-Actividad paranormal en la zona
-Potencial de negocios mal aprovechado
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Leyenda que forma parte de la tradición mexicana, La llorona ha traspasado fronteras y hoy, el mito de la atormentada mujer que con sus desgarradores gritos rompe la tranquilidad de la noche, ya no es exclusiva de la Ciudad de México y su zona lacustre.
Tradicionalmente, se cuenta que la aparición del espectro atormentado de una mujer, que gritaba desesperada por sus hijos, es propia de las zonas latinoamericanas (ya no solo mexicanas), y que con el tradicional “¡aaayyy mis hijos!”, pone los pelos de punta a quien los escucha.
Tradicionalmente, se cuenta que una mujer de origen indígena, a los pocos años de haberse consumado la conquista de México-Tenochtitlán, abandonó a los suyos para hacer vida con un aventurero español, que llegó a estas tierras en busca de fortuna.
Con él procreó tres hijos, pero la relación terminó cuando este hombre, le dijo que su legítima esposa llegaría de España, por lo cual no era posible continuar. La mujer despechada por el rechazo, le quitó la daga del cincho, la guardó y con esa misma arma, mató a sus hijos para posteriormente arrojarlos al lago de Texcoco.
Imposibilitada de regresar con los suyos, quienes no le perdonaban haberse ido con un conquistador, y rechazada por la sociedad española, se vio sola, desesperada y a su suerte. Arrepentida fue a confesarse con un sacerdote, quien le impuso la penitencia pero ella prefirió acompañar a sus hijos al viaje sin retorno, y terminó con su vida colgándose de un mezquite.
Como castigo eterno, el espíritu de esa mujer vagaba por las calles de lo que hoy es el centro de la CDMX, para gritarle a sus hijos sin obtener respuesta; ¡aaayyyy mis hijos! -repetía una y otra vez en su paso por las calles-, hasta llegar al atrio de la Catedral, para persignarse y desaparecer.
El mito de La Llorona, gradualmente se trasladó a zonas donde hay cuerpos de agua, como presas, ríos o lagunas, lo cual tiene lógica, ya que este ente errante está firmemente arraigado con el ahogamiento de sus hijos…
¿LA LLORONA EN EL BAJÍO?
Sin embargo, en los fértiles campos del bajío mexicano, se cuenta que desde 1850, en los sembradíos de lo que hoy es la Hacienda de los Siete Reales, se comenzó a aparecer el espíritu de una mujer vestida de blanco, la cual lanzaba lastimeros gritos y gemidos, pero no le gritaba a sus hijos.
Se narraba que recorría los campos y quien la veía se perdía, ya fueran hombres, mujeres o niños, no volvían a ser vistos con vida pero días más tarde aparecían los cuerpos sin vida, flotando en un riachuelo.
La presencia de este ente descarnado fue tan intensa, que los pobladores de esta hacienda que se localiza entre Guanajuato y el pueblo mágico de Dolores Hidalgo, fueron a pedir ayuda de los frailes de la zona, para que bendijeran el campo y darle el reposo eterno al alma errante.
Se cuenta que los frailes pasaron varias noches y fueron testigos de que en efecto, una mujer se aparecía entre aterradores lamentos y gemidos, por lo cual decidieron hacer una misa, bendijeron la tierra y colocaron una pequeña capilla, la cual se encuentra en pie todavía.
Pero las oraciones y los rituales no dieron el efecto esperado, y el ánima en pena no dejó de aparecerse, por lo cual, el propio Vaticano intervino con un ritual de exorcismo, colocando una placa que aún se conserva, con la fecha de septiembre de 1913.
Pero al parecer todo fue en vano, ya que el espíritu siguió con sus constantes apariciones, al grado que en la década de los 60, el dueño del sembradío mandó colocar una enorme cruz de madera sobre la capilla, pero lo raro y misterioso, es que en una noche de copiosa lluvia, un rayo cayó sobre la cruz rompiéndola en mil pedazos, que salieron volando en llamas.
Históricamente no existe evidencia de que en realidad se encuentren restos humanos reposando en ese sitio, sin embargo, las leyendas urbanas aseguran que en ese sitio existe una aterradora presencia paranormal, lo cual tiene la posibilidad de convertir el sitio en un lugar llamativo para fomentar las visitas turísticas.
Hoy, el lugar es conocido como “la tumba de la Llorona”, y aunque parezca increíble, no es un lugar turístico, ya que al encontrase dentro de la hacienda de Los Siete Reales -que es propiedad privada-, hay que pedirles permiso a los propietarios para poder ingresar y visitarla, por lo cual, varios consultores en materia turística, considera que es una oportunidad de negocio mal aprovechada.
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() Docente e investigador UAM
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