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• En la actualidad hemos entrado y vivimos una civilización sumergida en una profunda crisis de proporciones inimaginables en términos geopolíticos, económicos y un resquebrajamiento o pérdida del sistema de valores occidentales -libertad, democracia, política y Estado – que heredamos de la modernidad.
• En el plano geopolítico y económico la crisis nos muestra una caída del PIB a nivel internacional y el desplome de Estados Unidos como la mayor economía planetaria que enfrenta un guerra multidimensional con el gigante asiático (5G, robótica, nanotecnología, biogenética, inteligencia artificial). La batalla comercial emprendida en esta administración, para frenar a su competidor, ha reflejado la impotencia de hacer algo para contrarrestar sus propias políticas aplicadas por las administraciones anteriores tanto demócratas como republicanas en el afán de expandir la globalización que no siempre han sido beneficiosas para gran parte de sus trabajadores.
• El sistema de valores vigente que tienen su origen en la ideología judeo-cristiana y actualizados en el marco de la modernidad fueron duramente atacados y socavados para reemplazarlos por otros de carácter economicista con contenidos de mercado que han fungido como norma en las acciones dirigidas contra el Estado, la democracia y la familia (Para la racionalidad neoliberal todos los aspectos de la vida se miden únicamente en términos económicos anulando así al homo políticus).
Esta racionalidad impulsada con mayor vehemencia a partir del desmoronamiento de la antigua URSS 1991 no ha hecho más que ir mostrando poco a poco el verdadero rostro del poder detrás del poder. Su objetivo ha sido construir Estados e individuos sobre la base del modelo de empresa exitosa y extrapolando a áreas de la vida que no tienen por objetivo la acumulación de ganancias o dinero.
Bajo esta óptica, la educación pública, la salud, la jubilación y los bienes públicos han sido afectados y evaluados con el análisis de costo beneficio. Lo cual, desembocó en privatizaciones de empresas estatales que cumplían una función social diferente a la búsqueda de utilidad monetaria.
• Es importante remarcar que en los últimos meses venimos experimentando una crisis de libertad, producto de la pandemia para desplazarnos, asociarnos, expresarnos o divertirnos; que a pesar, de considerarnos seres libres apuntando a un proyecto autónomo, la verdad es que la libertad está resultando afectada como nunca imaginamos.
• Pero, no obstante lo anterior y en medio de la adversidad no debemos de olvidar que sabemos (lo más importante) y es que estamos en presencia de un capitalismo que no sólo venció al socialismo; sino que está derrotando la democracia debido a que la razón neoliberal ha permeado todo y a todos apoyados en la propaganda llevada a cabo por los medios masivos de comunicación, la gran mayoría de las universidades, centros educativos y de cultura que fueron receptoras de este razonamiento empresarial, en campos que antes correspondían a la política, al bien común, educación, salud y la cultura.
• Bajo esta lógica de pensamiento dominante el poder económico no de las fuerzas del mercado de la mano invisible descrito por Adam Smith; sino el poder económico y político supranacional, con su sistema invisible de administración y de estructuras cerradas de coordinación, deciden, operan y controlan a Estados, capitalistas industriales e individuos por igual.
En otras palabras, esta administración perteneciente a la élite plutocrática es quién controla y gobierna de manera ubicua, sustentada en la ideología liberal banquero financista para hacer posible la acumulación de capital que desean adquirir para sus intereses; funcionando, a través de sus organizaciones privadas semi ocultas (El Club Bilderberg, El Consejo de Relaciones Exteriores en EU, La Comisión Trilateral, etc.) que trabajan de forma coordinada junto a gobiernos de derecha o izquierda y así imponer sus políticas económicas, su ideología y agenda. Para lo cual, también cuentan con entidades creadas a su servicio como el FMI, BM, OMS, OEA y otras que tienen injerencia en las políticas económicas y comerciales de los Estados nacionales.
Lo anterior, no significa descartar la complicidad de gobiernos y de una sociedad de seguidores encabezados por los centros educativos de formación, las televisoras, prensa, radio y todo un sistema consciente e inconsciente de ideas y valores que consideran al individuo un sujeto completamente libre y hedonista que ya separado de lo social está condicionado o programado para aceptar la gobernanza como la única receta válida para sanar todos los males económicos, sociales y políticos del mundo país de los individuos.
De esta forma, tal vez sin quererlo nos convertimos en seres de una sola dimensión; la economicista. Nos convertimos en los encargados de enraizar esos pensamientos en forma de ideología subyacente a favor nuestro pero en realidad lo hacemos en beneficio de estas organizaciones transnacionales (porque ser libres implica realización mutua dentro de una comunidad soberana o libre) que también, hoy en día, han tomado las plataformas tecnológicas para silenciar y censurar a quiénes se rebelen y pretendan salirse, con la sociedad, de la caja de pensamiento que han construido con su ideología de única verdad.
• Ideología diseminada con mayor vehemencia a partir de la finalización de la guerra fría y de la creación de un mundo unipolar basado en el individuo, en un sujeto que se pretende libre, pero que en realidad es un esclavo de sí mismo que ha internalizado al amo y al esclavo dentro de su psique y que ha trasladado la lucha de clases dentro de sí mismo. Donde la agresión en lugar de dirigirse hacia afuera se dirige hacia adentro, haciendo a este sujeto responsable de su fracaso personal y eximiendo al sistema de toda responsabilidad. La cuál ha sido una argucia de este modelo liberal banquero financista originado desde los acuerdos de Bretton Woods.
Sería conveniente a estas alturas hacernos la pregunta ¿Queremos –sinceramente- ser libres? Con esta ideología en nuestras mentes ya hemos decidido no serlo porque frente a Dios todos somos pecadores y culpables, y frente al Dios dinero pasa lo mismo; el dinero sigue comprando lealtades y justificando este planeta de observadores y consumidores en un sistema que pone precio a todas las cosas incluidos los íconos religiosos, la pornografía infantil o la renta de vientres, sólo por mencionar algunos.
• El dinero y el poder supranacional en esta nueva cara del capitalismo ha dictaminado, sin esconderse, a quiénes silenciar, acallar y censurar. Da lo mismo si nos gusta o no, da lo mismo porque el capitalismo ha erradicado la idea como sentido ético; se ha deglutido todo y donde sobrevive únicamente la ética del negocio; pero, no es para todos, sino sólo para los conglomerados económicos de siempre, porque de momento parece haber perdido la batalla la élite alternativa que estaba dispuesta a encararles.
Hoy en día, a la luz de lo acontecido en el mundo y de lo sucedido en la aún primera economía del mundo; es más fácil, suponer el fin del mundo que el fin del capitalismo.
• ¿Qué haremos entonces y cuál debe ser la respuesta, el compromiso, nuestra responsabilidad para actuar de cara a este mundo configurado por esta racionalidad dominante que convierte todos los aspectos de la existencia humana en términos económicos?
Por mi parte, sólo buscar una verdad que junto a la tuya (lector), y tal vez a la de otros, sumemos contundentes verdades y vivamos con ellas antes que nos impongan su única verdad que será incuestionable.
(*) Economista (UAM-Azcapotzalco)
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