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El debate final. Ese podría haber sido el título de esta columna, sin embargo, por las expectativas que había, todo sigue en suspenso. Los candidatos a presidente de la República Argentina Javier Milei (La Libertad Avanza) y Sergio Massa (Unión por la Patria) se dijeron de todo, incluso arrimaron ideas para un supuesto Gobierno que asumiría, uno de ellos, el próximo 10 de diciembre.
Nadie oculta que Argentina está en llamas, pero podría estar peor. Es por eso que la disputa de un 25% de votos que conforman el paquete de indecisos, supuestos blancos y probablemente nulos marcará la diferencia entre ambas opciones políticas.
Este tercer debate volvió a celebrarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, y estuvo dividido en seis capítulos temáticos. Economía, Relaciones exteriores, Educación y salud, Producción y trabajo, Seguridad y derechos humanos y Convivencia democrática.
Si bien podían moverse, no salieron de sus trincheras, es decir de sus atriles, dispuestos a no regalar ni un ápice de concentración.
Desde el principio, el candidato Sergio Massa utilizó una estrategia ofensiva para anular al oponente y a su vez no darle pie a que despliegue su histrionismo. Javier Milei entró más nervioso y trató de no perder el equilibrio. Pero el primer bloque trataba el tema económico, una temática amigable para que el anarco-liberal pudiera dar rienda suelta su repertorio, sin embargo, fue controlado por un Massa que lo arrinconó con preguntas de dos opciones “si o no” sobre las contradicciones que, el liberal, fue desperdigando en la vertiginosa campaña electoral de las últimas semanas. El cambio de mirada sobre la eliminación del Banco Central, la dolarización de la economía, la eliminación de subsidios, entre otros, le hicieron perder el tiempo y la consistencia a su propuesta. El primer capítulo marcó una tendencia que se fue repitiendo en otros tramos del debate. Mientras se lo veía a un púgil dominando el centro del ring, el otro intentaba bailotear mostrando cierta incomodidad.
El segundo capítulo, Relaciones exteriores, fue otra seguidilla de golpes que comenzaron a sacar de centro a un Milei que trataba de atajar y dar explicaciones. Massa exigió a su oponente pedirle disculpas al Papa Francisco (de nuevo) en caso de ser elegido presidente y puso en aprietos al hacerle reiterar que, por una cuestión ideológica, no negociará con China y Brasil, a pesar de que son los principales socios comerciales de Argentina y que esto provocaría no solo pérdidas económicas sino desempleo. Milei insistió, desconociendo las normas internacionales, que los individuos son quienes pueden libremente establecer negocios con otros estados.
Y mientras Massa medía a un oponente menos agudo, Milei desaprovechaba los temas calientes que apuran al actual ministro de economía, sin contar los sucesos coyunturales.
Otro de los capítulos más atractivos fue Educación y salud, aunque se mostraron los dientes con algunos datos, casi nunca coincidentes, se fueron a navegar por otros temas y terminaron hablando del Banco Central y del examen psicotécnico que pidió Massa para este encuentro. No sin antes pedir a Milei que le cuente a la gente porqué no le renovaron la pasantía cuando trabajaba en el Banco central. Un manto de dudas que repercutió en las redes y los medios argentinos. Fue uno de los momentos más álgidos.
Massa lo repitió “somos vos y yo, no es Cristina ni Macri”, sacándolo del debate de un pasado que lo condena y llevándolo a Milei a hablar del futuro.
Después del corte y del cambio de la dupla periodística, el capítulo de Trabajo se llenó de tecnicismos. Hasta que el debate se centró en la seguridad y ahí volvieron a encenderse las alarmas para Milei, quien ponderó el accionar del ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, desconociendo que el personaje norteamericano prologó uno de los libros de Sergio Massa que dedica a su lucha contra la inseguridad en Tigre (Buenos Aires).
Llegando al final, el tema de Derechos humanos y convivencia democrática planteó un escenario favorable nuevamente al candidato peronista con nuevas propuestas sobre derechos humanos, el ambiente sano y al poder desarrollarse en tierra propia. El de la Libertad Avanza dijo que le resultaba gracioso que su oponente “hable de democracia, por considerar que la Argentina padecía de una democracia fallida, una tiranía de las mayorías”.
Massa reutilizó el método del inicio y volvió a cargar sobre los dichos del libertario que admitió en varias oportunidades ser admirador de Margaret Thatcher. El tema Malvinas fue aprovechado para sacar a relucir un sentimiento patriótico y sanar heridas, evidenciando que la “Dama de hierro” era una enemiga de los argentinos, señaló Massa.
Massa más activo marcó la agenda de temas refugiado desde atrás viendo que su oponente no reaccionaba y con un formato muy conservador trató de no perder votos, tal vez porque las encuestas le favorecen.
Queda una semana para dirimir una contienda pareja e intrigante. Un debate que habrá servido para algunos indecisos y para que otros sigan sin resolver su voto. Tal vez, esa masa crítica de votantes, como dicen los que saben, resolverá sus dudas a último momento o en el cuarto oscuro. Por eso todo es una incógnita en Argentina y por eso el drama continúa.
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(*) Periodista (Argentina)
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