• Cacicazgo, poder y buenas relaciones políticas
• Alfil del PRI, comodín del PRD, en el Estado de México
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Autoridades del penal de Santiaguito, en el Estado de México, dieron a conocer el fallecimiento de Guadalupe Buendía Torres, ex dirigente política del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el Estado de México, y señalada por ser la principal fraccionadora -o paracaidista, entiéndase invasora de terrenos-, que tuvo el oriente de esa entidad, durante muchos años.
Y aunque dice la ley que en México no existe la cadena perpetua, en los hechos parece que sí, ya que la mujer, quien no toleraba que le llamaran “Loba”, tras ser aprehendida y juzgada, fue condenada a casi 500 años de prisión, acusada de estar implicada -¿autora intelectual?-, en una balacera ocurrida en agosto del 2000, justo cuando tomaba posesión Tolentino Román Bojórquez, candidato ganador en las elecciones para presidente municipal, y que era apoyado por Antorcha Campesina, organización perteneciente al PRI, pero que era contraria a “La Loba”.
Según las crónicas de la época, Buendía Torres era una mujer brava como pocas, de mano dura y hábil en la negociación política, por lo que pactó con el PRI del Edomex, una alianza, donde ella promovería el fraccionamiento de Chimalhuacán a cambio de votos, de gente que fuera a los mítines del partido, que apoyara al partido tricolor.
Y así, lo que alguna vez fue el vaso del Lago de Texcoco fue invadido por gente pobre, que sin un techo comenzaron a poblar el municipio que fue considerado uno de los más pobres y marginados no sólo de México, sino de toda América Latina.
Esa gente sabía que los primeros años serían duros, pues carecerían de todos los servicios básicos, no tendrían luz ni agua, sufrirían inundaciones, plagas de mosquitos, no tendrían escuelas y la delincuencia, la drogadicción y demás males sociales que traen los asentamientos irregulares serían la peste social, sin embargo, con los años, el gobierno doblaría las manos y regularizaría la tenencia de la tierra y a cuentagotas llegarían la urbanización.
Así formó La Organización de Pueblos y Colonias (OCP). Ahí comienza el cacicazgo de “La Loba”; según se cuenta, ella dominaba el transporte público -los camiones destartalados llamados “chimecos”-, los tianguis, el comercio, la recolección de basura y todo lo que hacía funcionar al marginado municipio.
Era el verdadero poder tras la Presidencia Municipal, pues ella entraba a la Presidencia cuando quería, les gritaba a los alcaldes y cuando no hacían lo que ella ordenaba, los llegó a bofetear.
Se rumoraba que “ni un perro hace caca sin que Lupita lo autorice”, y así pasaron 20 años. Pero se dice que los imperios se quiebran desde adentro y así pasó en Chimalhuacán, otra organización dentro del mismo PRI comenzó a ganar terreno: Antorcha Campesina.
Pero “Los Antorchos” ofrecían más al PRI, pues tenían presencia en varios estados del país, y al momento de elegir candidato para la Presidencia Municipal, de Chimalhuacán, la dirigencia del partido se inclinó por Tolentino Román Bojórquez y por lo tanto por Antorcha Campesina, sacando de la jugada a Buendía Torres.
Pero sí pudo competir por el cargo, ya que el Partido de la Revolución Democrática (PRD), le dio la candidatura. El movimiento de “La Loba” perdió, pero ella, hábil en la negociación se acercó a Tolentino Román, y le ofreció su apoyo, a cambio de que le entregaran varias carteras dentro del municipio, -Finanzas, Limpia y Servicios, entre ellas-, lo cual éste rechazó.
Finalmente, la contienda terminó en tragedia, pues el día de la toma de posesión de Tolentino Román, se armó una balacera, con un saldo de 12 muertos -todos antorchistas-. Se culpó a “La Loba”, quien se escondió, pero finalmente fue aprehendida, juzgada y sentenciada a casi 500 años de cárcel.
El PRI le dio la espalda; lejos quedó un video que se viralizó (todavía por la TV, ya que el uso de teléfonos celulares y redes sociales, aún no era masivo), donde Lupita bailaba con el entonces gobernador del Edomex, Arturo Montiel.
Se contaba que “La Loba” no era un apodo, sino una descripción a su temperamento, violento y aventado para adelante. Se decía que en su bolso cargaba una ametralladora “su personal”, ya que presumía que “no necesitaba matones, ella sola podía”. Se rumoraba que los carretoneros que recogían la basura en las casas, cobraban 10 pesos por persona, 5 pesos eran “la cuota de la patrona”.
Según investigaciones periodísticas, todo se cobraba en el municipio más pobre y atrasado del Edomex, lo que le dejaba casi 12 millones de pesos (de los de entonces), mensuales, a la polémica líder. Se decía que con sus grupos de choque (a palazos, balazos y con violencia extrema), se apropió a la mala de centenares de terrenos, mismos que fraccionó y revendió a gente pobre, ávida por contar con un pedazo de tierra salitrosa y seca, dónde poder fincar.
Y ya en prisión, “La Loba” fue presa de un enemigo invisible, de un bicho que no conoce fronteras ni respuesta jerarquías, el Covid-19. “La Loba” empezó con fiebre y tos seca, luego fue llevada a un hospital, donde le fue detectado Coronavirus, tuvo problemas respiratorios y fue entubada, su condición empeoró por su edad y por la diabetes que padecía, y murió la madrugara del 24 de mayo.
Se acabó la historia de un líder más pintoresco que corrupto, de esos que apoyaron al PRI en su época de gloria.
(*) Periodista y Maestro/Investigador (UAM-Azcapotzalco)
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