———- O ———-
NIP (Ciudad de México 08/10/24). Poco a poco se va afianzando la nueva forma de comunicar de Claudia Sheinbaum Pardo a la audiencia nacional, vía sus conferencias matutinas, llamada por ella misma “La mañanera del pueblo”. Ejercicio de comunicación política diaria, única en el mundo que inició el expresidente Andrés Manuel López Obrador, con más de 1450, a lo largo de su sexenio.
Iniciamos octubre con nuevo gobierno, nuevo formato, nuevas secciones y autoridades que paulatinamente se van conociendo. El mensaje inicial de la presidenta, es de fortaleza, tranquilidad y más cercanía al género femenino, entre sus acciones prioritarias estuvo trasladarse a Acapulco (Guerrero), por temas de seguridad y secuelas del Huracán John.
En la escenografía de las actuales conferencias, el color blanco y la brevedad son más recurrentes y acorde al estilo del gobierno. En general Inicia a las 7 y 30 y termina a las 9, en el se observa que la esencia de comunicación popular, transparencia y libertad temática de los reporteros, continúa.
En relación a las políticas mediáticas quedaron varios pendientes (ej. Notimex, la adjudicación de publicidad oficial, entre otros) que deben resolverse. Los medios públicos deben fortalecerse aún más y considerar a futuro la soberanía digital de México (como lo mencioné en un artículo anterior).
En estos tiempos, hay un periodismo que sienta presencia y sobrevive en el océano virtual (plataformas digitales) éste se considera -a sí mismo- independiente de la voracidad del dinero. Sin embargo, dicho ejercicio es criticado por medios tradicionales (corporativos) por ser -en sus palabras- un periodismo genuflexo y militante.
A propósito, algunas reflexiones: Precisamente los grandes medios y a la vez consorcios económicos durante varias décadas, fueron privilegiados por el poder político (no pago de impuestos y publicidad oficial millonaria), tales medios -literalmente- manejaron la opinión pública del pais (recuerdo una frase a inicios de los ochenta “Lo dijo Jacobo”) a la vez fueron construyendo un cerco mediático poderoso, impune y absoluto.
Obviamente, de esa perversa relación surgieron, intereses y una linea editorial incuestionable (auto nombrándose “soldados del PRI”). Es decir, la democracia había sido reemplazada por un autoritarismo y presidencialismo, extremo. Y eso, me consta porque lo viví, en las primeras etapas de mi oficio.
Lo curioso es que dichos personajes, periodistas e intelectuales, en este primer cuarto del siglo XXI, continúan -en general- disfrazando sus sesgos (filias y fobias), en ocasiones difaman sin tener ninguna prueba, o contraste de rigor, tampoco anteceden el supuesto de “podría o habría”. Lanzan los adjetivos y luego se escudan en la libertad de prensa a modo.
En esta nueva etapa de la República, varios de ellos al perder su credibilidad y gran parte de su audiencia (patrocinadores, incluidos), fueron afectados o despedidos. Las conferencias “mañaneras”, la aparición de nuevos comunicadores en redes sociales y la popularización del internet, lograron romper el cerco mediático. Los que todavía siguen, están apoyados económicamente para mantener el discurso político-empresarial que defienda los intereses de los dueños/propietarios.
Me resulta curioso ver -a otrora poderosos comunicadores- ser exhibidos con fake news y bulos que ellos mismos difunden, además del apabullante desgaste de credibilidad que sobrellevan. Aun así, suelen victimizarse y practicar “nado sincronizado mediático” en un mundo de posverdad e hiperrealidad.
“Vulgares militantes y activistas” acusan para descalificar e invalidar argumentos e investigaciones de medios de prensa virtual. Pero hay que definir antes, militancia ¿de qué? Aunque el tufo peyorativo, es evidente; si se es militante de los derechos humanos, de la justicia social, de la solidaridad y empatía colectiva, entonces -claro- que se practica un periodismo comprometido con dichas causas, ergo militante.
Por otro lado, en junio publiqué el artículo “En sentido estricto, la objetividad no existe” Allí explico que el periodismo es una actividad social, y como tal quien lo ejerce tiene propia opinión de los hechos que canalizará después a la audiencia de su medio. En la observación y decodificación de los sucesos informativos se trabaja con rigor, contexto y contraste de fuentes, buscando siempre el menor sesgo posible, más allá de la ideología o simpatía política, a la cual, como cualquier ciudadano, el periodista tiene derecho.
En el periodismo, en sentido estricto objetividad y neutralidad pura no existen porque: Por un lado, la línea editorial del medio, de inicio condiciona al reportero, por otro, como cualquier persona los comunicadores tienen interpretación propia y el relato de los hechos varía dependiendo de quién lo cuente y qué medio lo publique. Esta situación suele generar polémicas y críticas, pero hay un extremo que -después- se exhibe por sí solo y es cuando un periodista oculta o deforma conscientemente un hecho (Por ejemplo, cubre una manifestación sobre el conflicto Israel-Palestina y, de manera consciente, utiliza adjetivos, medias verdades, inferencias y da sólo una versión del hecho). Subrayo.
En tal circunstancia, todos somos parciales en el manejo de información, la imparcialidad es un “cliché” que repetimos sin reflexionar. En este contexto repito una vez más, lo que no se vale es mentir, inventarse datos, noticias y forzar manipulando deliberadamente (dando hechos por inferencias).
Finalmente, en este sexenio, el gobierno de Claudia Sheinbaum tiene mucho que hacer en el tema medios públicos, considero que debe construir un sólido proyecto y una política de comunicación inclusiva y social, que convierta a dichos medios -obviamente con recursos del Estado-, en competencia y alternativa real frente a los canales hegemónicos. Transitamos pues, tiempos de cambios y reformas, en consecuencia: momento apropiado para fortalecer la comunicación democrática y pública del país.
———- O ———-
(*) Periodista (EP. CSG) y Economista (UAM-Azcapotzalco).
