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Argentina está mal y podría llegar a peor. La crisis económica en la que se sumerge parece no poder solucionarse a corto plazo con las propuestas de los tres candidatos más probables. La alta deuda con el Fondo Monetario Internacional, la inflación galopante y la devaluación de la moneda conforman un combo dramático que inmoviliza posibilidades, intenciones y dar vuelta la página de su historia. A unas horas de las elecciones presidenciales argentinas, Javier Milei estaría por ganar casi en primera vuelta, pero Sergio Massa, el candidato peronista, confía en dar vuelta este pronóstico y lograr el balotaje. La tercera en cuestión, aunque los candidatos son 5, es Patricia Bullrich que, si bien llega debilitada tras las feroces peleas internas que la desangraron en el camino, puede arañar un buen pedazo de la torta. Mucha incertidumbre.
Según el promedio de las últimas encuestas, en intención de votos, el candidato de La libertad avanza rondaría por el 34% de adeptos, el actual ministro de economía, lograría un 30% y la exministra Bullrich, un 26%. El tablero se movió después de las últimas PASO del 13 de agosto donde Milei sorprendió ganando con un 30%, pero nada está dicho, aquella vez faltaron 11 millones de votos.
El miedo al candidato que quiere destruir todo para hacerlo a su manera, el terror al desquicio de un señor que no controla sus impulsos y que habla con su perro muerto escuchando sus consejos para tomar decisiones está ahí, latente. Para muchos el ‘loco de la motosierra’ es volver al pasado, algo que se vivió con el hacedor de la célebre frase: “no los voy a defraudar”.
Otros tantos millones no creen que quien no puede frenar la inflación pueda con ella y con los demás problemas estructurales que padece el país vecino. Y el otro tercio, el de la era anterior, que no están ‘ni juntos ni por un cambio’, no terminaron de convencer al electorado por equivocar el camino entre mezquindades, auto boicots y malos antecedentes, a pesar de tener la gran prensa argenta a su favor de forma escandalosa.
Las normas indican que, para ganar en primera vuelta, uno de estos cinco candidatos (Bregman, Bullrich, Massa, Milei y Schiaretti) deberá superar el 45% de los votos u obtener el 40% y sacarle al menos el 10% de ventaja al segundo más votado. Quien sea elegido o elegida asumirá el 10 de diciembre y presidirá la República Argentina por 4 años.
La mayoría de los analistas e incluso encuestas, dicen que habrá segunda vuelta, pero ante tantas dudas todo puede suceder en la hiper realidad inflacionaria argentina en el más amplio de los sentidos.
Están los que están y no los que le gusta a la gente. El problema se resume en quién abre la puerta con la llave correcta, por más que pareciera que no la tienen.
Quedaron atrás la guerra sucia, las operaciones mediáticas, las campañas agitadas y agitadoras, los dimes y diretes. Hoy hay veda y silencio electoral, pero en unas horas todo puede pasar en la Argentina de Lionel, quien, de paso, derriba el mito: “se juega como se vive”.
Argentina va a las urnas en pleno estado de convulsión económica. Se percibe un ambiente extraño, pocas fichas y escasas perspectivas. A esta virgen ya no le crecen promesas. Si la política sirve para modificar los márgenes, bienvenida sea, porque hasta hoy los relatos no modificaron mucho.
Entre la pura cáscara, la charla de café y la pantomima, la mesa está servida. Atrapados ideológicamente en un diálogo de sordos, atados de manos con una economía maltrecha, castigados por la viveza criolla identificada con la corrupción, este domingo 35,4 millones de personas están habilitadas para depositar su mejor deseo en cada hendija de un ánfora donde horas más tarde saldrá Aladino para decir quién es quién. Que Aladino no sea un ladino y que dé una nueva oportunidad a los argentinos a votar mejor en noviembre (me adelanté), porque es muy probable que haya segunda vuelta y porque fundamentalmente su futuro no merece ni maltrato ni resignación.
A partir del lunes 23 se reconfigurará el mapa político de la República Argentina, porque además de elegir a tres gobernadores (Buenos Aires, Entre Ríos y Catamarca) cambia la mitad de diputados y un tercio de senadores. Ya con el diario del lunes los mercados cambiarios y financieros gritarán lo suyo y a seguir con la tarantela. En caso de no haber un ganador o ganadora quedaría en el aire todo tipo de especulaciones sobre los votantes de los tres últimos candidatos. Entonces sí que será otra elección muy diferente, como definir una final a tiros penales.
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(*) Periodista (Argentina)
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