• La gran industria de la desinformación
• Ante todo, el sentido común
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Con la implementación de la posverdad como el sistema dominante en la sociedad del siglo XXI, la razón, la lógica y hasta el sentido común ha ido perdiendo importancia entre grandes sectores de la población mundial, que ha visto a la internet como una fuente confiable para informarse de gran variedad de temas, y que incluso que han considerado a la red como un vocero de la verdad, sin objetar la veracidad de la información que ahí está recibiendo.
Para el académico e investigador Jonh Ackerman, “internet no es un campo neutral, sino un campo de batalla”; es decir Ackerman indica que en la red se confrontan diferentes agendas e intereses, que son promovidos por grupos que se dedican a bombardear las redes con noticias que en son verdades parciales, o información que parece ser real pero que en verdad está siendo manipulada con un fin específico.
Entonces cabe preguntarnos: ¿cómo se hace una fake news? Como ya lo mencionamos, en la sociedad actual más que la razón y el entendimiento, entre mucha gente lo primero que actúan son las emociones, y por lo tanto al recibir información que despierta esas emociones como puede ser el odio, la indignación, la sorpresa o la esperanza, la gente lo cree porque dicho en palabras coloquiales: “la gente oye y recibe lo que quiere oír y recibir”.
Recordemos lo sucedido en los terremotos que sacudieron a México en 2017 y el caso de la niña Frida Sofía, que supuestamente se encontraba atrapada en los escombros de una escuela que se derrumbó, al sur de la CDMX. ¿Frida? El nombre es familiar para los mexicanos, pues nos remite a Frida Kahlo, la admirada pintora, o a la otra Frida, a la perrita rescatista que ya era famosa por su tarea en la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros, en ese mismo sismo.
Entonces el nombre despierta emociones; la supuesta niña se encuentra atrapada en los escombros y la gente que sigue la cobertura noticiosa, espera un milagro, supone que de un momento a otro la sacarán los rescatistas y todo tendrá un final feliz.
Pero entre los docentes que sobrevivieron al derrumbe, se dice que no hay una alumna que se llame Frida Sofia; los rescatistas dicen que no hay nadie en a zona de los escombros -pues ya se rastreó, tanto con el olfato de los perros como con detectores de calor o movimiento-, pero la gente cree que sí hay una niña atrapada, y mientras la siguen buscando, la cobertura que da la televisora tiene un altísimo rating, y es un gran negocio.
Entonces surge otra pregunta: ¿quién hace una Fake News? Al tener una sociedad impulsiva y dominada por las emociones, muchas de estas noticias falsas o tendenciosas son producidas por expertos en la comunicación masiva, y ordenadas por grupos a los que les interesa que esa noticia se propague, ya sea para obtener algún beneficio económico, o para denostar al contrincante.
Tomemos en cuenta que youtubers, blogueros o gente que tiene presencia en las redes, obtienen ingresos por las visitas a sus medios, por este motivo la verdad no importa, sino lo que interesa es que la gente entre al sitio, visite y de esta forma obtener ingresos. La rapidez y la emoción dominan, la verdad no importa.
O bien, las fake news, en la política sirven para denostar y atacar a un político o bien, para resaltar una personalidad que no tiene. Un claro ejemplo se vivió en Estados Unidos, en la campaña presidencial de Donald Trump, donde las redes se llenaron de información contra Hillary Clinton, atacándola, ridiculizándola y creando una imagen falsa del hoy Presidente Trump. Cabe recordar un audio cortado y editado, donde Tony Blair, entonces ministro de la Gran Bretaña, donde habla mal del presidente de México, lo cual es falso. O bien, donde el Photoshop altera imágenes, por ejemplo, un político que aparece al lado de un conocido narcotraficante, lo que la gente da por hecho y lo cree a pie juntillas.
Para Fabrizio Mejía Madrid, existen varios tipos de Fake News -todos apoyados por la tecnología-. Por ejemplo, declaraciones falsas, suplantación de medios tradicionales -por ejemplo, el caso de la Revista Proceso, donde apareció en las redes una portada falsa-; cuando se toman imágenes de un hecho pasado para contextualizar un hecho actual, como por ejemplo imágenes de edificios derrumbados en los sismos de 2017, supuestas fotos del temblor que sacudió a la CDMX, en junio de 2020, entre otros métodos.
Afortunadamente, el porcentaje de los usuarios de internet que creen que en la red circula la verdad, ha disminuido gradualmente y ahora esos usuarios buscan la forma de verificar la información antes de creerla. Incluso, en diversos países -como México-, se han creado organismos para verificar si la noticia es verdadera o es una fake news.
Entonces, ¿cómo podemos distinguir una fake news de una noticia real? Antes que nada, utilizar el sentido común, por ejemplo en las cadenas que se generan en Watsapp, donde que va a ocurrir un sismo de magnitudes inimaginables, y donde incluso nos dicen el epicentro y la magnitud, hay que pensar que un sismo no es posible predecirse y mucho menos decir el epicentro y la magnitud; y si quedara alguna duda basada en cierto raciocinio, entonces verificar en medios tradicionales y serios, como lo son los diarios de circulación nacional, que es algo que se puede verificar en el momento, con el mismo teléfono a donde llegó la cadena.
Para finalizar, este comportamiento ayuda, primero a verificar la veracidad, y luego evitar caer en cadenas que a ciertas personas les causa pánico, ira, temor o desconfianza. La tecnología de la información es un modo de vida que ha llegado para quedarse, pero en nosotros está el utilizarla con fines de información y de comunicación y no de desinformación.
(*) Periodista y Maestro/Investigador (UAM-Azcapotzalco)
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