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NIP 06/11/18 (Por Fidel C. Flores C.) Las caravanas continúan llegando a ciudad de México y otras atravesando el país rumbo a la frontera norte con Estados Unidos, y cada vez crecen más los desplazados que aprovechan la permisividad y frágil control mexicano –quizá- por tiempos de transición política que vive el pais.
Mientras, el presidente Donald Trump proyectando su habitual belicismo anunció que no permitirá, ningún ingreso, militarizando con nuevos contingentes la frontera, “si atacan a pedradas, responderemos con balas” afirmó durante una comparecencia en la Casa Blanca. Bajo este escenario se avizora en un par de semanas un drama inminente en la extensa frontera (rio Bravo, desierto y zonas aledañas).
Los migrantes centroamericanos ya pasan los cuatro mil en esta capital, llegan alternando largas caminatas, tramos carreteros (en camiones o autos particulares) y hasta en metro, para luego instalarse y recibir ayuda (alimentaria, salud y psicológica) en el estadio Jesús Martínez ‘Palillo’, ubicado al oriente de la ciudad.
La mayoría, pero en especial niños, niñas y adolescentes sufren una brutal crisis humanitaria, consecuencia de un éxodo masivo, abandono de estudios y seres queridos. En suma atraviesan angustia e incertidumbre de alto impacto que daña su salud mental. Para atenuar tal situación, organismos nacionales e internacionales solidarios intentan dar apoyo en la medida de sus posibilidades.
Son tiempos difíciles y dramáticos que vive el país, aun más con el reciente paso del huracán “Willa” que afectó a casi 40 mil aectados en varios Estados del norte (Sinaloa, Coahuila entre otros ), donde gran parte de damnificados todavía esperan el auxilio del gobierno federal.
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