo, también admite que los habitantes de este y otros asentamientos cercanos –los cuales se edificaron sobre zonas que antes cubría el río—se han acostumbrado a no hacer caso de los posibles daños de las crecidas de agua.
“Es como siempre: sube el nivel, va subiendo y la verdad, hacemos caso omiso”, señala la mujer quien pide la intervención de las autoridades para limpiar las calles y ayudar a la remoción de escombros.
Mientras tanto, en la localidad cercana de Álamo, ya comenzó a bajar el nivel del agua tras las fuertes inundaciones que también afectaron la ciudad, pero todavía no es posible ingresar con vehículos. La entrada, explicaron habitantes, sólo puede realizarse a pie, y se lleva alrededor de dos horas.
———- O ———-