Coetáneo amigo: un sentido abrazo por la irreparable pérdida de tu madre (QEPD). (Foto Referencial (1). Foto Roberto Rojas y Fidel C. Flores C. (2)
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Periodista forjado en aulas de la “Carlos Septién” icónica institución de México, llegó a esta megalópolis en la década de los ochenta del siglo pasado. Al igual que muchos provincianos (o inmigrantes) trabajó desde su adolescencia en el fragor de la cotidianidad chilanga (incluso a medio salario mínimo) haciendo tortas, tacos, licuados, aguas, fue mesero, vendedor de libros y promotor de productos relacionados a la salud, entre otros.
Partió muy joven de su natal frontera con el incondicional apoyo de su madre Enriqueta, su padre Carlos y David su hermano mayor. En la Escuela de Periodismo tuvo que solicitar una beca (fragmento), para seguir, la cual le fue concedida por calificaciones.
Recuerdo a Fidel Carlos Flores, introvertido, de bajo perfil, a la vez observador inquieto y curioso –empezando- a escribir sus tempranos textos de nostalgias, reflexiones y experiencias.
Solíamos llamarle –en tono de broma- “chingaquedito” o “fidelché”. Pasaron cinco años y cuando volvió a su natal Bolivia entusiasmado por conocer requisitos oficiales y finales, para convalidar sus estudios y terminar tesis.
¡Oh! sorpresa, no lo pudo hacer, porque un caduco sistema universitario no reconocía la licenciatura en periodismo y como él, cientos de casos similares. Al cabo de un tiempo, dichos recursos humanos decepcionados terminaron expatriados y trabajando en otros confines.
Más años, y viajó al Norte, Centro y Suramérica a conocer otras realidades “In situ” luego se incorporó a terminar Economía en la UAM-Azcapotzalco, creó revistas impresas, luego Punto y Aparte, que posteriormente se publicó en Santa Cruz (Bolivia) donde también dio clases de comunicación y economía.
Rememoro a Fidel Carlos en plenitud, solidario, crítico e idealista con ciclos extremos pero la última década del milenio, nos persiguió crisis económicas severas, conflictos políticos y pésimos gobernantes.
En tertulias, solían decirle (festivamente) “Ese..Fidel, siempre cabalgando y cabalgando siempre chingando (molestando)”. De ahí obtuvo su seudónimo Fidelgando que actualmente persiste en sus crónicas poetizadas.
Continua escribiendo artículos y otros géneros del oficio donde caza realidades y disecciona circunstancias. En sus contenidos, se puede apreciar destreza descriptiva, congruencia y solvencia en argumentos.
Celebro sus textos, aunque –y me consta- que contenidos de corresponsalía y otros encargos periodísticos no le son reconocidos -lamentablemente- porque en varios países del continente, los dueños de medios conservan la funesta costumbre de no retribuir, ni compensar gastos mínimos de logística reporteril.
Al final, destacó la estrofa de una canción (de su autoría) que alguna vez en su faceta de trovador nos compartió:
“Vine subiendo del Sur / al norte del continente. / Traje en mis alas al sol, / y del Gran Chaco el simiente.
Sentimiento con piel selva, / coplas brotan del alma, / las tristezas quedan dormidas / cuando se regresa al alba…“
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(*) Periodista y abogado