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NIP (1/02725). Sin lugar a dudas, tiempos inéditos que deben robustecer aún más la unión interna del país; con el arribo de la segunda gestión presidencial en Estados Unidos de Donald Trump, su discurso y primeras acciones beligerantes, pasarían a un segundo nivel (entre otros) declarando guerra comercial a varios paises vía aranceles. Y en la región destruiría de facto el Tratado de América del Norte T-MEC.
En el contexto previo, el mandatario hizo creer a su electorado que el “arancel” es parte de la fórmula para “Hacer a los Estados Unidos grande otra vez”, con la doctrina del destino manifiesto. Obviamente esta acción unilateral la emplea para amenazar y obligar a negociar a sus aliados (Ejemplo Canadá y México), en su lógica impondrá una tarifa del 25 por ciento para así presionar y frenar el flujo migratorio y el tráfico de drogas.
En tal sentido, recordemos que el “arancel” es un impuesto que se aplica a los bienes que se importan o exportan, también llamado derecho de aduana, sin embargo, Trump se refiere a las mercaderías (vía T-MEC) que ingresan a su territorio por importación, sin considerar el “doble filo” de dicha medida. De darse ese escenario, se haría daño a la economía nacional, pero al mismo tiempo al consumidor final estadounidense, encareciendo precios y otras variables.
Como lo mencioné en anteriores artículos, la presidenta Claudia Sheinbaum se mostró tranquila ante las amenazas y acciones de su homólogo, aunque en la “Mañanera del pueblo” señaló contundente que por cada arancel de EEUU a México habrá uno de México a EEUU. Incluso desde antes remarcó que se tiene preparado distintos planes (A, B o C) que solo se daría a conocer inmediatamente, si fuera necesario.
Lo interesante y positivo de la crisis con el vecino del norte, es que Donald Trump, a vista de todos, contribuyó a quitar la capucha o máscara a los intereses imperiales de EEUU. Por lo que México, tendrá que hacer recíprocamente lo que le corresponde y estar a la altura de ello. Sólido y fuerte sin espacio a la tibieza.
No debemos minimizar las intimidaciones y chantajes. La ciudadanía en general, debe tomar en cuenta que, cuando se pierde respeto y seriedad entre naciones, entran en operación mecanismos de respuesta directa (aun siendo paises asimétricos).
Por otro lado, en las normas del T-MEC esta que, el país que viole alguno de los acuerdos del mismo, deberá atenerse a las consecuencias y penalidades escritas con anterioridad.
Para concluir, la soberanía no solo es un valor en sí mismo, se refleja -también- en la dignidad y valores intangibles de los pueblos. Sin soberanía los países, pragmáticamente no se desarrollan, además la historia, nos recuerda que los estados que sacrifican soberanía, son aún más sometidos, convirtiéndose al final, en vasallos.
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(*) periodista (EP.CSG) y economista (UAM-A)