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Les presentamos a un papá ejemplar: Teodoro Flores, autor de la frase “La tierra es de quien la trabaja” y padre de los hermanos Flores Magón. Teodoro luchó contra el Ejército de Estados Unidos durante la invasión de 1846, enfrentó al clero y los conservadores en la Guerra de Reforma en 1857 y derribó al Segundo Imperio Mexicano en la Toma de Puebla de 1867. Estas palabras las dijo en 1885 a sus tres hijos cuando, a pesar de ser pobres, renunció a las tierras que Benito Juárez le dio en su pueblo natal.
“Sí, tengo los papeles. Me dio las tierras como premio a mis servicios en la guerra contra el austríaco Maximiliano. Pero esas tierras no me pertenecen. La tierra pertenece al que la trabaja. Su esfuerzo y su sudor la hacen fértil…
¡Qué distinta es la vida en Teotitlán y su región a la vida en gran parte de este pobre México! En Teotitlán todo se posee en común, menos las mujeres. Toda la tierra alrededor de cada uno de nuestros pueblos pertenece a la comunidad entera. Todas las mañanas salimos a trabajar la tierra. Todos, menos los enfermos, los inválidos, los viejos, las mujeres y los niños. Y cada cual lo hace con alegría, porque le da fuerzas saber que el trabajo que él y sus compañeros realizan es para el bien común. Llega el tiempo de la cosecha. Observen, hijos míos, cómo se dividen las cosechas entre los miembros de la tribu. Cada uno recibe su parte de acuerdo con sus necesidades. El quitarle a un vecino lo que es suyo por derecho, práctica en que incurren muchos en la ciudad de México y en otras partes, ni se les ocurre.
Entre nosotros no hay ricos ni pobres; ni ladrones ni limosneros. En esta gran capital se ve todo lo contrario: los más ricos y los más pobres. Ladrones y mendigos por todas partes. Esto no pasa en Teotitlán. Estamos todos en el mismo nivel económico. No se nos impone una autoridad. No hace falta, hijos míos. Vivimos en paz, estima y cariño los unos de los otros, como amigos y hermanos. Esta forma de vida idílica acabó violentamente en 1877, cuando el presidente Díaz envió a jueces, políticos y soldados y dividió la tierra entre sus favoritos… vean ustedes el miserable estado del obrero; trabaja doce horas al día o más en una sucia fábrica. ¿Y qué gana? Veinticinco centavos al día. De cincuenta a setenta y cinco centavos si es especializado. ¿Y el peón de las haciendas? Trabaja de sol a sol y aún hasta más tarde. Le dan doce centavos al día, hijos míos, un poco de maíz, un puñado de frijoles, y un buen latigazo del capataz si no trabaja con la rapidez que se le antoja a él…” (Palabras citadas por su hijo Enrique en el libro “Peleamos contra la injusticia”, de Samuel Kaplan, 1960) ” Así, con verdadera furia, mi padre siguió hablando durante dos horas, como el que lleva dentro un doloroso secreto del que quiere desahogarse…Al hablarnos nuestro padre inculcaba en nosotros el amor a la justicia, y el odio al gobierno, a ese detestable poder que fomenta la miseria entre el Pueblo y se la hace tragar a fuerza de bayonetas…”
FUENTE: FB/Pensamientos Magonistas
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