
—También la Alameda Central, a pocos metros de Bellas Artes, fue tomado por todo tipo de comerciantes, hasta centro y suramericanos.
———- O ———-
NIP y otros medios MX (CDMX 25/08/25). La presencia del comercio ambulante en el Centro Histórico ha convertido las calles en espacios intransitables tanto para peatones como para vehículos, al ser tomadas por decenas de comerciantes informales que ocupan lo mismo aceras que parte del arroyo vehicular, quienes al grito de “bara, bara” ofertan sus productos.
Según información de la Plataforma Nacional de Transparencia, a lo largo del Centro Histórico y la Alameda se tienen contabilizados 14 mil comerciantes informales, lo que representa un incremento de 50 por ciento en los últimos tres años, cuando, de acuerdo con la Subsecretaría de Programas de Alcaldías y Reordenamiento de la Vía Pública, se tenía un registro de 9 mil 174 puestos ambulantes.
La presencia del comercio informal se complica con los ríos de personas que buscan los mejores precios en ropa, útiles y otros artículos, y que en algunos casos llevan a sus hijos pequeños cargados en hombros debido a las aglomeraciones. A esto se suma la circulación constante de bicitaxis y diableros, quienes pasan a un costado de los transeúntes gritando “¡ahí va el golpe!”, así como de motociclistas, lo que dificulta aún más el tránsito por demás colapsado.
Calles como Peña y Peña, Apartado, Academia, Moneda y Del Carmen –donde se ubica el Hospital General Gregorio Salas Flores, cuyos accesos para urgencias y ambulancias están bloqueados por motos y vendedores–, así como Correo Mayor, Moneda y Jesús María, se han vuelto intransitables y en zonas de alto riesgo de accidentes.
Vecinos aseguraron que su vida cotidiana se ha vuelto intolerable; en la calle Mesones, cerca de Ramón Corona, señalaron: “Estamos afectados porque la cantidad de ambulantes es excesiva, abarcan toda la banqueta, hacen pasar por el arroyo vehicular sometiendo a vecinos a un peligro. En caso de un accidente los taxis y ambulancias no entran”, acusó Sandra, nombre ficticio para proteger su identidad ante posibles represalias de comerciantes. Según vecinos, el problema se extiende desde Circunvalación hasta Pino Suárez, donde los comercios ambulantes se han vuelto un reto de obstáculos para los habitantes.
A su vez, los vendedores han encontrado nuevas formas de llamar la atención para vender sus productos colgando bocinas en los árboles a alto volumen, relató Sandra.
Aunque vive en un departamento al fondo de un edificio, el ruido se filtra y la obliga a convivir con él todos los días. A esto se suma que los accesos en esquinas están tomadas por puestos de comida, donde proliferan roedores, y acusó que hay ambulantes que normalizaron el robo de agua y luz.
———- O ———-