———- O ———-
NIP 29/09/24. Llegó a su fin el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, líder que encabezó el inicio de una circunstancia política heredada y que paulatinamente modificó el escenario nacional, a pesar de errores, atravesar temporales, entre otros. Su firmeza en el rumbo de las políticas públicas aplicadas en su gestión, y que fue expuesta con anterioridad en libros de su autoría y proyecto de nación (2018-2024), fue un camino distinto a la de sus antecesores. Tal rumbo, además de sus conferencias diarias (1450 en total), se reflejaron en su popularidad y aceptación al término de su mandato.
Y en estas horas en que entregará la presidencia a Claudia Sheinbaum Pardo, recuerdo una anécdota cuando fui profesor universitario (25 años) en clases de política, economía y prospectiva. Allí solía iniciar –a manera de provocación- con la etimología de la palabra economía, luego planteaba el papel de un gobierno federal en general y los grandes consorcios privados (multimillonarios y propietarios de medios de comunicación).
Es decir, entre ciudadanía (población económicamente activa) y propietarios (dueños de medios de producción) ¿De qué lado debería estar un gobierno y cuál debería ser su función? Una primera respuesta y de aproximación teórica era “de la sociedad, poseedora -solo- de su fuerza de trabajo, ya que, quien administra el erario público y está en la cúspide de un país – se supone- es, para defender el bien común, el interés nacional y a los sectores estratégicos, entre otros”. De nuevo, ¿de qué lado? Respuesta, de la sociedad civil –obviamente- con el objetivo de que exista “movilidad social y justa distribución de la riqueza”. Posteriormente se analizaban otros matices y circunstancias.
¿Por qué lo anterior? Porque administraciones anteriores nos llevaron al extremo de desigualdad y corrupción, llegándose a normalizar círculos viciosos, además de una pobreza extrema que creció hasta el 55 por ciento en México. Y en la normalización de dichas anomias rememoro la lectura de “Mexicanidad y esquizofrenia” (los dos rostros del MexiJano) de Agustín Basave. Edit. Océano 2010 (Donde el autor identifica algunas de las características disfuncionales de los mexicanos, que nos impiden consolidar el objetivo de alcanzar la equidad dentro del marco de democracia política y Estado de Derecho).
En 2024 estoy en una edad, donde puedo afirmar que fui testigo del proceso histórico de un anterior sistema político: autoritario, opaco y cómplice en desmedro de mayorías excluidas.
Reitero, en mi caso conocí políticas (teoría y praxis) de anteriores gobiernos, desde José López Portillo (1976-1982) hasta Enrique Peña Nieto (2012-2018), presencié el ejercicio de un presidencialismo duro y violento contra sectores civiles (independientes, estudiantiles, sindicales, indígenas, etc). Tal contraste y comparación con la gestión actual, nos ayuda a entender el momento que vivimos.
Así pues, en gobiernos anteriores las sociedades mediatizadas por intereses de comunicación oligárquica estaban eficazmente manipuladas. Y a los empresarios/propietarios se les garantizaba privilegios, ganancias y no pago de impuestos, en tal escenario, arribaron las “conferencias matutinas de AMLO” convirtiéndose en un contrapeso y ejercicio de comunicación política con alto impacto en la agenda nacional al crear difusión masiva e identidad colectiva.
Vienen a mi memoria, también cómo terminaron sexenios pasados, ejemplo: la bomba molotov en el palco de Palacio Nacional en los años ochenta; las máscaras de Salinas y “el chupacabras”; el repudio a Zedillo por el Fobaproa y las matanzas de Acteal; la burla hacia Fox; el grito de “asesino, asesino” a Felipe Calderón; la rechifla a Peña Nieto, en fin. Cuando se iban los presidentes, lo hacían en medio de una baja o insignificante popularidad, con reclamos, desprecio e indignación.
De allí, que este momento tiene una particularidad, entre otros aspectos el empoderamiento de una mayoría ciudadana que en general había sido relegada, olvidada y menospreciada. Su ejercicio, y cercanía con mensajes diarios redignificaron a pobres y no pobres, a jóvenes, mujeres y adultos mayores, que ahora opinan, participan y se involucran más exigiendo satisfacer demandas.
Y es que la soberbia del “establishment” anterior, que sometió y domesticó voluntades nunca entendió lo que el articulo 39 constitucional llama “Pueblo” (Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno).
En el camino se proyectó y materializó entre otros: Una igualdad simbólica e inclusión; una insólita convergencia entre lo prometido y realizado; aciertos económicos, grandes obras, un peso fuerte, la salida de la pobreza de 9.5 millones de mexicanos; la defensa de la soberanía nacional; el sentir a una patria compartida con intensidad y solidaridad, además de exhibir un rancio clasismo, racismo, misoginia, y discriminación.
Así se va el mandatario, arropado de un 65 a 70 por ciento de ciudadanos que vieron en su desempeño: inclusión, eficiencia y congruencia. Sin embargo, la vida pública y el país no termina ahí, ahora los reflectores se trasladan a Claudia Sheinbaum Pardo.
Atravesamos -pues- tiempos atípicos de carácter insólito, y en este sentido gran parte de la colectividad resentirá su alejamiento y adiós. Somos sociedades de afectos, pero también de pérdidas, duelos, y resiliencia.
En lo personal, conocí a AMLO en el desafuero de 2005, posteriormente tuve la experiencia de asistir a la primera semana de sus “mañaneras” y luego casi al final de la misma.
Su biografía viene de lejos y tiene larga data como luchador social; su congruencia, acción y discurso quedará registrado para estudios y análisis posteriores. Y por supuesto, resalto lo logrado con la reforma judicial y otras constitucionales.
Finalmente, en mi opinión el presidente pasará a la historia por todo lo expuesto y a pesar que quedan pendientes por resolver (Ayotzinapa, mayor descentralización, autosuficiencia energética y salud, entre ellos), en su mensaje final, AMLO blinda la continuidad de su proyecto y remata con un “Muchas gracias y hasta siempre” dejando a flor de piel una nostalgia en el país por haber sido testigos del inicio de un cambio de régimen. ¡Hasta siempre presidente!
———- O ———-
(*) Periodista (EP. CSG) y Economista (UAM-Azcapotzalco)
Categorías
- Artículos de Opinión (673)
- Artículos Literarios (123)
- Canal Interés Público (Videos) (62)
- CDMX (México) (375)
- ESTADOS (México) (73)
- Internacional (91)
- Latinoamérica (70)
- Libros (PDF), Reseñas y Documentales. (98)
- Prensa en General (1,430)
- Uncategorized (1)