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Estos años, suelo llegar a mi vivienda, más cansado desde que -tiempo atrás- un carro me propinó un empellón al cruzar una avenida transitada (obligándome a usar bastón).
Camino entre la muchedumbre aguzando mirada, enchalecado y al hombro, una vieja bolsa de tela que -literal- construyó con sus manos, mi madre antes de fallecer.
Allí cargo palabras vagas, reflexivas, vocablos: tiernos y rocosos, voces de piedra y flor, adverbios derretidos y también, adjetivos sin piel.
Hay algo en el paisaje chilango que me seduce y tranquiliza, tal vez sean los recuerdos de una adolescencia precoz que va por el Centro Histórico unas, entre el bullicio del nocturno y otras, al abrigo de un silencio amanecido.
Cada paso para mí, es como una hoja nueva donde voy proyectando (escribiendo) obsesiones, disecciones, sentires y nostalgias. Y sin artificios, sigo a ras de tierra en transporte cotidiano, unas veces: subterráneo y otras, superficial. Respirando arrojos y latidos de multitud.
Al final, se trata de un “viaje”, donde todos somos pasajeros y cada trayecto único, distinto y sin retorno. Consciente de ese fin -a los 35- empecé a despojarme de clichés y pelusas y después me causó hasta gracia, haber perdido tiempo en ellos.
En la ultima década, para escribir Fidelgandos (introspecciones propias), artículos de opinión o literarios requiero luz natural, aderezado de un café o mate y -si se vale pedir- del trinar de aves que viven frente a mi morada.
Las tinieblas se fueron cansinas con la mocedad altiva. Y hoy busco la luz para adentrarme en matices de sombras y escribir parsimonioso frente a un espejo. Y es que mis obsesiones, no descansan…
Ciudad de México, a 27 de abril de 2024
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(*) Periodista (EPCSG) y economista (UAM-A)
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Excelente relato cotidiano el sentir de más de uno , el estar lejos de su pago y el vivir bajo la sombra de otros parajes hace que la amarga soledad cautive al dolor con engaños de regocijo eterno, como el amor de aquellos q dejamos cuando emprendimos camino por un incierto destino buscando bajo la sombra de la mentira disfrazada de felicidad para matarnos en esos momentos de soledad , un grande grande querido Fidel
¡Gracias! por su comentario. Fraternal saludo y buen camino