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Milton Cortez. Actor y cantante (Invierno 2021, Ciudad de México)
OBSERVADOR DE LO INTANGIBLE:
Leer a Fidel Carlos Flores es recorrer el relato con los pies descalzos. En ese trayecto, el contacto con su narrativa llena de texturas, es, quizás, la mejor manera de dimensionar y palpar el cuerpo de su versatilidad.
Siempre separando y respetando estilos de acuerdo al género que le toca abordar, este textoservidor (Fidelgando) no se deja llevar por influencias que empañen su visión de la realidad y que exige el lector, al buscar la noticia (rigor, contexto y fuente); tampoco se mide en el momento de regalarnos su poesía cuando le toca ponerse serio (de cara) y dibujar ese mundo paralelo que habita lo subjetivo, pero que aporta un mundo de objetividad cuando nos reflejamos en él con honestidad.
No obstante la grandeza de su talento, es inevitable mencionar la inmensurable generosidad y humildad de este observador de lo intangible.
Gracias a su terca pluma, busca abrirnos surcos hacia la contemplación de lo que nos inquieta y nos define –sin saberlo- ante los demás; me refiero a la “otredad” que sin quererlo forma parte nuestra.
Ese constante ejercicio de contacto con los lugares y personajes que puedan aportarle color y sabor a lo que escribe, le concede ventajas sobre otros que prefieren el confort antes que empaparse (por ejemplo) de la ácida lluvia de esta urbe, que a veces cae como pedazos de concreto sobre quienes aún no descubren la magia de los rincones paradisiacos de su rica idiosincrasia, pero que Fidel Carlos disfruta y aprovecha para integrar al lector a una macrovisión de lo que convive con nosotros…y eso se agradece.
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Oscar “Puky” Gutierrez Peña. Poeta, escritor y gestor cultural (Invierno 2021, Santa Cruz)
FIDEL CARLOS FLORES Y SU TEMPRANA VOCACIÓN:
Fidel Carlos Flores es un periodista nato. A esa temprana vocación del alma debemos sumarle varias décadas de ejercicio y resistencia en el oficio periodístico, lo que ha hecho de él un hábil y eficiente observador de las múltiples coyunturas sociales que se superponen en estos desafiantes y pandémicos principios de milenio.
Debe ser por eso que su trabajo con la noticia es siempre prolijo, ordenado y, aún mejor, confiable.
A eso debemos añadir su evidente fervor por el arte y la literatura, y es gracias a esa estratégica sazón humanística y estética que sus lectores apreciamos −con entusiasmo creciente− sus textos periodísticos y ficcionales.
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Marcelo Sánchez Soliz. Periodista. (Abril 2017, Miami FL, USA 2018)
AL PROFESOR FIDEL FLORES Y SU INSURGENCIA MENTAL
Recuerdo el primer día del semestre, 19 años, cursando -casi accidentalmente- la carrera de Comunicación Social y una materia periodística. Allí, el maestro. Se llama Fidel Carlos, creemos que en honor al líder cubano- y Flores, su apellido.
Empieza Fidel Carlos Flores a explicarnos cómo funciona el asunto. Primer y único profesor -de toda la facultad- que tiene la audacia de haber experimentado la carrera en la calle, reportando, escribiendo, entrevistando.
Aquellas herramientas, las de Fidel, me recuerdan a los entrenamientos de una insurgencia mental. Es que en aquel salón, el maestro nos intentaba inculcar el pensamiento crítico. Unos lo lograron, otros no. También para pensar hay que tener suerte.
Pasan las décadas y a medianoche -me encuentro- escribiéndole al maestro. Fidel Carlos Flores nunca envejece. Su pensamiento sigue haciendo castillos de palabras. Se acuerda de nosotros, de mí, del salón de clase, de las lecciones. Nosotros nos acordamos de Fidel Carlos Flores y le agradecemos con letras.
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David Ricardo Torres Lerma. Periodista y abogado (Noviembre 2020, Ciudad de México)
FIDELGANDO: CAZADOR DE REALIDADES.
Periodista forjado en aulas de la “Carlos Septién” icónica institución de México, llegó a esta megalópolis en la década de los ochenta del siglo pasado. Al igual que muchos provincianos (o inmigrantes) trabajó desde su adolescencia en el fragor de la cotidianidad chilanga (incluso a medio salario mínimo) haciendo tortas, tacos, licuados, aguas, fue mesero, vendedor de libros y promotor de productos relacionados a la salud, entre otros.
Partió muy joven de su natal frontera con el incondicional apoyo de su madre Enriqueta, su padre Carlos y David su hermano mayor. En la Escuela de Periodismo tuvo que solicitar una beca (fragmento), para seguir, la cual le fue concedida por calificaciones.
Recuerdo a Fidel Carlos Flores, introvertido, de bajo perfil, a la vez observador inquieto y curioso –empezando- a escribir sus tempranos textos de nostalgias, reflexiones y experiencias.
Solíamos llamarle –en tono de broma- “chingaquedito” o “fidelché”. Pasaron cinco años y cuando volvió a su natal Bolivia entusiasmado por conocer requisitos oficiales y finales, para convalidar sus estudios y terminar tesis.
¡Oh! sorpresa, no lo pudo hacer, porque un caduco sistema universitario no reconocía la licenciatura en periodismo y como él, cientos de casos similares. Al cabo de un tiempo, dichos recursos humanos decepcionados terminaron expatriados y trabajando en otros confines.
Más años, y viajó al Norte, Centro y Suramérica a conocer otras realidades “In situ” luego se incorporó a terminar Economía en la UAM-Azcapotzalco, creó revistas impresas, luego Punto y Aparte, que posteriormente se publicó en Santa Cruz (Bolivia) donde también dio clases de comunicación y economía.
Rememoro a Fidel Carlos en plenitud, solidario, crítico e idealista con ciclos extremos pero la última década del milenio, nos persiguió crisis económicas severas, conflictos políticos y pésimos gobernantes.
En tertulias, solían decirle (festivamente) “Ese…Fidel, siempre cabalgando y cabalgando siempre chingando (molestando)”. De ahí obtuvo su seudónimo Fidelgando que actualmente persiste en sus crónicas poetizadas.
Continua escribiendo artículos y otros géneros del oficio donde caza realidades y disecciona circunstancias. En sus contenidos, se puede apreciar destreza descriptiva, congruencia y solvencia en argumentos.
Celebro sus textos, aunque –y me consta- que contenidos de corresponsalía y otros encargos periodísticos no le son reconocidos -lamentablemente- porque en varios países del continente, los dueños de medios conservan la funesta costumbre de no retribuir, ni compensar gastos mínimos de logística reporteril.
Al final, destacó la estrofa de una canción (de su autoría) que alguna vez en su faceta de trovador nos compartió:
“Vine subiendo del Sur / al norte del continente. / Traje en mis alas al sol, / y del Gran Chaco el simiente.
Sentimiento con piel selva, / coplas brotan del alma, / las tristezas quedan dormidas / cuando se regresa al alba…“
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Rodrigo Urquiola Flores. Escritor. (La Paz/Bolivia 2019)
Fidel Carlos Flores no se olvida de Bolivia. Lleva toda una vida fuera de las fronteras de su patria, pero el corazón lo ha dejado en su tierra. Y el corazón le llama a escribir, porque la escritura es aquello que puede acercar sin la necesidad de emprender el viaje físico.
Escribe, en sus narraciones y cuando hace periodismo, sin olvidar sus raíces. Pero no sólo de nostalgia se alimenta Flores sino también de reflexión: piensa, cuando escribe, en el momento histórico y político que al mundo le ha tocado vivir.
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Daniel Plata Rivas. Comunicador. (CDMX/México 2015)
Los micro relatos o crónicas poetizadas de Fidel Flores nos sorprende por su singular conjunción entre poesía y critica, una particular fusión de razón, observación, matices e imaginación. Su vuelo literario siempre consecuente, resiliente y analítico proyecta lo que es. Nos recuerda que a pesar de todo vale la pena hacer habitable este mundo y entendernos a pesar de fragmentaciones explosivas.
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David Sánchez Torres. Comunicador. (España 2016)
Periodista, economista, articulista y textoservidor de Fidelgandos (como autonombra sus escritos) nació en el Chaco suramericano. Autor de publicaciones digitales como: Racimos de Nostalgia y Reflexiones Periodísticas. Desde 1997 fue docente universitario y director de publicaciones impresas, posteriormente virtuales. En la última década en la red, creó y construyó “Sala de Prensa”, “Interés Público” y Textoservidor” con alcances importantes (300 mil cibernautas lectores).
Sus análisis diseccionan nuestra contemporaneidad y los tormentosos enigmas de la existencia, estimulan el pensamiento crítico y la autocrítica, entre otros. Recurrentemente busca la coherencia entre el rigor de la observación, el pensador político y el creador literario.
Desde que salió del Chaco, en la primera etapa de su adolescencia (por su idealismo y congruencia) tenía claro estudiar periodismo, aunque fue advertido de las excesivas limitaciones económicas del futuro oficio. Siempre de bajo perfil, sensible, incluyente, solidario y agudo espectador, sus contenidos reflejan –además- soledad, melancolía, alegrías y llanto (en distintas circunstancias), a la vez que redescubre la innegable magia de lo cotidiano, las cosas sencillas, el interés colectivo y el bien común.
Concluimos, con un párrafo final que Fidel Carlos nos comparte: “Para mi escribir, es mantener el nexo con la vida/ Hay palabras que habitan mis contradicciones/ A todas debo contarlas para vivir/ porque todos tenemos que narrarnos/ con vital pasión hasta el último día”.
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José Sosa. Ex Ministro de Estado. (Chaco/Bolivia 2019)
Revisé tus Fidelgandos -contenidos literarios-, me gustaron por su honestidad y espontánea intensidad, con seguridad te debe tomar tiempo en prepararlos. Deberías publicarlos, tienes textos para varios libros.
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Jorge Mansilla. Poeta y periodista, Premio Nacional de Cultura 2019, Bolivia. (CDMX/México 2017)
Al modo de los juglares, que en las plazas del Medievo transmitían novedades para el conocimiento de la gente noble y del común, Fidel Carlos Flores sostiene una dinámica de difusión periodística y literaria desde hace muchos años (primero en publicaciones impresas, luego en internet y redes sociales).
Su labor asentada en México tiene por destinatarios principales a los bolivianos, sus compatriotas, para quienes selecciona noticias y comentarios de cada día, que “cuelga” –terminajo en usos de la Internet- en atractivas páginas de la web, con un breve encabezado referencial de su autoría.
Su público es vasto y universal. Tiene “seguidores” en casi todos los continentes, según refiere él mismo (por estadísticas de las páginas que administra). Mucha gente se clava en el acápite “Sala de Prensa/Interes Publico” o “Bolivia en México”, síntesis de lo que se publica en torno a Bolivia, y también en unas crónicas poetizadas tituladas “Fidelgando”, y que él denomina “micro relatos”.
Pero Fidel Carlos Flores es también corresponsal de algunos medios bolivianos, mismos que lo llaman para reportar sucesos que ocurren en México o le encargan misiones de representación con la funesta costumbre de los empresarios de Bolivia que nada pagan ni reconocen compensaciones mínimas. El reportero, me consta, se transporta con recursos de su peculio personal para cumplir los encargos que le solicitan. ¡Ah!, si habré sabido de trabajitos ad honorem en mi dilatada vida de periodista en Bolivia, el Perú y México.
Este literal activista de las causas bolivianas es un buen referente para quienes llegan o quieren saber de México; despliega (en distintos géneros periodísticos) sus pareceres sobre la sociedad mexicana con un equilibrio afectivo y crítico que ayuda a tener conocimiento y tomar conciencia de la complejidad de este entrañable país y su valiosa gente. Ojo con esto: Fidel Carlos no maneja ninguna agencia informativa, ni de turismo; tampoco es promotor ni gestor de apoyos institucionales para nadie. Quienes lo buscan lo hacen alentados por la confianza que les inspira la sola lectura de sus publicaciones en la red.
Hace algunos años lo describí desde otra óptica en un texto (Que va y viene mirando al Sur) que se tradujo al inglés y que está en alguna parte de estas páginas. Me reitero en los términos de aquel escrito que aborda, por ejemplo, su procedencia del sureste boliviano, su natal Yacuiba, y sus horizontes de periodista, cronista y difusor de actualidades al modo, insisto, pidiendo guardar distancias de tiempo y circunstancia, de aquellos legendarios juglares de gesta, no de clerecía. O sea, no postula ideologías ni es operador de gobiernos o tendencias políticas específicas. Va a lo que va, a lo que cree de utilidad para el necesitado de información de Bolivia en México. O al revés.
Cosa de encontrarlo en el internet y las redes, desgraciadamente cada vez más contaminadas por la petulancia de los que, a falta de identidad, quieren exhibirse personajes de importancia so pretexto de sus derechos a la libre expresión y… “¡pero bueh!”, suele decir Fidel Carlos para obviar explicaciones. Baste revisar su trabajo de cada día y donde sea.
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Jorge Sadí Cuellar. Cantante y compositor. (Cochabamba / Bolivia 2014)
Muchas veces el opinar de alguien es complicado, hasta a veces comprometido, pero es una situación distinta cuando te preguntan por una persona de accionar diferente desde niño. Éste es el caso de Fidel Carlos Flores, siempre líder y al decir líder entiéndase por alguien que lidera su vida, algo difícil de conseguir.
No son muchos los que pretenciosamente pueden hablar de esta situación, me parece que la música de alguna manera le marcó el camino y las sendas por las que se tendría que dirigir. Gracias a Dios siempre dejó huellas para que de vez en cuando pueda el alma volver, ya que físicamente no siempre es posible.
El poder expresar sobre lo que dejó y lo que enfrentaba, es decir otro país con costumbres y mañas diferentes, (aunque con muchas similitudes en el último punto), lo descubrió como escritor a lo que yo siempre llamo (para precisar mejor) “un relator de historias”. Estas ganas de contar cosas también lo prepararon en la docencia y pasó a ser comunicador que vendría a ser una especie de diplomado del relator.
Siempre buen anfitrión, siempre buen amigo, preocupado porque te vaya bien aunque no tenga muchas monedas en el bolsillo (lo cual para Fidel Carlos es lo de menos). Él se queda con la ilusión clavada en las puertas del corazón, cual taba en el barro con la suerte siempre mirando al frente y seguramente quienes lo conocieron en este segmento de su agitada jornada, no lo olvidarán. Y cuando llegue el otoño podrán contar a sus hijos que existía un “chaqueño cuate” en México, que les enseñó ese país.
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Gabriel Chávez Casazola. Escritor y poeta (Santa Cruz / Bolivia 2017)
Los cronopios –como diría Julio Cortázar- sabemos reconocernos y apoyarnos, admirado también por la labor que hace Fidel Carlos Flores por bolivianos y latinoamericanos en México, en especial por la cultura boliviana a nivel internacional, su labor es destacable y merece ser reconocida.
A ratos uno lo hace “gratis et amore” lo sé, porque espontáneamente nos nace y así como los poetas llevamos la poesía boliviana por el mundo, o ella nos lleva a nosotros, siempre es gratificante sentar presencia y conocer personas como Fidel Carlos.
Esta ocasión quiero resaltar su actividad desinteresada, con el tiempo (casi 4 décadas) Fidel Carlos se convirtió en un auténtico embajador por la cultura boliviana. Siempre contacta y contribuye desde todos sus espacios virtuales y páginas web, a difundir la creación literaria y artística de Bolivia en México.
Finalmente, quiero animarle a que como escritor (Racimos de Nostalgia I) y periodista (Reflexiones periodísticas) también publique en Bolivia, -quizás- con ayuda de algunas instituciones culturales. Es hora de que en Bolivia recibamos su creación y que comparta con las nuevas generaciones sus textos y contenidos.
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Homero Carvalho Oliva. Escritor, poeta y gestor cultural (Beni / Bolivia 2021).
Los que hemos vivido en el exterior del país sabemos que no es fácil abrirse camino y mucho menos triunfar en el oficio que nos apasiona, muchos terminan trabajando de lo que sea necesario para sobrevivir; por eso mismo creo que es justo destacar la vida de Fidel Carlos Flores, boliviano que trabaja en México sin perder su esencia.
Fidel nació en Yacuiba, Chaco de Bolivia, frontera con Argentina y Paraguay. Allí, se inició en la radio produciendo un programa de música juvenil y luego una revista dominical. Después de concluir el bachillerato se trasladó a la ciudad de La Paz a proseguir estudios superiores, mientras colaboraba en un programa deportivo radial. Al cerrase las universidades en los años ochenta por las dictaduras militares abandonó el país rumbo a México, estableciéndose en el Distrito Federal, desde 1981, en la misma época que yo también salí a esa hermosa y desproporcionada ciudad, permaneciendo allá cuatro décadas, hasta el día de hoy.
En México, entre 1981 a 1985 estudió periodismo y durante el terremoto del 85, colaboró como corresponsal independiente para un medio de Bolivia. Luego fundó la publicación mensual “Aquí Bolivia”. También estudió Economía política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En 1987 trabajó para canales de televisión. En 1996 regresó a Bolivia y se estableció en la ciudad de Santa Cruz trabajando también en la televisión local y ejerció de docente en universidades privadas. En el año 2002 regresó a Ciudad de México donde, además de ejercer la docencia universitaria continuó publicando la revista impresa “Punto y Aparte”, fundada en Bolivia. En el 2010 impulsó la creación en Internet de la versión digital de “Punto y Aparte, ahora como Interés Público”. En la actualidad es corresponsal “Free lance”.
Bolivia en México
Fidel es creador y fundador de la plataforma digital Bolivia en México, que según él “pretende ser una plataforma de ideas que sirva de motivación a connacionales y ciudadanos mexicanos deseosos de participar en la difusión y promoción de la cultura boliviana y latinoamericana en todas sus manifestaciones. En esta lógica, y ante la falta de cohesión de la comunidad boliviana contemporánea. Hace una década un grupo de profesionales, nos reagrupamos con la idea de crear un espacio informativo digital que respondan exclusivamente al interés de residentes e inmigrantes bolivianos” y señala que su motivación es la de “contribuir a una convivencia integrada y positiva hacia México”.
En el portal priorizan notas, enlaces y artículos de interés para la comunidad en general, destacándose por su rigor, contextualización y cita de fuentes respectivas, que ha hecho de este medio una fuente de consulta y ha hecho que la imagen de nuestro compatriota sea una constante en las redes sociales, además de aparecer en despachos informativos televisivos o radiales informando de temas de interés internacional, sin descuidar los temas nacionales de México y de Bolivia.
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Jorge Mansilla (Poet/Journalist) México City 2014)
SOMEONE WHO COMES AND GOES LOOKING AT THE SOUTH.
Walker of silence and distances, Fidel Carlos Flores measures everyday himself in the size of his nostalgia for the soil that he loves. In his own words, nostalgia is an ‘interloper’ that thrills aged feelings and leads him back to a “quebrachos and mountain ranges vision”; he’s from the Bolivian Chaco.
The fact that what each man has learnt during his childhood is forever tattooed on him, is evidence with no contrast, especially for Flores who lives in Mexico since 1980’s decade; he has a consolidated Mexican family (wife and children), and also there he grew and strengthened as a journalist and economist, taught in universities and written for newspapers; there he is a lively promoter of art and culture, anyway, a full grown man. But no; Fidel Carlos Flores holds tight to his childhood memories of ground doves and kites, both hills and torso bare. He is someone who comes and goes looking at the south.
There among his jolly regressions we can find: “Glittering flight (…) at the border of endless Aguaragüe (and) there I can see Trumpa’s valleys, besides Chaco’s skin”. Those lines are from July 2013. He was born in a “town-border”, just as southwest people call to Argentine border adjacent cities; its name, Yacuiba, In the Great Chaco, Tarija.
Mentioning Chaco reminds to a bruised episode in the Bolivian memory, for being an example in the republican history that shall not be forgot. The region and its unworked fields in the east was the scenario of a war with Paraguay in the 1930’s decade for oil and gas (that Paraguayan people did not keep as was their wish), numberless natural resources that nowadays, under the Bolivian Estate sovereignty, report solid economic profit to Bolivian towns.
But Flores is the topic here: D.F. Septien School’s journalist and Metropolitan Autonomous University economist (UAM for its Spanish acronym) he develops his carrier handling both bridles in Mexico as well as in Bolivia. Press and the universities in Santa Cruz de la Sierra, for giving an example, know what he’s capable of and what his professional prospects are.
He has been teacher for generations, magazines editor. “Text-server” that’s how he defines himself in his poetry; also a musical sensibilities guru (he’s a percussionist of folkloric drums). Fidel Carlos is the favorite Bolivian from those who are welcome amongst the “diaspora compatriots” circles. Due to neurosis and patrimonial apprehension around this point: Bolivian communities dwelling overseas definite or indefinitely.
He goes and returns with an optimistic proposal piggyback, usually motivates a love of national character and solidarity with those in necessity whom he call “the denied ones” in one of his poems; he also says “…let us reborn a certain instant in the sphere of the common sense and with the heart inside out –offering- the righteous paradise of a giving and taking love” (The delicacy of an instant).
Flores, after all is a self-critic citizen that every kind of society needs for being authentic and necessary to mankind and its coexistence “for a mild behavior between restlessness and depression”. As he writes for his childhood towns, he does it for Mexico City, where its natives also known as “chilangos” have as motivation for the many rainy days that soak them through.
I said rain, and as well as him I turn the eyesight to the days that I met him in the Federal District, Mexico. It was in 1982 in the middle of an eager and traumatic disc recording facing with solidarity and urgency for a drought of 1200 straight days in the loved Bolivian region. Press reports and letters (then there was no internet service) exposed the social tragedy due to the lack of rain and life in the rivers, with a long trail of hunger, hopelessness and the exodus of at least half of a million of native indigenous people of northern Potosí, the place where I’m from, so I did have to react from Mexico.
Fidel Carlos Flores and his band “Calicanto” (all members, compatriots and academics) helped me giving form to that struggle onto an LP record. We performed a fine cantata named ‘Sequía’ (Drought) and the collected money in Mexico and Bolivia was given to the Human Rights organizations and the society for affected families that… Well, that’s another story and these are some frames that I keep from Fidel Carlos Flores in the hard disc of my memory.
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Jorge Mansilla (Poeta y periodista) Ciudad de México 2014 (Premio Nacional de Cultura 2019, Bolivia)
QUE VA Y VIENE MIRANDO AL SUR:
Caminante de silencios y distancias, Fidel Carlos Flores se mide todos los días en el tamaño de sus nostalgias por la tierra que ama. En sus palabras, la nostalgia es una “intrusa” que agita sus añejos sentimientos y le conduce “a un regreso de quebrachos y cordilleras”. Es del Chaco boliviano.
Que cada hombre se aprende su infancia para siempre es una evidencia incontrastable en Flores. Vive en México desde los años ochenta del siglo pasado, tiene consolidada una familia mexicana –esposa e hijos-, aquí se forjó periodista y economista, aquí enseña en universidades y escribe para diarios, aquí es un activo promotor de culturas y arte, aquí, en fin, tiene la vida hecha, pero no. Fidel Carlos Flores se amarra a su niñez de “ulinchas y volantines a monte y pecho descubierto”. Es gente que viene y va mirando al sur.
Persiste en sus felices regresiones: “vuelo fulgurante (…) al filo del infinito aguaragüe (y) allí veo los llanos del Tumpa y, con él, la piel del Chaco”. Son versos recientes, de julio de 2013. Nació en un “pueblo-frontera”, como la gente suresteña de mi patria llama a las ciudades colindantes con Argentina. Es de Yacuiba, en el Gran Chaco, de Tarija.
Decir Chaco remite en Bolivia a un episodio estrujante, por ejemplar e inolvidable, de la historia republicana. En aquella región y sobre los eriales hacia el Este, hubo una guerra con el Paraguay en los años treinta del siglo XX. Historia bélica por el petróleo y el gas (que no se quedaron los paraguayos, como era su objetivo), ingentes recursos naturales que ahora, en poder soberanos del Estado, reportan sólidas ganancias económicas directas a los pueblos bolivianos.
Pero es de Flores que se ocupa este texto. Periodista por la Escuela Septién del DF y economista por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), lleva su carrera sujetando ambas bridas, en México y en Bolivia. La prensa y las universidades de Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, saben de sus capacidades y proyección profesionales.
Maestro de generaciones, editor de revistas, “textoservidor” y “Fidelgando” se define en sus poesías, y guía de sensibilidades artísticas musicales (es un percusionista de tambores y bombos folklóricos), Fidel Carlos es el boliviano mejor bienvenido entre los círculos de compatriotas de la diáspora. Decir esto último es de un mérito extremo teniendo en cuenta la neurosis y el recelo patrimonialista de las comunidades bolivianas radicadas definitiva o temporalmente en el exterior.
Él trae y lleva siempre una propuesta optimista, suele motivar el amor al país y la solidaridad con los más necesitados a los que en otra de sus poesías llama “negados”. Dice: “revivamos un instante en la esfera del sentido común y a corazón descubierto –ofrezcamos- el paraíso preciso de un amor compartido” (“La Fragilidad de un Instante”).
Flores, en fin, es de los ciudadanos autocríticos que la sociedad, toda sociedad, necesita para ser auténtica y necesaria al hombre, a la convivencia, “para manejarse serenamente entre la exaltación y la depresión”. Como escribe para los pueblos de su infancia lo hace para la Ciudad de México, entre muchos motivos para los días de lluvia que calan a los chilangos.
Dije lluvia y, como él, vuelvo la mirada atrás, hasta los días en que lo conocí en el Distrito Federal. Fue en 1982, en medio de los afanes y traumas por grabar un disco de urgente solidaridad con una amada región boliviana estrujada por una sequía de más de mil 200 días. Reportes de prensa y cartas familiares -en ese tiempo no había internet- nos daban cuenta de la tragedia social por la falta de lluvia y vida en los ríos, con una cauda de hambruna, desesperanzas y éxodo de al menos medio millón de indígenas lugareños del norte de Potosí, de donde soy oriundo, y había que hacer algo desde México.
Fidel Carlos Flores y su grupo musical “Calicanto” -todos compatriotas universitarios- me ayudaron a consolidar esa gesta en un disco LP. Grabamos una bella cantata titulada “Sequía” y todo el dinero recaudado por ventas aquí y en Bolivia fue entregado a los organismos de derechos humanos y de la sociedad civil para ayudar a las familias damnificadas que… Pero esa es otra historia. Y estos son algunos fragmentos que de Fidel Carlos Flores guardo en el disco duro de la memoria.
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Gary Daher Canedo. Poeta, escritor, traductor, ensayista y Mtro. Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana (Universidad de Barcelona, España). 24 junio 2021.
A Fidel Carlos Flores lo conocí personalmente en el viaje que hice a México en 2015, invitado al Encuentro Internacional de Poetas de Zamora, Michoacán, pero ya Fidel Flores estaba en contacto con mis labores de escritura desde el 2002, cuando fungió de corresponsal de la revista VOX, de corte sociopolítico, y de la cual yo era el jefe de prensa.
Fidel Flores es un periodista boliviano que trasciende su función de reportero. Su calidez y su espíritu de escritor no solamente lo presentan como un activo testigo del acontecer político, económico y social, sino que en el mundo del arte se desplaza para cubrir con igual o mayor interés los eventos emergentes de esa esfera, lo hemos visto recibir a los escritores y artistas bolivianos, entrevistarlos, dar informes sobre ellos en cuanto a su relación con México.
Se diría que, con Fidel Flores, Bolivia tiene un espacio ganado en el mapa de la información en México, mientras que su tenaz producción en crónicas, memorias, poemas y microrrelatos, que hacen a “sus mil formas de comunicarse”, como dijo de él el escritor Jorge Mansilla (Coco Manto), lo presentan de cuerpo entero como un incansable soldado de la palabra.
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Salvador Ávila. Doctor en Historia (19 de julio 2023, Texcoco, México)
FIDEL CARLOS FLORES: COMPAÑERO, AMIGO, CAMARADA.
Escucha, Fidel, nada se parece al sonido que hace un clavo de abedul al caer por las escaleras. Como nada se compara con las cosas que haces tú, que son muchas, probablemente demasiadas.
Tu capacidad de creación no tiene tregua. He leído tus poemas, aunque insistas que son otra cosa; también tus famosos microrrelatos, casi todos, que rubricas bajo el epíteto ingenioso de Fidelgando. Estoy al tanto, en la medida que me es posible, de tus correrías como periodista, ya sea tratando de cubrir una nota de relevancia nacional (o internacional) o desvelando algún aspecto de la cultura popular: he visto cómo te pierdes en las profundidades de las vecindades y de los vecindarios. Al mismo tiempo, celebro tus participaciones, siempre elocuentes, en el programa Mextranjeros de TVUnam y otros de índole semejante, donde queda de manifiesto tu solvencia sobre la problemática de América Latina. Infatigable, sensible, siempre curioso, ni la creación musical ni literaria te han sido ajenas.
Decía George Steiner que la lectura está en la escritura, y tú lees. Debo reconocer que, en nuestras charlas, siempre se impone tu opinión mesurada. Yo sólo quiero decir que eres un gran amigo y un entrañable camarada.
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Gabriel Chávez Casazola (Escritor, ensayista y poeta)
FIDEL CARLOS FLORES, A PIE DE CALLE.
Cada vez que visito Ciudad de México para una lectura, una feria o la presentación de un libro, él está firme y cordial, entre el público, cual un embajador de mi país -en ausencia de diplomáticos oficiales- y se acerca después, cámara en mano, buscando grabar y difundir la actividad realizada, como el periodista que es, hasta la médula y las 24 horas, supongo que incluso cuando duerme y sueña.
Se llama Fidel Carlos Flores, su nom de plume es “Fidelgando” y su hospitalidad con los escritores y artistas bolivianos que llegamos a tierras mexicanas es ya proverbial, al igual que su pasión comunicativa.
Comenzó como radialista a los 15 años, y emigró adolescente del país (auto exilio) a inicios de 1981 por circunstancias políticas (Golpe de Estado de Luis García Meza), formado en la emblemática Escuela de Periodismo “Carlos Septién” y en la Universidad Autónoma Metropolitana (Economía), viajero por varios países, creador de revistas impresas, integrante de programas de televisión y hoy navegante experto en las aguas de las redes sociales, donde tiene muchos seguidores, Fidel conserva al mismo tiempo la vocación de reportero a pie de calle, sabedor de que es fuera de las redacciones donde se vive la noticia y se puede tocar la humanidad en todos sus contrastes.
Además, hay una faceta suya menos conocida: la de escritor. Con la misma soltura con que va de la noticia al reportaje, Fidel Carlos Flores pasa de la crónica al relato o al cuento, pespunteando la realidad con la ficción, y explora también la poesía, donde encuentra su propia verdad personal, noticias de sí mismo.
Siendo así, celebro que este comunicador boliviano/mexicano esté cada día más animado a compartir sus creaciones literarias, así como festejo recibir su abrazo cálido cada vez que las musas y los libros me traen de la mano y nos reúnen en alguna calle de esta ciudad que, generosa en su vértigo, lo ha hecho uno más de los suyos. Coyoacán (CDMX) 2024.
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David Ricardo Torres Lerma, periodista y abogado (Julio de 2024, Ciudad de México)
UN PERIODISTA A RAS DE TIERRA.
Después de varios años volví a entrevistar al periodista Fidel Carlos Flores, en el centenario café La Blanca del centro histórico de Ciudad de México coincidimos en una tarde lluviosa de julio, a propósito de un espectáculo de luces y sonido (pirámide de Kukulcán y Felipe Carrillo Puerto) en el Zócalo.
Flores, conserva su ímpetu, sensibilidad y congruencia se acostumbró a caminar entre la muchedumbre capitalina con botas gastadas, enchalecado y al hombro una vieja bolsa de tela (que según cuenta costuró su madre, antes de fallecer) allí carga recuerdos, nostalgias, golpes de vida, disecciones de realidad, un libro (Mexicanidad y esquizofrenia de Agustín Basave) y una pequeña cámara Canon donde registra sus entrevistas en las distintas coberturas de prensa que realiza.
La primera ocasión que escribí sobre él, narré cómo lo conocí en los años noventa del siglo pasado, Fidel era una rara reunión de razonamiento, imaginación y rebeldía, nuestras platicas solían converger, en temas de lo que vivíamos en ese momento (la intensa coyuntura política, social y económica), sus antecedentes históricos, presente y prospectiva, -claro- aderezado de incipientes vuelos literarios.
Sin darnos cuenta, estábamos construyendo nuestras utopías, convicciones y entendiendo aún más el entorno social, o como decía Jacques Derrida, también deconstruyendo la realidad («Hay que olvidar la lógica maniquea de verdad y mentira, y centrarlos en la intencionalidad de quienes mienten». Una de las tantas frases del filósofo).
Pasaron más de 3 décadas y aquí estamos, frente a frente en una tertulia-entrevista conociendo un poco más del origen, esencia y huellas de Fidelgando (seudónimo literario que utiliza Fidel en sus textos)
-¿Qué recuerdas de tu niñez?
–Creo, fui precoz, un niño con alma vieja -dirían- solía tener amigos mayores, que a su vez eran amigos generacionales de mi padre, los escuchaba, observaba y platicaba con ellos, la mayoría era condescendiente conmigo, les resultaba curiosa mi actitud. Me recuerdo feliz, a pesar de limitaciones disfruté la enseñanza y protección de mis padres. Entre 8 hermanos, fui el del medio y eso de alguna manera me favoreció. Fui observador, preguntón y hasta fisgón, leía periódicos, revistas e historietas argentinas que alimentaban mi imaginación. A los 10 años conocí Salta y después otras regiones del norte argentino. Emigré a los 17 años de Yacuiba (Gran Chaco), población fronteriza ubicada entre Bolivia, Argentina y Paraguay y poco después al norte continental.
-¿Qué opinas de 2024?
–En este primer cuarto del siglo XXI, donde predomina la inmediatez, la fugacidad, la vacuidad y la estulticia viralizada. Considero que el periodismo narrativo frente a la Inteligencia Artificial y sus adláteres, tiene un aliado clave en la crónica. Allí un periodista con rigor y talento narrativo puede contar buenas historias.
El género crónica (que algunos llaman periodismo de autor) es el único, distinto y fuerte ante la abrumadora virtualidad de la tecnología que -en general- banalizaron contenidos y medios.
Y ya que estamos hablando de periodismo, sociedad y dinámicas políticas, le suelto a bote pronto:
-El continente -en general- vive tiempos de polarización, discursos extremos y aparición de políticos radicales y violentos. ¿Con qué ideología te identificas?
–Todos los periodistas, como cualquier ciudadano tenemos una posición ideológica o deberíamos tenerla (incluido la preferencia electoral) y eso es bueno y normal en democracia. En lo personal desde adolescente y por circunstancias fortuitas, viví de cerca una huelga de hambre, marchas, injusticias, represión y luego un golpe militar que -literalmente- cambió mi vida. Creo que esos contextos influyeron en mi acercamiento y simpatía hacia una izquierda rebelde y solidaria. Posteriormente en la universidad y con lecturas académicas se reafirmó mi identificación con tal ideología, aunque debo aclarar que nunca participé de ningún grupo, ni partido político.
Creo que nuestro oficio, además de informar, debe generar transformación, reflexión, pensamiento crítico, etc. Nunca se debe ocultar el apego y simpatía por los más desprotegidos del sistema, se debe exhibir la corrupción, la connivencia y los abusos del poder (poderes fácticos). Es más, el periodismo debe visibilizar todas las anomias sociales alejándose del doble discurso, complicidad y cercanía con el poder.
-En las últimas 3 décadas el periodismo se fue transformando ¿Qué opinas de eso?
–Como todas las personas y cosas en el país, todo cambia, dice la canción -sonríe, achinando aún más sus ojos, y continúa- Los años no pasan en vano y estamos atravesando momentos atípicos. En nuestra actividad uno nunca deja de aprender, hay premisas básicas (rigor, contexto y contraste de fuentes) pero en estos años de desenfreno virtual y hedonismo procaz hay que tener más respeto por la audiencia y por el oficio, ser auténticos, pues.
-Nuestra cotidianidad, con la popularización del internet, la inteligencia artificial y la manipulación virtual sin límites, se reconfiguró. ¿Qué lectura haces de eso?
–Hace unas semanas escribí un artículo titulado “En sentido estricto la objetividad, no existe” donde abordo el tema y recordé la frase del maestro Miguel Ángel Granados Chapa “En conclusión debemos apegarnos a los hechos, cuando su veracidad y relevancia es sólida, ésta naturalmente se impone, y además nuestra credibilidad depende de ello”.
Y los últimos años, no solo vivimos la pandemia del COVID, sino otra mucho más fuerte la epidemia de la posverdad, la cual tiene como constante el menosprecio de la evidencia, los hechos y los elementos objetivos del contexto. Conclusión: Todo el mundo se cree dueño de la verdad, verdadera y absoluta (sic).
En nuestro oficio, no escribimos para quedar bien con todo el mundo, es natural en democracia que nuestro trabajo y artículos de opinión gusten a unos y a otros no. Es más, en una sociedad diversa y plural, es vital. En periodismo si te consideras de derecha, izquierda u otro, debes decirlo y asumirlo -dicha acción, es honesta y válida- Por otro lado, todos los sectores tienen intereses, y estos a veces chocan. De hecho, los medios tienen una línea editorial definida. En el caso nuestro lo fundamental es decir la verdad periodística, argumentada y respaldada con solidez, sin manipular, ocultar, ni camuflar información, cuando uno se dedica a esto sin lugar a dudas, se afectan intereses y estos reaccionaran -de alguna manera-
Sin darnos cuenta, pasaron 3 horas y calmó la lluvia, “Gracias a Dios es viernes” diría la canción y la dinámica chilanga es febril en el centro histórico. Al despedirnos veo alejarse a Fidel Carlos como siempre a ras de tierra, a pasos cansinos con su bolsa verde al hombro, entre la multitud va rumbo al metro Allende, y en ese instante escucho de fondo “Primera, llamada primera…” pronto el espectáculo de Kukulcán.
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Ulises Paniagua Olivares (Escritor, poeta y dramaturgo. Maestría y doctorado en IPN, especialidad imaginarios literarios y urbanos. Ganador del Concurso Internacional de Cuento de la Fundación Gabriel García Márquez, en Colombia (2019) entre otros.
SOBRE FIDEL CARLOS FLORES.
Desde que conocí al periodista y economista Fidel Carlos Flores (tras una presentación de libro del escritor boliviano Homero Carvalho, en 2022), he gozado de un privilegio al constatar su labor. Un oficio admirable que desempeña, dentro del mundo de los medios, de forma ardua, amplia, diversa.
Sus reportajes y artículos de opinión viajan desde el periodismo cultural o la cobertura de un concierto, hasta el corazón profundo de la política mexicana, incluso latinoamericana (periodismo tan necesario ante la difusa actualidad).
Siempre congruente, generoso y profesional, el trabajo del periodista Fidel Carlos Flores es, sin lugar a dudas, una presencia de primera línea.
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