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Y dijo una mujer: Háblanos del dolor.
Y él respondió:
Vuestro dolor es la fractura de la cáscara que envuelve vuestro entendimiento.
Así como el hueso del fruto debe quebrarse para que su corazón se exponga al sol, así debeis conocer el dolor.
Si vuestro corazón pudiese vivir siempre deslumbrado ante el milagro cotidiano, vuestro dolor no os parecería menos maravilloso que vuestra alegría.
Y aceptaríais las estaciones de vuestro corazón, como siempre habéis aceptado las estaciones que experimentan vuestros campos.
Y contemplaríais serenamente los inviernos de vuestra aflicción.
Gran parte de vuestro sufrimiento es por vosotros mismos escogido.
Es la amarga poción con la cual el médico que se oculta en vosotros cura a vuestro Yo doliente.
Confiad, por lo tanto, en el médico, y bebed su medicina en silencio y tranquilidad:
Porque su mano, aunque pesada y dura, está guiada por la suave mano del Invisible.
Y la copa que Él os ofrece, aunque quema vuestros labios, fue modelada con la arcilla que el alfarero humedeció con sus lágrimas sagradas.
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(*) Pintor, escritor (novelista y ensayista) Libanés, fue conocido en el mundo literario de su tiempo como el poeta del exilio.
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