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NIP 08/10/21 (CDMX). Esta ocasión, destacaremos la necesidad del rigor en el periodismo, el contexto del cual se extrae información y la verificación de fuentes. En consecuencia no basta que un periodista al cubrir hechos, solo compile información con el objetivo de difundir la verdad (su verdad), sino que, es necesario considere los aspectos antes mencionados.
Y en la integración de los mismos, donde (ojo) el rigor es fundamental, además del cómo se consiguió la información y el contexto de hechos. Todos juntos deben ser transmitidos a la audiencia, sobre todo en casos donde está de por medio la condición humana, porque si se omite algún detalle se caería en la desinformación.
Veamos, el rigor en concreto, se deriva de la palabra latina “rigor”, que puede traducirse como inflexibilidad, rigidez o firmeza en el trato (o cumplimiento) de ciertas normas. Otro concepto más puntual afirma: Es la precisión o exactitud, en la realización de un análisis, estudio o trabajo científico –incluido- el periodístico.
Es pues, el rigor para el oficio, garantía de credibilidad y este debe ser revisado constantemente como autocritica y debate interno, además de revisiones críticas, al papel de los medios en la actualidad, claro abordando que -en general- el periodismo mexicano siempre ha estado vinculado al poder, produciendo anomías fácticas.
Por ello, a toda información hay que contrastarla, cruzarla, darle un sentido, profundidad y sistematización. Por lo cual, es importante repetir que el derecho de las personas a estar informadas no se ejerce en un vacío, sino en un contexto -de suyo adverso- con la intención de ejercer otros derechos y tener un control social del poder.
Resalto una observación, en el buen periodismo, no solo se trata de preguntar, sino también de generar y motivar prácticas de debate público con argumentos sólidos. Y esto porque me consta que, desde el sexenio de José López Portillo los medios tradicionales, practicaron un “nado sincronizado” para fabricar opinión pública y anular a opositores.
En este sentido, en muchos gobiernos del continente, todavía practican el anti-debate, la verdad única, la actitud “negacionista” respecto a voces disidentes, ejerciendo la colonización y el control de las conciencias.
Finalmente el debate civilizado nos permitirá avanzar porque hace falta un adecuado intercambio de ideas con sustancia y respeto. Baste recordar -en el bicentenario de la consumación de la independencia- a Vicente Guerrero y su heroica frase “La Patria es primero”, con tamaño significado debemos reconstruir -aún en tiempos de pandemia- un país digno y mejor.
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(*) Periodista (EPCSG) y Economista (UAM-Azcapotzalco)
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