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CDMX 7/04/24. Ni en tiempos de dictadura extrema como la de Pinochet en Chile, ni Argentina en la misma época, se atrevieron a invadir embajadas mexicanas cuando en éstas se refugiaron centenares de personas que huían del terrorismo de Estado. En este sentido, un gobierno anfitrión nunca había osado un hecho de tal magnitud, aún en el contexto de la Guerra Fría. Por tanto, esta violación de la embajada es considerada de facto, una invasión directa a la soberanía de México con acciones de respuesta inmediata (rompimiento de relaciones, entre otras).
El pasado viernes, presenciamos un acto que sienta un precedente de funestas consecuencias diplomáticas. Ecuador se convirtió en el primer país en la historia contemporánea que no respeta tratados internacionales, destruyendo -así- principios civilizatorios y la Convención de Viena 1961 sobre Relaciones Diplomáticas, en cuyo artículo 22 (obligatorio para todos los países firmantes) señala que, las sedes de misión diplomática son inviolables y ningún agente del Estado receptor podrá penetrar en ellas sin consentimiento del jefe de la sede diplomática.
Por otro lado, quedó grabada la agresión de policías ecuatorianos a Roberto Canseco, jefe de Cancillería de la misión, quien fue golpeado cuando trataba de impedir que elementos de seguridad entraran a la sede.
Este hecho, sin lugar a dudas, grave por la afrenta cometida contra el país, nos recuerda que la inviolabilidad de las sedes y del personal diplomático son vitales, y el más sagrado principio de las relaciones internacionales. La circunstancia generó una oleada de solidaridad internacional y condena prácticamente unánime contra el presidente Daniel Noboa, incluso por organizaciones de su propio país, donde también perdió la mayoría parlamentaria.
Para contextualizar la conducta de Noboa, hay que entender sus orígenes. Es el hijo de Álvaro Noboa, el más rico de Ecuador y cinco veces candidato presidencial y que no logró su intención, pertenece a una oligarquía antipopular que fue derrotada por el expresidente Rafael Correa y su revolución ciudadana en 2007. Según Correa, la forma de pensar que guía al actual mandatario andino, es “la de un niño rico malcriado con banda presidencial que confunde la patria como una de sus haciendas bananeras”.
Este grupo de poder, además de capturar el Estado, tiene un rencor -en ocasiones, irracional- contra Rafael Correa (ex presidente y líder de la izquierda institucional), quien transparentó los aspectos más dañinos del neoliberalismo, creando programas sociales que sacaron de la pobreza a millones de ciudadanos, y a la vez dio acceso a derechos básicos y otros.
En este marco, el presidente Lenín Moreno había generado una más de las crisis populares al aplicar y restaurar una versión salvaje del capitalismo, además de aliarse a intereses de Estados Unidos. En el gobierno de Moreno se activó un operativo permanente de “lawfare” contra el Correísmo. Esta figura se refiere a una guerra jurídica o proceso de judicialización selectiva de la política en el que la administración de justicia se aplica con parcialidad (o sesgo) para favorecer intereses específicos.
Sin embargo, las autoridades que ordenaron la irrupción armada del recinto diplomático, no consideraron la variable fortaleza, credibilidad y popularidad de Andrés Manuel López Obrador, además del proceso de recuperación de autonomía a través de su Cuarta Transformación. En esta trama, hoy todo el personal mexicano fue repatriado y arribó a la terminal 2 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez García, donde se realizó una conferencia de prensa, anunciándose -entre otras medidas- la denuncia formal ante la Corte Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional y otras instancias multilaterales. El objetivo que los hechos no queden impunes y sin castigo.
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(*) Periodista (EPCSG) Economista (UAM-A)
