Foto 1 © Hugo José Suarez (en el metro de Paris)
Foto 2: Sergio Sanjinés
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“Roma” del director Alfonso Cuaron es una película bien lograda, una gran película porque trasciende su origen; no se necesita haber vivido en la colonia Roma para entenderla. Dicha película habla de América Latina en los años 70 y por eso mismo logra emocionar a públicos de diferentes países.
Su contenido gira alrededor de un personaje, Cleo, una mujer subordinada a labores de casa de una familia en la colonia Roma, quien descubre que el hombre del cual se ha enamorado es un asesino, un “Halcón”, y decide no tener el hijo de este hombre que la amenaza con una pistola.
Cleo representa a las mujeres domésticas de origen indígena, que como herencia de la colonia no solo han sido la mano de obra barata, sino esclava de familias de clase media y adineradas desde el rio Bravo hasta la Antártida.
La película habla también de la condición de la mujer. La soledad de dos mujeres, abandonadas de diferentes clases sociales, una que carga con los hijos del hombre que la abandona (a ella y sus hijos) y no asume responsabilidad alguna, y la otra abandonada por un “Halcón”, miembro del cuerpo de esbirros organizados por Echeverría para asesinar estudiantes y opositores; que nos recuerda a los paramilitares de Banzer (Bolivia), Pinochet (Chile) y García Mesa (Bolivia), así como a los asesinos de la triple A en la Argentina, los escuadrones de la muerte en el Brasil y su vinculación norteamericana.
Cleo es un personaje entrañable muy bien construido, un personaje redondo que sufre una transformación. A través de observar el abandono de su patrona Sofía, toma conciencia de su propio abandono, igual sucede con Sofía, que de ser una mujer sumisa, dependiente del marido dominante, hacia el final se asume independiente y jefa de familia. Simbólicamente se deshace del coche grande que significa estatus y poder, para comprar un coche pequeño más de acuerdo con su personalidad.
La película tiene momentos memorables excelentemente tratados, como aquel del papá que maniobra su enorme coche; este es tan grande que apenas cabe en la cochera. No se le ve, solo se ven sus manos maniobrando el volante y la caja de cambios del gigantesco coche; así como el cenicero repleto de colillas, ante la mirada expectante de toda la familia que observa como un acontecimiento la llegada del poderoso papá maniobrando su enorme coche símbolo del estatus de clase media con aspiraciones.
Otra secuencia impactante es la del asalto de los halcones vista desde la ventana de la tienda de muebles. Esta irrupción ha sido muy hábilmente preparada, de manera que cuando sucede la incursión de los halcones, ya sabemos quiénes son, y no necesitamos ninguna explicación Hemos visto venir el desenlace del ataque de los halcones desde la mirada inocente de Cleo que observa con admiración a este hombre haciendo su demostración marcial, pasando por el abandono, el entrenamiento con asesores norteamericanos y coreanos, así como la amenazante negativa de reconocer a su hijo cerrando con una advertencia hacia Cleo.
Finalmente la secuencia del mar amenazante que está a punto de llevarse a los dos niños si no es por la acción valiente y decidida de Cleo, que sin saber nadar se enfrenta valientemente a la furia del mar para sacar a los niños. Allí sabemos que habría sido una buena madre, amorosa y responsable, sin embardo decidió no tener al hijo del asesino.
En sí, gran película que narra una historia en la superficie pero está cargada de subtextos que le dan profundidad. Lamento que muchas miradas se hayan quedado solo en la historia de superficie.
Sobra decir que me gustó, y mucho. Celebro haberla visto en una sala de cine, con imagen gigante y sonido envolvente, repleto de asistentes (400 butacas), Tuve que comprar el boleto con tres semanas de anticipación, y los boletos que encontré fueron los últimos para dicha función (15:00 horas).
Sin lugar a dudas “Roma” será un hito en el cine mexicano, en cuanto sea posible volveré a verla.
(*) Cineasta boliviano/mexicano
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