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A quienes nos dedicamos al periodismo -en sus distintas modalidades- no deja de sorprendernos las motivaciones de cómo se llega a él y cómo posteriormente se forja un “estilo” para sobresalir o llamar la atención, olvidándose de lo esencial, es decir, del papel del periodismo frente a la ciudadanía.
En ocasiones el ego, la provocación y el interés económico disimuladamente aparecen en trabajos periodísticos sesgando contenidos y utilizando distintas formas.
El periodismo, nos recuerda Omar Raúl Martínez, requiere: “sobre todo de disposición intelectual y sentido ético para intervenir socialmente en la lectura de la realidad. Exige el retorno a los criterios básicos del oficio: rigor, contexto y fuente, es decir meticulosidad, compromiso ético-cívico para buscar la verdad, equilibrio y conocimiento.
Por otro lado, la concentración económica que a nivel mundial caracteriza al desarrollo de la industria mediática, y de la cual México no es la excepción, amenaza con un selectividad noticiosa sobre qué es lo relevante para informar a la sociedad. El debate sobre la verosimilitud de los hechos y la objetividad de los mismos permiten que, eventos socialmente relevantes permanezcan ocultos o que se destaquen hechos intrascendentes para el desarrollo del conjunto social. De ese modo -en general- la visibilidad social es resultado de la realidad que se construye en los medios”. (1)
En el libro Periodismo Urgente, Ricardo Raphael afirma: “Una enfermedad compleja de nuestra época es el relativismo que quiere considerar como equivalentes piezas de información que no lo son. Es la epidemia de la posverdad que tiene como constante el menosprecio por hechos, la evidencia y los elementos objetivos del contexto. Esta enfermedad provoca que el monólogo triunfe sobre el diálogo; la gesticulación elocuente y exagerada sobre los argumentos; las pasiones más bajas por encima de las razones, y el marketing desprovisto de sentido sobre la política democrática.
El periodismo serio es una disciplina que permite distinguir entre la información fabricada y aquella que podría ser verdadera. Se trata, por ello, de uno de los antídotos más eficaces para enfrentar el relativismo y la posverdad. Sus procedimientos ordenados y sistemáticos ayudan a verificar datos y fuentes, aportan contexto, agregan valor para el análisis, contrastan opiniones y logran trascender las subjetividades”. (2)
La RAE (Real Academia Española) define a la posverdad como una distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública. Situación anómala que una parte del periodismo practica.
En tales circunstancias, cuando un periodista toma postura por uno de los personajes en cuestión, por su ideología o por línea editorial y comparte abiertamente la perspectiva de un bando, éste pierde calidad y objetividad periodística, es decir, subestima el investigar la verdad.
Al respecto la provocación y tono inquisidor de Jorge Ramos al entrevistar a presidentes de Suramérica ha sido una constante, en ocasiones proyectó su hiperactividad verbal hacia Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, Nicolás Maduro de Venezuela, entre otros. A veces -incluso- sus preguntas llevaron cierto tufo de prejuicios.
Así las cosas, este fin de semana Jorge Ramos se presentó a la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador y cuando le tocó su turno continuó con su estilo de interpelación sobre estadisticas de la violencia, además de reclamar por qué se pidió al periódico Reforma revelarar fuentes.
En este escenario el activista y sacerdote Alejandro Solalinde en redes sociales criticó dicha intervención, afirmando: “La agresividad y altanería de Jorge Ramos no se puede repetir. La insolencia con la que trató a nuestra legitima y máxima autoridad nos ofendió a mexicanos y mexicanas que luchamos por un cambio. ¿Por qué no le habló así antes a los presidentes corruptos anteriores? ¿Qué otro presidente de México ha permitido que los periodistas lo cuestionen cómo lo hacen con López Obrador, no contradice esto el adjetivo de régimen totalitario o dictadura tan usada por una oposición –irónicamente- a solo 4 meses de un gobierno?” Finalizó.
Por otra parte, Sandy Aguilera, periodista corresponsal de Grupo Larsa Comunicaciones –en video- afirmó que: “Jorge Ramos solo buscaba protagonismo y que no es mejor periodista el que va siempre en contra de lo que dice el presidente, se debe priorizar e investigar la verdad. Y en lo que respecta a la revelación de fuentes que, Ramos apuntó no se debe exigir a Reforma, no es cierto, yo le hice la pregunta al presidente sobre la carta a España y al responderme en la parte final mencionó: sería bueno dijeran quien les filtró la carta, sería bueno, pero si no lo quieren hacer, están en su derecho“. Remató.
El periodista Carlos Pozos (conocido como Lord Molécula) antes de la intervención de Ramos, lo entrevistó brevemente: “Vine a la mañanera a hacer preguntas duras, hay que venir a incomodar a la gente que está en el poder. Si el periodismo no es contrapoder no es periodismo y siempre tenemos que estar del otro lado de los que tienen el poder, antes era en contra de Peña Nieto ahora tiene que ser en contra de Andrés Manuel López Obrador”.
Debemos destacar que la comunicación y relación del presidente con la prensa es totalmente distinta e inédita y eso hay que valorarlo. Es más los medios tradicionales, antaño cercanos al poder y hoy desplazados, dan la impresión de actuar con rabia o molestia.
Finalmente, nos preguntamos: ¿Qué espera la sociedad de un periodista? Y repetimos, que sus contenidos proyecten: rigor, contraste, contexto, respeto, imparcialidad y veracidad en la forma en que realiza y presenta su información. Dicho lo anterior, en varias ocasiones Ramos ejerció un periodismo de medias verdades lo cual pasa por sus filias y fobias personales. Craso error.
(*) periodista (EPCSG) economista (UAM-A)
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(1) Repensar el periodismo (Aristas del reportaje y otras reflexiones). Omar Raúl Martínez. Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa (CdMx. 2011)
(2) Periodismo Urgente. Manual de Investigación 3.0, Ricardo Raphael y Lizeth Vázquez Castillo. Editorial Paidos (CdMx. 2017)