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(CDMX 3/11/20). Quizás estas sean las elecciones más importantes de los últimos tiempos en Estados Unidos y los resultados serán muy relevantes para el mundo entero.
La lucha por el poder de la casa Blanca determinará al vencedor entre dos ideologías en este momento. La ideología liberal banquero financista, que está rota y en crisis, manejada por el partido Demócrata que representa al Estado Profundo y otras instituciones que tienen el comando y control internacional a través de sus organismos; y en la otra orilla, la ideología del partido Republicano que busca una alternativa distinta al modelo de expansión económica infinita debido a que ya no existen más los mercados internacionales ilimitados (acumulación sin fin de los capitales). Ellos ponen la mirada en su economía interna y le apuestan a una negociación entre las tres o cuatro economías más grandes del mundo para definir un juego (dirección) con nuevas reglas que regirá el orbe.
Como dijera, Marx ya en su tiempo, el capital parece no reconocer nacionalidad ni ideología; porque solo prioriza la ganancia. En consecuencia, los recursos financieros siguiendo esta lógica (del capital) han corrido tras las mejores oportunidades de ganancias que ofrecían y muy especialmente China en detrimento de la económica estadounidense; que ha visto mudar a sus fábricas (en los últimos treinta años), bajo administraciones de Demócratas y Republicanos.
Este modelo (que está en crisis) dependía de la expansión sin límites en lo extenso del planeta, pero resulta que la Tierra y sus recursos son limitados, por lo tanto, las élites plutocráticas están buscando reemplazar dicho modelo por otro más totalitario; para ello, necesitan destruir los pilares fundamentales de la sociedad americana. Necesitan acabar con la familia, la soberanía nacional y sus valores tradicionales. Solamente así, lograrían su objetivo; la de sustituir y establecer otro paradigma con predominio diferente a la familia hombre y mujer.
Entonces, la ideología globalista o neoliberal estaría tratando de deslegitimar –entre otras cosas- la heterosexualidad y toda forma de identificación cultural de los pueblos para encaminar a la sociedad hacia un proceso de universalización de la cultura (riguroso e intenso) de acuerdo a sus intereses.
El mundo parece enfrentar en estas elecciones a globalistas, acompañados por los medios masivos de comunicación, contra nacionalistas que desean preservar su cultura, independencia y libertad.
Sabiendo que existe una lucha ideológica y que el capital busca únicamente su reproducción y no reconoce lealtad ideológica o nacional alguna ¿será posible pensar que bajo estas condiciones la democracia todavía sea funcional, o más bien, contraria a los intereses de la plutocracia global? Sin duda una polémica pregunta para iniciar el debate.
(*) Economista (UAM-Azcapotzalco)
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