Consagrado como uno de los grandes actores de Hollywood, con una amplia carrera en la industria de la alfombra roja y sin tener que demostrar nada a nadie Clint Easwood es nuevamente noticia cinematográfica con La mula, cinta que el mismo dirige, produce y actúa.
Clint Easwood ganó fama y notoriedad en exitosas cintas ambientadas en el lejano oeste norteamericano; ¿quién no recuerda al rubio cazarreconpensas en el Bueno, el malo y el feo (1966), o el detective Harry Callahan en la serie de películas setenteras que iniciaron con Harry El sucio (1971).
Pero con La mula, Easwood -con 88 años de edad-, muestra con claridad los diferentes estereotipos de la sociedad estadounidense -modelos que debido al modelo económico y social que prevalece en el mundo-, a mayor o menor medida, se reproducen en gran parte de las sociedades del llamado “mundo occidental”.
Para algunos críticos, esta cinta es una denuncia suave e irónica a la sociedad de su país –“cachetada con guante blanco”, como le decimos en México”-; para otros, una película que muestra tintes irónicos y dramáticos, sin embargo, no somos especialistas en producciones cinematográficas, pero sí comentaremos el reflejo social y el hecho literario.
Pero… ¿De qué trata la cinta? Cuenta la historia de Earl Stone, un hombre mayor, cercano a los 90 años de edad, quien ve cómo su vivero de lirios va a la quiebra y tras llegar a la última etapa de su vida solo, endeudado y sin un futuro alentador, acepta transportar drogas de un cartel mexicano y puede así tener el dinero suficiente para ayudar a su familia y salvar su propiedad.
Es precisamente la personalidad del personaje principal lo que refleja al individuo actual: el individualismo. Earl siempre pensó en sí mismo, siempre trabajó para él y olvidó a su familia, al grado de no asistir a la boda de su hija por estar en otro evento. Entonces ya viejo no encuentra lugar con su familia que no lo acepta y no pierde oportunidad para echárselo en cara; sólo su nieta ve algo positivo en el abuelo Earl.
La cinta también toca la llegada de la internet y su uso en los negocios; Earl no aprendió a utilizar las nuevas tecnologías, no le importó la web ni el uso de teléfonos móviles y así él como millones de personas alrededor del mundo perdieron sus negocios al no entrar a las nuevas reglas del juego implantadas por lo que hoy llamamos “e-comerce”.
Pero la idea central es el tráfico de drogas al interior de Estados Unidos, la profesionalización de los carteles y los estereotipos que siguen enquistados en las autoridades de ese país. Los carteles mexicanos se las ingenian para pasar cocaína, marihuana, heroína y todo tipo de sustancias que los estadounidenses consumen, pero ¿quién y cómo las llevan a diferentes partes del país?
La cinta muestra la organización que tienen los carteles; tienen logística, transportistas que le llaman “mulas”, códigos, un negocio que deja millones de dólares; de todos es sabido que mientras la droga se comercializa más al norte, más ganancias deja. Un kilo de cocaína que llega a Chicago, vale mucho más que cuando se compró en Texas o Arizona.
Earl lleva droga y conduce tranquilamente por las carreteras de Estados Unidos, goza el paisaje, come y hasta platica con policías pasando desapercibido como traficante, pues es un hombre mayor, blanco, habla en inglés, es de clase media y por lo tanto es visto como un ciudadano promedio.
Por el contrario, la policía detiene a jóvenes de aspecto latino, de indocumentado, que ven como “invasores”. Entonces el enemigo sigue siendo el mexicano, que sigue cargando con el estereotipo que ya está enquistado en el colectivo del estadounidense promedio.
Hay que destacar que La mula, es una cinta basada en un caso real, en la historia de Leo Sharp, un veterano de la segunda guerra mundial, quien, tras quebrar en su vivero de flores, anciano y en la ruina, decide transportar drogas para el Cartel de Sinaloa. Del mismo modo, desde hace varios años, diversas investigaciones periodísticas han denunciado que “las mulas” de los carteles mexicanos ya no son latinos ni indocumentados, sino que cada vez más ciudadanos estadounidenses promedio se dedican al transporte de drogas.
Entonces mujeres blancas que viajan con niños en una vagoneta no son revisadas en los retenes de la policía; lo mismo que jóvenes blancos que viajan en grupo, sin embargo, aquellos que tienen aspecto latino sí son vistos como sospechosos y revisados por la policía.
La mula es una cinta amena, que más allá de los aspectos técnicos de la misma, hay que verla como reflejo de la sociedad estadounidense del siglo XXI.
(*) Periodista y Mtro. UAM-A
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