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A últimas fechas, el protagonismo es la constante dentro del ejercicio periodístico, es decir, ciertos personajes son más importantes y roban la atención más que el propio hecho, que en la realidad queda en segundo lugar y en ocasiones, relegado.
Por citar un ejemplo: Miguel Herrera, director técnico de uno de los equipos más populares de México, “El América”, ha sido noticia debido a los enfrentamientos que ha tenido con reporteros que al conocer su temperamento y a sabiendas que “El Piojo es de mecha corta”, le hacen preguntas provocadoras esperando que el DT pierda los estribos y con un arranque de ira “dé la nota”.
Así, Herrera pide a los reporteros “ser profesionales” y evitar ser los protagonistas pues este papel le corresponde al encuentro deportivo y a lo que sucede en la cancha, no a la conferencia de medios.
En otro ámbito y en la principal potencia del mundo, Donald Trump, presidente de Estados Unidos y sin duda, el hombre más poderoso del planeta, trae un pleito cazado con los medios de comunicación de su país.
Ya se hizo común que Trump niegue el acceso a ciertos periodistas, que le pida a seguridad que los saque de la conferencia, que a algunas cadenas informativas las acuse de “mentirosas” y de estar en su contra y de generar las tan de moda por su difusión discriminada por medio de redes sociales, “fake news” o noticias falsas.
Sin embargo, Trump no está solo, ciertas importantes cadenas de noticias, diarios tradicionales y portales de internet, celebridades, destacados deportistas y empresarios lo apoyan, lo que termina dividiendo a la opinión pública en dos bandos.
Y en los hechos, la sociedad estadounidense se encuentra fuertemente dividida entre los críticos y detractores de Donald Trump y sus seguidores (o feligreses, como irónicamente los llaman). Medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radio y TV), ahora reforzados por memes que por montones circulan en la red.
La proliferación de “twitteros”, “influencers”, “youtubers” o “facebuqueros” si bien es cierto que le han dado voz grupos vulnerables y que en décadas anteriores se encontraban relegados, también ha permitido la circulación de material que puede ser tendencioso, realizado con la intención de atacar o defender a alguien o en el peor de los casos, incitar a la violencia, crear miedo o difundir el pánico (como lo vivimos en México después de los terremotos de 2017).
Y para acrecentar esta división, aparecen “periodistas aguerridos”, “incómodos”, o reporteros protagonistas que, sin el menor recato, le dicen a un funcionario “que miente”, lo que nuevamente divide a la opinión pública, entre quienes los critican por insolentes y quienes aseguran que son valientes y verdaderos guerreros.
Ahora veamos el caso mexicano; desde que asumió la Presidencia en diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador ha dado ruedas de prensa por las mañanas (“Las mañaneras” como se le conoce en el gremio periodístico). Y en ese ejercicio de intercambio e interacción entre reporteros y el Presidente de México, se han dado ríspidos encuentros entre la llamada “Prensa fi-fí y conservadora, y la Presidencia de la República.
López Obrador les pide a los reporteros que sean más objetivos, que investiguen y que no den verdades a medias o parciales; dicha prensa que se siente aludida, reclama que AMLO busca callar a sus críticos, que es intolerante y que no acepta críticas.
Y al igual que sucede en Estados Unidos, gran parte de la sociedad mexicana se encuentra dividida entre los partidarios de López Obrador (a quienes despectivamente se llama “Chairos”, “Peje-chairos” o “Peje-zombies”), contra los detractores de la llamada “Cuarta transformación” (apodados Dere-chairos o Fi-fís).
En tal contexto, en redes sociales circulan memes, blogs, videos y periódicos en línea que además de difundir una “verdad parcial” o una “mentira a medias”, aseguran que ellos son los que tienen la razón y que el otro es quien está equivocado.
Entonces… ¿Quién dice la verdad? ¿Quién tiene la razón?… ¿Quién es el bueno y quién es el malo? Todo depende de la posición e ideología que tenga el receptor; quién esté a favor de López Obrador va a tachar a sus opositores de “Fi-fís y conservadores”.
A este fenómeno que ha permeado gradualmente en los medios de comunicación pero que se ha ido implantando desde el predominio del capitalismo como sistema económico se le denomina “posverdad”, pero ¿qué es la posverdad?
Diversos estudiosos consideran que la posverdad es el crear verdades relativas, parciales, que se ajustan a la realidad y preferencias de los grupos a los que conviene. Pero no basta con que un periodista reconocido haga un análisis que pueda parecer parcial o tendencioso, éste se tiene que repetir hasta el cansancio y debe ser apoyado por gente que tiene influencia en la sociedad.
Dicho de otra manera, si un periodista realiza una declaración escandalosa y que pueda verse como una afirmación dura, debe ser respaldada por otros periodistas y en las diferentes plataformas que tienen los consorcios de la comunicación: noticiarios, páginas web, mensajes en las redes, una y otra vez hasta que termine por convencer al receptor.
Y del otro lado, si AMLO dice algo que cree controversia, es respaldado por memes, youtubers y todo un ejército en la web que busca volver contundente la “verdad” que a ese grupo le conviene.
En conclusión, este es el nuevo modelo de la comunicación masiva y para bien o para mal, debemos acostumbrarnos a ver incongruencias, bulos y a periodistas cada vez más agresivos; violencia verbal en las campañas políticas, escándalos sexuales y todo tipo de información que denigre, ridiculice y literalmente, aplaste al contrincante. Indudablemente nuevos tiempos para ser reflexionados con mayor rigor.
(*) Periodista y Maestro (UAM-Azcapotzalco)
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