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Se dice que las leyendas y los mitos en la sociedad se crean porque un personaje muere en el momento justo que debe morir. Muchos de estos decesos que son de improviso, sorpresivos y hasta trágicos llegan en la cúspide de su carrera, trayendo como consecuencia que surjan leyendas urbanas que a la postre convierten a ese personaje en mito.
Lo negativo en mucho de los casos, es que un personaje es visto, catalogado y recordado como algo que en realidad no hizo o no fue. Ejemplos sobran, pero mencionemos algunos de los más representativos.
James Dean, el actor estadounidense que encarnó a la juventud desilusionada por los cambios sociales que se vivían en los años 50, murió en un accidente automovilístico, cuando chocó su auto contra un conductor que viajaba a exceso de velocidad. Dean falleció a los 24 años, pero nació un icono, una leyenda que siempre será recordada como “el eterno rebelde sin causa”.
En el cine mexicano, Pedro Infante falleció en la cúspide de su carrera, a los 39 años de edad y justo cuando su popularidad estaba en su punto máximo. Pedro -como le llama cariñosamente sus millones de fans-, dejó de existir físicamente en un accidente aéreo, pero nació el gran mito que no sólo es del cine mexicano.
Pedro Infante es visto como el prototipo del mexicano: varonil, valiente, coqueto, cumplidor, alegre; en el extranjero, “El carpinterito de Guamuchil”, nos guste o no, es un referente del mexicano, pero… ¿Lo mismo sucede con Luis Donaldo Colosio?
Luis Donaldo Colosio fue asesinado el 23 de marzo de 1994; era el candidato del entonces partido oficial, “partido aplanadora” que controlaba los destinos de México. Dentro del sistema político mexicano, el candidato oficial era virtualmente el presidente de México pues era impulsado no sólo por el mandatario en turno, sino por todo el aparato oficial, empresarial y por todos los poderes fácticos que formaban la intrincada política nacional.
Mario Aburto Martínez fue quien disparó la bala que impactó la cabeza del candidato quien hacía campaña en Lomas Taurinas, colonia popular en la ciudad de Tijuana, sin embargo, dio origen al mito del político joven, demócrata, innovador y enemigo de la vieja clase política que aún se encuentra presente en el país.
Desde entonces, Luis Donaldo Colosio ha sido considerado un nuevo mártir por la democracia; un hombre que dio su vida por sus ideales que consistían en la justicia social y en el cambio a fondo del gastado sistema político mexicano.
En la percepción de gran parte del ciudadano mexicano, en el asesinato de Colosio están involucradas las cúpulas del poder mexicano y no sólo el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
Salinas -en el imaginario colectivo- sabe quién mató a Colosio; en la calle, la gente dice que Mario Aburto es el asesino material pero atrás de él está el propio gobierno mexicano, y se olvida de que el asesinato del candidato puso en jaque a la ya endeble economía mexicana. ¿Alguien recuerda que al día siguiente no abrió la Bolsa Mexicana de Valores, para evitar el desplome de la misma?
El mito de Colosio es tan grande, es un símbolo que año con año, en su aniversario luctuoso, dependiendo de las necesidades del partido, el PRI lo utilizó en sus discursos y su propaganda. Cuando el PRI necesitaba verse como un partido moderno y demócrata surgía la figura de Colosio.
O bien, cuando el PRI era atacado por sus adversarios políticos, Colosio y su muerte fue señalada como la gran traición del gobierno y el miedo al cambio que el candidato representaba… Sin embargo, hay ciertas -e importantísimas- circunstancias, que envolvían a Colosio y ahora no se mencionan, pues el mito es tan grande que tapa y calla toda crítica.
Como primer punto, tomemos en cuenta que en aquellas elecciones cada vez más lejanas de 1994, las encuestas comenzaban a permear en las campañas políticas y aunque no eran vistas como el arma de propaganda que son actualmente, sí influían en la estrategia a seguir.
Y aunque en su momento llegó a ser noticia, Luis Donaldo Colosio iba en segundo, tercer lugar, que el candidato que tenía la intención del voto mayoritario era el panista Diego Fernández de Cevallos y que su campaña no encendía. Eso explica -dicen muchos estudiosos-, que la gira de Colosio por Tijuana no era ampliamente seguida por la prensa pues quien robaba la atención mediática era “El Jefe Diego”.
Entonces -explican las teorías de la conspiración-, el Estado Mexicano y sus poderes fácticos -representado por el presidente Carlos Salinas-, “decidieron” retirar a Colosio de la lucha por la presidencia, aunque no del mejor modo pues le costó la vida al candidato.
Otro aspecto que ya no se menciona son los supuestos nexos de Colosio con carteles del narcotráfico; en diversas investigaciones periodísticas y por informes de la CIA que con el paso del tiempo se han filtrado a la prensa, Colosio pensaba dar un golpe espectacular en contra de alguno de los grandes capos de la droga, por lo cual el narcotráfico planeó y ejecutó su muerte.
Otro de los mitos sobre Colosio son la economía y el cambio radical del PRI como partido de Estado; sin embargo, diversos estudiosos aseguran que la economía mexicana ya se encontraba mal y que la crisis era inminente.
Y fue precisamente lo que le explotó a Ernesto Zedillo, sustituto de Colosio, con el llamado “error de diciembre”. Finalmente, Zedillo entregó el poder al entonces opositor Partido Acción Nacional en la persona de Vicente Fox.
Irónicamente, Fox fue quien tuvo la oportunidad histórica de cambiar el sistema político mexicano, pero no lo hizo. Entonces, ¿con la muerte de Colosio se cortó la posibilidad de una transformación a fondo del país? ¿Colosio era la verdadera esperanza de cambio, bienestar y justicia social?, o… ¿Colosio era más de lo mismo y con su llegada al poder seguiría todo tal cual convenía al PRI?
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(*) Periodista y Mtro (UAM-A)